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Economía

martes, 10 de febrero de 2009

Desde Palestina (II): La Odisea en Israel

Por E. J.
Periodista pamplonesa, informa desde Israel


(Nota de la redacción: al leer el artículo, entenderéis lo de firmar con iniciales).

Me desperté antesdeayer con el sonido de unas campanas sin saber donde estaba. Y de pronto me di cuenta: es verdad, estoy en Jerusalén. ¿Cómo? ¡Es verdad! ¡Estoy en Jerusalén! Desde la odisea de Ulises, nunca fue tan difícil llegar a un lugar. Desde mi cama de hostal barato en la ciudad vieja, me tomo unos minutos para recordar las últimas 48 horas.

El autobús salió de El Cairo tarde y llegó con dos horas de retraso, como de costumbre, y se estropeó a mitad de camino, como sucede bastante a menudo. Llegué a la frontera egipcia y pasé sin problemas. Hasta aquí, todo normal. El viaje surrealista comenzó al intentar atravesar la frontera israelí.

El agente fronterizo abrió mi pasaporte y al momento le destrozó los ojos el sello sirio que revelaba el destino de mis últimas vacaciones. Automáticamente llamó a su jefe. Había asumido que me retendrían un rato, pero nunca hubiera imaginado lo que sucedió durante las 5 HORAS siguientes.

El jefazo me llamó a su despacho y comenzó el primero de una larga serie de interrogatorios absurdos. Reproduzco uno de los momentos del primero.
- ¿Por qué estuviste sólo un día en Damasco?
- Porque no tenía más tiempo.
- ¿Por qué? ¿Qué tenías que hacer?
- Ver más cosas en Líbano.
- ¿Cuáles?
- Todos los que tenían ruinas romanas.
- ¿Con quién fuiste?
- Sola.
- ¿Por qué?
- Porque sólo yo tenía vacaciones.
- ¿Has estado antes en Israel?
- Sí (hubiera mentido, pero no sabía si tenía una base de datos donde lo pudiese comprobar).
- ¿Y por qué vuelves?

- Porque me gustó mucho.
- ¿Y por nada más?
- Generalmente en el resto de países se alegran de que la gente vuelva, no veo cuál es el problema.
- ¿Con quién viniste a Jerusalén?
- Con mi novio, de vacaciones
- ¿Sigue siendo tu novio?
- (???)
- ¿Y por qué no fue contigo a Siria y Líbano?
- Porque no tenía vacaciones a la vez que yo.
- Vale, espera fuera.

Salgo fuera y me siento en un banco. Pasado un rato de espera se sienta a mi lado un chico. Se llama Edgar, es mejicano y venía con dos canadienses en su camino hacia Jordania. Ellos han pasado sin problemas, a él lo han retenido. Comparamos interrogatorios para pasar el rato, aunque la paranoia nos hace desconfiar incluso entre nosotros y no nos contamos nada de nuestra vida.


El jefazo me vuelve a llamar a su despacho. Me da un papel y me dice que escriba mi dirección de e-mail, mi teléfono móvil y el nombre de mi padre. Elijo el menos subversivo de mis e-mails y le doy mi número correcto. Comienzan de nuevo las preguntas:
- ¿Por qué tu mail es éste que no tiene nada que ver con tu nombre?
- Porque me gusta El Señor de los Anillos y es uno de los personajes.
- ¿Cuándo llegaste a El Cairo?
- ("Lo pone en el visado del pasaporte, capullo", pienso) Hace 5 días.
- ¿Y cuándo te vas?
- Una semana después de volver de Israel. (Mentira, pero a ver cómo le explico que me quedo dos meses más para estudiar árabe)
- ¿Tienes billete de avión de vuelta?
- No. (Mentira, pero no puedo enseñarle el billete para dentro de dos meses.)
- ¿Por qué no tienes billete?

- (Me empiezo a oler que el asunto va a traer cola, así que me invento algo que resuelva la verdad, y más vale que lo hago.) De hecho, sí tengo billete de vuelta; lo cogí porque era una oferta y era barata, pero no tengo intención de volverme dentro de dos meses, como pone en el billete, porque entre otras cosas estoy sin trabajo y no tengo tanto dinero.
- ¿Dónde compraste el billete?
- En internet.
- Abre tu correo y enséñamelo. (Me gira el ordenador. Abro el mail haciéndome la tonta, perdiendo el tiempo hasta que entra otro policía, le distrae y puedo meter la contraseña sin que la vea. Ve el billete.) De acuerdo, ciérralo y espera fuera.

Me aseguro de que salgo del correo y de la página convenientemente. Salgo fuera. A Edgar le acaban de registrar todo su equipaje y le han encontrado un libro sobre Mahoma que le regalaron en una mezquita que visitó en El Cairo. Le han preguntado por qué lleva ese libro. Le cuenta su procedencia y le explica que cualquier libro tiene interés. La respuesta de la agente que le interroga es: “¿Y por qué no lees uno sobre los hebreos?” Él responde que quizá lo haga. (¿Qué otra cosa puede decir?)

El rato va pasando y llevo casi tres horas en la frontera. Son las 6 de la tarde y se ha hecho de noche. El último bus hacia Jerusalén salía a las 4.30 de la tarde, por lo que asumo que dormiré en Eilat.

El jefazo vuelve a llamarme al despacho.
- ¿Tuviste trato con algún local la última vez que estuviste en Israel? (pregunta trampa. Ya me la hicieron en el aeropuerto de Tel Aviv la última vez y me quedé sorprendida de que llamasen ‘locales’ a los palestinos.)
- (decido hacerme la tonta –o pasarme de lista, según se mire- y ver qué pasa) Sí, claro.
- (al jefazo le pilla por sorpresa la respuesta) ¿Cómo que sí?
- Claro, no me quedé todo el día encerrada en el hotel. Si vas a un restaurante es inevitable hablar con el camarero, y si voy a hacer un tour por Tel Aviv, hablo con el guía.
- (se queda un momento callado. ¿Qué va a decirme? Algo así como: “no, no me refería a los locales israelíes sino a los ‘locales palestinos’”. Imposible.) Hiciste algún amigo israelí?
- No.
- ¿Por qué no?
- Porque estaba con mi novio y no vine para hacer amigos sino para disfrutar de las vacaciones con él.
- O sea que ahora que vienes sola harás amigos.
- (¿???) Puede.
- Entonces, me aseguras que no hiciste un amigo israelí o con móvil israelí. (Se ve que ya se ha recuperado de mi anterior respuesta sobre los locales y le ha dado la vuelta: incluso los palestinos tienen prefijo de israel.)
- Sí, lo aseguro.
- Eso quiere decir que si cojo tu móvil no encontraré en tu agenda ningún teléfono israelí.
- (Me la juego y respondo indiferentemente) No.
- Vale, sal fuera.

Salgo fuera, me aseguro de que nadie me ve y camuflo los números israelíes de mi móvil cambiándoles los prefijos. No los puedo borrar porque no los quiero perder y no me siento capaz de memorizarlos. Espero otro buen rato junto a Edgar, que está ya tan cansado de todo que hace bromas por no llorar.

Al cabo del rato viene una chica de unos 22 años y me dice: "Coge tu equipaje y ven conmigo". Paso a la sala de al lado con ella. Allí me esperan diez agentes (cinco chicos y cinco chicas, que nadie diga que no es un país moderno) y otro más vigila la entrada, metralleta en mano. Abren mi mochila y empiezan a esparcir todo en una mesa larga. Y cuando digo todo, es todo: desenroscan los calcetines, abren los botes de champú y toman muestras, sacan todos los CD del portacedes y le pasan un detector de restos a todas y cada una de mis cosas, incluso a las pilas del discman.

Una de las chicas me dice que pase a una estancia con una cortinilla. El de la metralleta se desplaza hasta la cortinilla, como custodiando la entrada (¿qué va a hacer? ¿dispararme si intento escaparme?) La chica me cachea a fondo de arriba abajo. Tras ello me pasa por todas partes un detector de metales. La máquina pita cuando la pasa por el botón del vaquero y se queda pensativa un momento. “Bájate los pantalones”, me dice. Yo le pregunto si no es demasiada molestia cerrar bien la cortinilla. Ella, como importunada, la cierra del todo de mala gana. Me bajo los pantalones y me pasa el detector de metales. Ya no suena, parece que se convence de que no me he escondido nada en mis partes íntimas.

Salgo de la salita y me fijo en que mi portátil ya no está en la mesa junto con el resto de las cosas. En ese momento uno de los chicos lo trae. La chica que me ha registrado me dice: “Está bien, puedes recoger tus cosas.” Miro cómo todo está esparcido por la mesa. Qué agotamiento. Empiezo a hacer de nuevo la mochila. Uno de los chicos me trae un vaso de agua. Me pregunto si será realmente agua o un veneno para acabar conmigo del todo. Cuando estoy terminando, aparece el jefazo con mi pasaporte y me dice: “Que lo pases bien en Israel.” Le miro a los ojos: “¿Tú crees?” Le suena el móvil y se va.

Recojo todas mis cosas y salgo, por fin, de la frontera. Edgar ha salido antes que yo, pero me ha esperado en la salida. Cogemos un taxi al centro de Eilat y nos enfadamos con el taxista, que nos intenta timar. Le pagamos y nos dice: “vuestro problema es que no os fiáis de la gente.” Le contesto: “Las cinco horas que me he pasado en la frontera demuestran que vosotros tampoco podéis dar mucho ejemplo.” Él no se da por vencido: “Esto es Israel, no es Egipto.” Yo tampoco me callo: “Me doy perfectamente cuenta de la diferencia”.


Encontramos un albergue barato donde pasar la noche y al día siguiente nos presentamos en la estación de autobús a primera hora para coger un bus a Jerusalén. (Después de lo que le ha costado entrar, Edgar decide quedarse en Israel y e ir más adelante a Jordania.) Pero no hemos caído en algo: ¡es sábado! Es el día sagrado de los judíos y sólo hay un bus a Tel Aviv que sale al cabo de 2 horas. Esperamos pacientemente mientras un policía nos vigila y nos llama la atención cuando nos alejamos demasiado de nuestro equipaje.

Llegamos a Tel Aviv a las 4.30 de la tarde. Buscamos un minibús para llegar a Jerusalén. Como es sábado y no hay casi transporte público, el billete cuesta bastante más de lo normal. Una hora después, por fin, llegamos a Jerusalén y, exhaustos, cenamos algo y nos vamos a dormir.

Para los que hayáis leído hasta aquí, pensaréis que ha sido un texto muy largo. Pues sí, lo ha sido. ¡Espero que lo sintáis conmigo! En mi siguiente rato libre prometo hablar sobre el ambiente electoral. Gracias por vuestra paciencia.

17 comentarios: on "Desde Palestina (II): La Odisea en Israel"

Anónimo dijo...

Impresionante. ¿Y ese país se llama democrático?

Anónimo dijo...

Felicidades a Erika por el reportaje. Impresionante

Anónimo dijo...

Pues no se te ocurra salir en avión desde Tel Aviv con una silk-epil (sí, la maquinilla de depilar)... Me tocó estar "retenida", sin interrogatorios, pero en la cola de los equipajes una hora, con preguntas absurdas, trajeron a uno que hablaba español y con la maleta abierta ante todo el que pasaba... eso sí, "amablemente" me custodiaron hasta la puerta de los pasaportes (menos mal que no a la de embarque, porque iba con otros dos periodistas y si se hubiesen dado cuenta pues... lío al canto!). Decid siempre que sois estudiantes y agenciaos antes un carné que cuele como tal... evita malos rollos. Suerte para la próxima :)

Casto López Armada dijo...

Como consuelo, habrá que pensar que ese miedo con el que viven lo tienen muy merecido y es una pequeña victoria de los palestinos.
Pero sólo como consuelo.

Anónimo dijo...

La enfermiza personalidad de los judios israelies, que piensan que son terroristas todos que no son como ellos, les hace ser tremendamente infelices porque ven riesgos en donde no existen. Ellos se lo tienen merecido, pero desgraciadamente como tienen poder económico, también hacen infelices, o peor matan, a quienes de alguna forma se tienen que relacionar con ellos. Enhorabuena por el reportaje

Eric dijo...

Hombre, decir que tienen merecido el miedo me parece, como poco, exagerado, no es un problema de buenos y malos, Hamas es un grupo terrorista, ser pobre o débil no da ni quita razones. Cuando desde que se crea tu país todos los que te rodean están deseando tu desaparición y te atacan por todos lados es normal ser un poco paranoico. Otra cosa es que se pasen y que hagan salvajadas como la de Gaza y que lleven demasiados años cultivando el odio.

Casto López Armada dijo...

Pues yo creo que sí se lo tienen bien merecido. Sí es un problema de buenos y malos, aunque en la ecuación, todos sean malos.
La clave está en lo que tú has dicho. Cuando un país "se crea" de manera antinatural, es imposible que no genere como mínimo recelo en los de su alrededor.
España existe como tal desde el siglo XV y aun no se ha solucionado el problema de la territorialidad.

Eric dijo...

Israel no se creó de manera tan antinatural. A las razones históricas de la tierra prometida (les echaron) se unen razones sociales, desde finales del siglo XIX hubo un gran número de judíos que emigraron a lo que hoy es Israel, entre otras razones porque les perseguían en Europa. Después de lo que ocurrió en la segunda guerra mundial me parece natural que muchos quisieran abandonar sus países e iniciar una nueva vida en la tierra prometida. Y la creación de Israel no es que haya generado recelo, es que la Liga Árabe le declaró la guerra de inmediato.
Como bien has dicho, todos son malos, todos han alimentado la espiral de odio, la diferencia es que unos son más ricos y más fuertes. No me cabe ninguna duda de que Hamas haría lo mismo que Israel si tuviera el mismo armamento. Pero lo políticamente correcto es decir que los malos sólo están en un bando.

Casto López Armada dijo...

Te recuerdo que la "tierra prometida", se la prometió Dios. Si tu supieras lo que me promete a mi todos los días...
A mi también me parece natural que después de la guerra muchos quisieran abandonar sus países. Después de la guerra civil, muchos españoles se fueron a sudamérica o rusia, pero no se hicieron un cortijito con el beneplácito de la recién creada ONU, como sí hicieron los israelíes.
Por supuesto que la liga árabe les declaró la guerra. Sin contar con ellos les habían metido el enemigo en casa. No es que me parezca bien, pero motivos ya tenían.
En efecto, todos (los gobernantes y sus seguidores, no los civiles que ni sienten ni padecen) son malos. Pero lo políticamente correcto es lo que tú dices: contar la historia de la "creación" del estado de israel y las reacciones de sus vecinos.
La realidad es que, a día de hoy, por mucho que la violencia esté en las dos partes, la espiral de odio sólo la alimenta Israel. Si quisiera, como dicen, sólo defenderse, lo haría sin ningún tipo de problema; lo que sucede es que su deseo real es exterminar a los pueblos árabes, y los que lo pagan, claro, son el pueblo sin estado que es palestina.
Pero por muy fuerte que sea un país, debe saber que por muchas batallas y guerras que gane, donde las dan, las toman, y que también perderá y sufrirá.
Por cada huérfano que dejan crecen cuatro hombres dispuestos a perder lo único que tienen (su vida) con tal de asestar un golpe de venganza.
Es lo que tiene dejar a tus enemigos sin nada que perder.
Por eso tienen esa seguridad; por eso tienen ese miedo; y por eso se lo merecen.

Eric dijo...

Yo tampoco me creo que Israel sólo quiera defenderse, la desproporción de sus ataques le quita las razones que pueda tener. Y también creo que su brutalidad es contraproducente y lo único que hace es alargar el conflicto, si es que algún día termina. En cuanto a la creación del Estado de Israel no se ideó de la noche a la mañana, no niego que fuera chapucera, pero había más razones que la promesa de Dios para plantearla. También es cierto que sin la mala conciencia que dejó el Holocausto nunca se hubiera producido. En cualquier caso, tienen que vivir juntos y ni los unos ni los otros han hecho demasiados esfuerzos.
Y decir que los israelís se merecen el miedo me sigue pareciendo fuera de lugar, tú mismo has dicho que los malos son los que gobiernan. No soy proisraelí, pero a veces me da la sensación de que sólo se cuenta una parte de la película.

Juli Gan dijo...

Hola!! Yo antes tenía muchas ganas de visitar Israel (y Jordania y Síria...)Pero ya hace tiempo que me quitaron las ganas. No es la primera vez que leo/oigo cosas como las que he leído aquí. Una vez cayó en mis manos un libro de viajes escrito por unos chicos vascos y contaban entre irónicos y descorazonados sus horas de pugnas interrogatorias con militares israelíes de acento sudamericano que habían tenido la suerte de hacer su aaliyah sin que nadie les diera por el culo en las fronteras.

Ánimo!

Anónimo dijo...

En un país en guerra lo que no se puede esperar es que todo sea como nos guste. Sobre todo viniendo de Europa, pues sus sociedades bienpensantes ya han catalogado como asesinos a los israelitas, con una miope visión del conflicto donde Hamas tiene mucho que explicar. En primer lugar a sus "hermanos" egipcios y árabes

Casto López Armada dijo...

Te recuerdo que durante la última ofensiva israelí se publicaron unas encuestas (no por los europeos, sino por opositores israelíes) que decían que casi el ¡90%! de la población respaldaba a su gobierno en la invasión de gaza. Parece que hay muchos malos por ahí, o su gobierno se toma muy en serio lo de convencer a sus ciudadanos de que presten su respaldo.
No me cabe duda de que quedan partes de la película sin contar. Pero lo que sí estoy seguro es que cada muerte por una bomba o un mortero es una película de terror y drama, y por lo visto, la proporción es de 1000/10, aproximadamente.
Lo de israel en gaza es, se mire como se mire, un genocidio con todas las letras y en mayúsculas.
Y los muertos están ahí, no es victimismo palestino.
E insisto en que se merecen el miedo y la paranoia. ¿Acaso los palestinos no pasan miedo con el ruido de los aviones, pensando en si esta vez tocara la bomba en su casa? Lo que pasa es que ellos no tienen los medios de defensa ni las fronteras israelíes, y al parecer, no han perdido tanto la cabeza como para sospechar de cualquier mochilero occidental. Por lo visto, en los mercados israelíes se han inmolado muchos periodistas rubios armados con sus libretas.

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No se si hamas tiene mucho o poco que explicar o a quien. Por lo que yo se, la culpa de que esta organización ocupe el gobierno en lugar de la anterior, más moderada, es básicamente debido a la radicalización del conflicto. Y el culpable de esto, también es israel.
Hay gente que niega el holocausto, y hay gente que niega el genocidio actual. Parece ser que hay mucho descreído por ahí. Las imágenes están en todas partes.

Eric dijo...

Vuelves a tener dos varas de medir, Casto. ¿Hay que culpar a los civiles israelís por apoyar la invasión de Gaza pero no hay que culpar a los palestinos por elegir a una organziación terrorista para gobernarles? Todo es consecuencia de la espiral de odio que han alimentado las dos partes, las dos.
Tampoco estoy de acuerdo en que se use el término genocidio con tanta ligereza (compara cifras y modos de actuación con genocidios del siglo pasado: Armenia, el Holocausto, Camboya...). Y te recuerdo que uno de los motivos de que haya tantos muertos es que Hamas no tiene reparos en usar a sus amados compatriotas de escudos humanos (lo han reconocido).
Repito que no disculpo la salvajada de Israel, pero me gustaría que se dijera que hay canallas en los dos lados.

Casto López Armada dijo...

Estaba esperando que saliera el tema de los escudos humanos.
Para no disculpar a israel, pones mucho énfasis en ver normalidad en sus actuaciones.
Yo no he dicho que los civiles palestinos no hayan elegido a hamas, lo que he dicho es que al parecer, el castigo de éstos es la muerte (es lo que opina israel, y parece que también tú). Pues bien, el castigo de los israelíes es el miedo. Aun salen ganando, creo yo.
Te parecerá mal que se use el término genocidio con ligereza (aunque ellos tratan a todos como si fuesen terroristas. Incluso a los periodistas extranjeros), pero es lo que es. A Israel no le duelen prendas en matar a 40 civiles con la excusa de que en el sótano de su casa, supuestamente, había un depósito de armas de un grupo de terroristas. Ese desprecio por la vida del diferente y ese afán por aniquilarlo es genocidio, lo mires como lo mires. Déjales dos añitos con los medios de comunicación de los años cuarenta y verás lo que hacen.

Eric dijo...

Veo que entras de lleno en el terreno de la manipulación y la demagogia. No sé de dónde te sacas que opino que el castigo a los palestinos debe ser la muerte. Sólo he dicho que tan responsables son los israelíes de apoyar la invasión de Gaza como los palestinos de votar a Hamas. ¿Hubiéramos llegado a esta situación con gobiernos moderados en los dos lados? Todo es consecuencia de la espiral que han alimentado las dos partes, aunque tú sólo quieras ver una. Los dos siembran odio, cada uno con lo que tiene.
Y tampoco sé de dónde sacas que veo "normalidad" en las actuaciones de Israel. ¿A qué actuaciones te refieres? Sólo he dicho que me parece normal que sean algo paranoicos y que cualquier país lo sería en su situación. Lo que ha hecho Israel en Gaza me parece igual de inaceptable que a ti. Pero insisto en que no son los únicos malos de la película.
Ah, y el desprecio por la vida del diferente también está en los dos bandos.

Casto López Armada dijo...

Mira, este debate tiene una solución muy sencilla. Que Israel desocupe todos los territorios y se repliegue dentro de las fronteras de su estado (por supuesto que antinatural) donado por la ONU. Entonces, podrán hacerse la víctima. Mientras tanto, los que se defienden son los demás.

Por otro lado, como organización terrorista, hamas no le llega a la suela del zapato al estado de Israel. Respecto a lo de alimentar la espiral de violencia, ¿Hay que recordarte en qué circunstancias murió Arafat? Recuerda que se supone que en esto, él era el moderado (aunque también le llamaban terrorista claro), y a ese respecto podría lucir su premio nobel de la paz.
No olvides que cuando termina una ocupación, lo que los "ocupantes" llamaron terrorismo, pasa a llamarse resistencia.