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Juan José Domínguez

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Economía

miércoles, 26 de mayo de 2010

Estamos en DEFCON 1

Por JOSEMARTIN
Cogiendo sitio en el refugio

Unas viejas películas de los tiempos de la guerra fría, en las que el mando militar americano activaba las Alertas de Defensa Estratégica, los niveles DEFCON (5 en tiempo de paz a 1 de conflicto inminente) que eran visualizables por el color de las bombillas, me han “alumbrado” un paralelismo con la película de esta crisis en la que no estamos como protagonistas sino como sufridores extras obligados, y que lejos de finalizar está derivando hacia estados cada vez más peligrosos y comprometidos.

Instalados en el consumismo y el desarrollismo, hemos pasado en poco tiempo de la feliz inconsciencia de que todo iba bien -estábamos en la Champions por delante de Italia y acercándonos a Francia- a ser objetos y sujetos de medidas de ajuste severo. Los del primer mundo estábamos en DEFCON 5 (los otros mundos, como siempre, jodidos). Todo estaba en orden. No había alarmas. Y va, y un mal día desayunamos con la crisis en forma de burbujas, de activos financieros tóxicos y de apalancamientos. Sonaba raro pero no se activaron las alertas.

Otro mal día desayunamos con la necesidad de rescatar a bancos e instituciones financieras para evitar la recesión. Se activó el DEFCON 4 (bombilla azul) y nos dimos de narices con la cruda realidad. Los que nos habían alentado a montarnos en el -“gaste y ya pagará”- en el cómprese un piso y de paso amueble la cocina y cambie de coche; en el váyase de vacaciones y disfrute que ya pagará mañana... ¡estaban sin dinero! ¡En lugar de dinero tenían activos “tóxicos”! Pasaron sin transición de fomentar la financiación desaforada del consumo, a cortarla en seco, provocando con ello lo que luego nos enteraríamos que era una recesión.

Otro día peor que malo, el desayuno se nos indigestó con que los gobiernos entraban al rescate de los prestamistas para evitar una gran depresión. En el revuelto mar de la economía globalizada, por estos lares nuestros, y en especial en esta Navarra nuestra, se lanzaban mensajes de tranquilidad: nuestro sistema financiero estaba bien porque se habían hecho las tareas, y teníamos una burbuja inmobiliaria pero el aterrizaje sería suave. Luego vinieron los 400 euros, los cheques bebés y dinero para mejorar las aceras publicitadas en enormes paneles.

En el desayuno con la noticia de que estábamos endeudados por partida doble, la alerta pasó a DEFCON 3 acompañada de un nudo en el estómago. Sabíamos que estábamos endeudados a nivel particular, y nos enteramos que el estado "había pasado de superávits presupuestarios a déficits y al endeudamiento" provocado por los programas de rescate de los prestamistas (socialización de las pérdidas), por la disminución de ingresos derivada de la recesión de la actividad económica, y por el consiguiente aumento del gasto subvencionando el paro. Y de que esto estaba muy mal visto por los mercados que nos indicaban el camino del rigor y de la disciplina presupuestaria. ¡Pues vaya! ¡Y nosotros pensando que les habíamos salvado de su falta de rigor y de disciplina!

La bombilla de alerta pasó al color naranja -DEFCON 2- cuando otro día, este ya aciago, desayunamos con que lejos de salir de la crisis provocada por los mercados financieros, la crisis había mutado como los virus pasando a afectar a los Estados. Todavía sonaban los ecos de eso de los brotes verdes y de los planes para pasar de la economía del ladrillo a otra sostenible, y llegó lo de Grecia, su tardío rescate y la imposición de medidas muy serias y fuertes que están provocando un conato de rebelión popular.

El cambio de la bombilla al rojo fucsia -DEFCON 1- se produjo en el desayuno con medidas de ajustes en aspectos y condiciones negadas sólo una semana antes. A esto se sumaron voces aparentemente solventes, que alertaban sobre el que limitar el ajuste a la recaudación fácil y rápida para tranquilizar a los mercados (que nos siguieron subiendo el precio de la deuda), y disminuir la inversión y con ello el crecimiento, son pan para hoy y hambre para mañana y que alargarán la salida de la crisis. Ese día nefasto el futuro se tiñó de ocres y negros.

En las viejas películas de la guerra fría, ni los estrictos protocolos ni la disciplina manu militari conseguían reconducir las situaciones de crisis cuyas mutaciones producían continuas sorpresas y sobresaltos. Frente a esto, en esta película dramática de nuestra crisis, los dirigentes políticos estaban, y parece que siguen estando, no ya fuera de juego, sino fuera del campo de juego. Es más, daba la sensación de que algunos no sabían que había partido. Recuerdan aquello de: ¿crisis, qué crisis?

No saber a dónde vamos, por dónde nos conducen y en qué va a acabar todo este caos, hace que las sensaciones de impotencia, desconcierto y temor sean cada día más agudas, apuntando ya en algunos casos directamente al pánico. Sensaciones que se acrecientan cuando leemos y oímos a gente reputada que no hemos aprendido nada de las crisis anteriores, que esta era previsible, que las medicinas aplicadas al virus son en parte tóxicas, que ya veremos como muta el virus, y lo más desolador: que tenemos una economía de crisis para rato.

En la guerra fría, el DEFCON 0 -el Holocausto Nuclear- no llegó a producirse por la certeza de que sería el fin de todos. Esta realidad me lleva a confiar en que el desastre económico total no se producirá, por la sencilla razón de que también para ellos, para -los mercados- sería el final. Al igual que los políticos, nos necesitan, sin nosotros no son nada. Ese es nuestro valor que apunta a la resistencia activa como una potente herramienta de cambio, lo que me trae a la memoria que la resistencia no violenta de Gandhi liberó a la India de dominio de Inglaterra sin que se produjera una catastrófica guerra.

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