Por LA TXISTORRA DIGITAL
Tenemos el privilegio de entrar en el estudio de José Ignacio Agorreta (Pamplona, 1963). Cada óleo del pintor navarro es un poema que nos abruma por la belleza de las combinaciones cromáticas plasmadas sobre el lienzo, por el lirismo que rezuma de sus cuadros y, de modo singular, por su particular personalidad artística. Un edificio vacío y anónimo, arquitecturas desvencijadas, piezas industriales o delicadas ramas de árboles componen la obra del pintor pamplonés, las cual cobra vida, unas veces de modo directo y, otras, de manera velada. Agorreta pinta poesía.
- Usted pinta fábricas abandonadas y artilugios de metal, ¿por qué?
- La razón estriba en que me las he encontrado en el camino, casualmente. Además, pintando estos artefactos herrumbrosos puedo expresar por medio de la pintura lo que me resulta imposible decir con palabras. Busco con la mirada rescatar la parte bella del objeto no hermoso a priori, pero que sin lugar a dudas existe. En ocasiones, cuando voy por la carretera y veo una chimenea vieja siento la necesidad de pintarla. Es mi modo de estar en el mundo.
- La razón estriba en que me las he encontrado en el camino, casualmente. Además, pintando estos artefactos herrumbrosos puedo expresar por medio de la pintura lo que me resulta imposible decir con palabras. Busco con la mirada rescatar la parte bella del objeto no hermoso a priori, pero que sin lugar a dudas existe. En ocasiones, cuando voy por la carretera y veo una chimenea vieja siento la necesidad de pintarla. Es mi modo de estar en el mundo.
- Pero también pinta ramas de árboles, ¿a qué se debe ese contraste entre lo vivo y lo muerto?
- Yo no creo que haya diferencias: es mi mirada subjetiva la protagonista de los cuadros con los que pretendo pintar poemas. En realidad, me da igual un silo, una fábrica abandonada o una frágil rama. Me sale inconscientemente fijarme en lo que los demás no reparan. Procuro sacar la sustancia de esos objetos anónimos que de otra manera pasarían inadvertidos o despreciados. Mis óleos nacen de la humildad, por eso deben observarse despacio. Yo pinto en voz baja.
- ¿Cuándo y dónde empezó a pintar?
- No recuerdo ningún día de mi vida sin pintar. De niño mis mejores momentos los recuerdo con lápices de colores en la mano. Era, por otra parte, la manera en que yo me sentía gratificado. Ya con 20 años comencé a trabajar en la ferretería familiar y cuando acababa la jornada laboral pintaba de noche, primero en una trastienda y luego en cualquier cuarto o en habitaciones que me dejaban generosos amigos. En aquélla época, a mediados de los ochenta, tomé conciencia de la creación artística como desahogo de mi angustia vital. Por fortuna, ahora vivo de la pintura, que ha evolucionado del expresionismo existencial y colorista de mi juventud a una figuración que prima lo implícito más que lo explícito”.
- Entiendemos que ha deshumanizado el arte, que diría Ortega. Esto... ¿se consigue sólo con las manos?
- Es cierto que, a pesar de la ausencia de personas en mis cuadros, las preocupaciones humanas como la soledad o el paso del tiempo condicionan mi obra. Mi pintura no nace con premeditación: las manos guiadas por la intuición deciden – a veces – tanto como la mirada reflexiva. Incluso el azar interviene cuando al superponer papeles de periódico sobre el óleo y ser desprendidos, difuminan las imágenes dejándolas descansar en atmósferas de colores ambiguos, tan protagonistas como lo que deseo representar.
- Es cierto que, a pesar de la ausencia de personas en mis cuadros, las preocupaciones humanas como la soledad o el paso del tiempo condicionan mi obra. Mi pintura no nace con premeditación: las manos guiadas por la intuición deciden – a veces – tanto como la mirada reflexiva. Incluso el azar interviene cuando al superponer papeles de periódico sobre el óleo y ser desprendidos, difuminan las imágenes dejándolas descansar en atmósferas de colores ambiguos, tan protagonistas como lo que deseo representar.
1 comentarios: on "Agorreta, poeta de la pintura figurativa"
A este si que lo tenían que presentar de candidato al próximo Príncipe de Viana.
Menudo pedazo de pintor
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