Amigos, muy amigos, negocios y política

Por ER JIMI

Apasionado de la txistorra de Arbizu

El chusco suceso protagonizado en estas últimas horas por la no-noticia de la ayuda prestada a Antonio Catalán (AC Hoteles) por parte de Caja Navarra se puede tomar de tres formas posibles, en mi opinión. Para los que todavía no estén al tanto, la película de los hechos es la siguiente. El periodista navarro Daniel Forcada escribió en El Confidencial: "Caja Navarra sale en auxilio de Antonio Catalán (AC) y entra en su capital". Ahí se apuntó que la cadena de hoteles del empresario corellano tendría problemas de liquidez a causa de la crisis y que, por lo tanto, habría solicitado un crédito por valor de seis millones de euros a la primera entidad financiera de la Comunidad foral. Ésta se lo habría concedido a cambio de una participación del cinco por ciento en AC Hoteles.

Ayer, Diario de Navarra también recogía en parte esa información pero reduciéndolo todo a una opción de compra. El hecho es que no habría pasado a mayores si no se hubiera sido porque la noticia de El Confidencial fue retirada a las pocas horas de publicarse y, sobre todo, porque afecta de forma directa a una figura "tan reconocida y reconocible" como Antonio Catalán. Entonces, ¿qué análisis se puede hacer de este embrollo?

1. Que lo que le acontece con D. Antonio Catalán sea bueno, malo o regular es, en gran medida, culpa en exclusiva de... D. Antonio Catalán. Es decir, en el verano de 2007, este directivo gestionó tan mal su presunta intervención en el acuerdo alcanzado entre UPN y PSOE sobre el Gobierno de Navarra que ahora tiene que apechugar con "el foco" que le persigue a todos los sitios. Es una carga que él eligió libre y voluntariamente.

2. Sin embargo, a mí lo que más me preocupa es que Antonio Catalán es promocionado como "modelo de". No dudo de sus enormes éxitos económicos y empresariales. Mi felicitación y mi reconocimiento por ello. El problema es que si se publicita este tipo de figuras también se da por válidos y, hasta recomendables, todo lo que hace. Pues bien, a mí personalmente no me gusta la proximidad que destila, la "camaradería" que mantiene y exhibe sin pudor con los responsables públicos. No es el único, pero yo extraño la promoción de otro tipo de profesional menos seguidista o "amiguito de". En fin, unos gestores que sepan diferenciar su actividad con otro tipo de intereses, que tengan una visión de negocio más amplia y más a largo plazo que el logro inmediato de éstas o aquéllas subvenciones como consecuencia de las relaciones más o menos cordiales que mantienen con "quien corta el bacalao".

3. Por ello, sólo nos queda una salida: o nos resignamos y asimilamos todo lo que nos quieren echar o; nos planteamos seriamente la necesidad imperiosa de recuperar ciertas barreras que, por decencia con los que nos rodean y por 'higiene mental', mantengan separado lo público de lo privado.