Tras los dos primeros capítulos de la verdadera historia de Rosa Oteiza, la joven pamplonesa que sirvió de modelo para la matrona que corona el Monumento a los Fueros de Iruña, el interés de nuestros lectores no ha decrecido. Es más: muchos quieren saber qué pasó con ellas tras haber parado la boda del padre de sus hijos, y escultor del monumento. Pues, con este capítulo, cerramos la historia. O no, porque quedan aún cosas por saber... ojalá alguien nos pueda seguir dando más datos.
Redescubriendo personajes históricos
¿Por qué los hijos de Rosa Oteiza, mientras se criaban en San Sebastián, en una pensión pagada por su padre, creyeron que su madre había muerto? Su bisnieta Lara, de lo que conoce y escuchó a su abuelo, se atreve a lanzar una triple hipótesis de lo que pudo ocurrir tras la boda que paró Rosa en Zaragoza, y el posterior traslado de José María Martínez de Ubago a San Sebastián. “Puede ser que Rosa y él siguieran juntos y, aunque no educara a sus hijos, les pasara algo de dinero e incluso, como he dicho, le diera trabajo a mi abuelo años después. Puede que, simplemente, Rosa dejara a sus hijos, a cargo del padre. O puede que ambos llegaran a un acuerdo por el que ella desaparecía del mapa a cambio de que a sus hijos les llegara dinero de su padre para pagar su educación”.
El caso es que los hermanos crecieron sin madre y también sin una figura paterna. Su madre, para ellos, estaba oficialmente muerta. O, tal vez, como apunta Lara, ellos renegaron de la existencia de su madre, por pura vergüenza o por ruptura del trato con ella.
El caso es que los hermanos crecieron sin madre y también sin una figura paterna. Su madre, para ellos, estaba oficialmente muerta. O, tal vez, como apunta Lara, ellos renegaron de la existencia de su madre, por pura vergüenza o por ruptura del trato con ella.
Rosa vuelve... y cerca de Donosti
Pero Rosa seguía viva. Reaparece documentalmente en 1932, con 49 años. Y reaparece no en Pamplona, sino más cerca de San Sebastián: en Rentería. Según los datos que La Txistorra Digital ha recopilado, gracias a la digitalización de los archivos de Rentería, Rosa fue comadrona titular de la localidad entre 1932 y 1942.
Pero Rosa seguía viva. Reaparece documentalmente en 1932, con 49 años. Y reaparece no en Pamplona, sino más cerca de San Sebastián: en Rentería. Según los datos que La Txistorra Digital ha recopilado, gracias a la digitalización de los archivos de Rentería, Rosa fue comadrona titular de la localidad entre 1932 y 1942.
Lara cree que el hecho de que viviera tantos años cerca de San Sebastián, donde residía José María Martínez de Ubago, abre la posibilidad de que la suya fuera una relación secreta e ilícita de muchos años. En cualquier caso, sobre la duración de los amores entre ambos únicamente puede especularse. El caso es que Rosa, al menos geográficamente, estaba cerca de sus hijos y ya incluso, en esa época, de sus nietos. La duda que tiene Lara es si Rosa estaba “cerca abiertamente o desde la distancia, manipulando los hilos para que José María no dejara de ayudarlos, pero sin que sus descendientes supieran de ella”.
A partir de aquí viene la leyenda urbana. Tanto Fernando Pérez Ollo como otros pamploneses dicen recordar, allá por los años 60, la presencia de Rosa en la capital navarra. Sus hijos, sin embargo, seguían viviendo en San Sebastián, y no tuvieron trato con ella. El caso es que Rosa, al parecer, fallece en la década de 1970, en Pamplona. Y la rama “bastarda” de los Martínez de Ubago, más de treinta años después, no recibió ninguna comunicación de los actos del centenario del Monumento a los Fueros. Y eso que eran descendientes directos del escultor del monumento y de la joven que sirvió de modelo. Pese a su azarosa vida, Rosa Oteiza, prácticamente no había existido para la Historia.
A Lara, de todo este periplo vital de Rosa, le queda el deseo de conocerla mejor, de conocer mejor los orígenes de su familia. Por ejemplo, querría ver fotos o dibujos de su bisabuela. “Tal vez los haya en la fundición Masriera y Campins, de Barcelona, donde se hizo la escultura”.
A partir de aquí viene la leyenda urbana. Tanto Fernando Pérez Ollo como otros pamploneses dicen recordar, allá por los años 60, la presencia de Rosa en la capital navarra. Sus hijos, sin embargo, seguían viviendo en San Sebastián, y no tuvieron trato con ella. El caso es que Rosa, al parecer, fallece en la década de 1970, en Pamplona. Y la rama “bastarda” de los Martínez de Ubago, más de treinta años después, no recibió ninguna comunicación de los actos del centenario del Monumento a los Fueros. Y eso que eran descendientes directos del escultor del monumento y de la joven que sirvió de modelo. Pese a su azarosa vida, Rosa Oteiza, prácticamente no había existido para la Historia.
A Lara, de todo este periplo vital de Rosa, le queda el deseo de conocerla mejor, de conocer mejor los orígenes de su familia. Por ejemplo, querría ver fotos o dibujos de su bisabuela. “Tal vez los haya en la fundición Masriera y Campins, de Barcelona, donde se hizo la escultura”.
4 comentarios: on "La verdadera historia de la matrona de los Fueros (y 3)"
Vaya.... me he leído los tres capítulos de tirón... ¡¡Qué interesante son esos culebrones de antaño!! ¿Tendremos más?
¡¡Buen trabajo!!
Enhorabuena txistorreros, un artículo muy interesante.
Esta Navarra nuestra guarda tantos secretos debajo de la alfombra, que cuesta caminar sin tropezarse.
Enhorabuena a la Txistorra por rasgar el velo de forma tan amena e interesante ; )
Gracias por todos los comentarios y felicitaciones que habéis hecho a lo largo de esta serie. Nuestro agradecimiento es, también y sin duda alguna, a Lara Ubago, bisnieta de Rosa, que compartió con nosotros esta bonita historia.
Recordad que podéis descargaros el PDF con lo publicado, e incluso compartirlo por email, haciendo click aquí.
Saludos!
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