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Juan José Domínguez

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Economía

martes, 8 de febrero de 2011

Policía provocadora

La detención, la semana pasada, de los (presuntos) responsables de los hechos ocurridos en el chupinazo, que acabaron con un joven con daño cerebral por un botellazo, ha suscitado a nuestro colaborador Syldavo de Syldavia algunas reflexiones. Y eso, sin meterse con lo ocurrido con el (presunto) falso testimonio de un mando policial en las detenciones practicadas durante los propios Sanfermines.


Por SYLDAVO DE SYLDAVIA
Provocador sin bandera

La noticia es antigua, aunque se ha puesto de nuevo de actualidad estos días porque parece que han detenido al culpable; al verdadero culpable, porque antes detuvieron y acusaron a otra persona. El pasado 6 de julio, justo antes del chupinazo, un joven madrileño recibió un botellazo en la cabeza que le produjo hundimiento craneal y una hemorragia interna; pasó una semana en la UCI del Hospital de Navarra y desde entonces padece las secuelas de un Daño Cerebral Sobrevenido. Tardó meses en recuperar el habla y no se sabe si se recuperará totalmente algún día.

Pero más allá de la responsabilidad penal y civil que debe exigirse con todo rigor al culpable del hecho, conviene recordar el origen de los hechos. Como se ha publicado en la prensa, mandos de la Policía Municipal de Pamplona recibieron la noticia que desde alguno de los pisos del portal número 10 de la calle Calceteros “se podía facilitar material de tipo político reivindicativo a personas que se encontraban en la plaza consistorial para ser desplegado durante el chupinazo”; así que un grupo de agentes se acercó por allí para impedirlo. El principal material político-reivindicativo a desplegar era una monumental ikurriña, así que los agentes se pusieron a forcejear con sus portadores. Ahí es donde surgió el enfrentamiento que dio lugar al lanzamiento de la botella con tan lamentables consecuencias.

Y a mí, particularmente, a lo mejor porque soy raro, se me ocurre hacer las siguientes reflexiones:

1. Que yo sepa, no es ilegal desplegar material político reivindicativo en un espacio público. Forma parte de la libertad de expresión mostrar una bandera, una pancarta, un cartel. La Policía está para proteger ese derecho, no para reprimirlo cuando le parezca oportuno. Sólo está facultada para impedirlo si esa actividad incurre en delito o genera desórdenes públicos.

2. La ikurriña no está prohibida. Es la bandera oficial de una Comunidad Autónoma española, y también la bandera utilizada extraoficialmente por diversos partidos políticos legales tanto en España como en Francia, e incluso por algunas asociaciones culturales y folklóricas. Los ciudadanos particulares (otra cosa son las instituciones) pueden utilizarla libremente en cualquier lugar de España, incluida Navarra. Desplegarla en la plaza consistorial ni es delito ni en sí mismo es un desorden público.

Otro tema es que guste más o menos que algunos tengan la costumbre de sacar ikurriñas en el chupinazo. A mí me gusta más bien poco; no hay cosa más cansa y pesada que un grupo de nacionalistas dando la brasa permanente con su reivindicación de identidad y sus símbolos, lo mismo me vale para los nacionalistas vascos que los españoles (incluida la subespecie navarrista). Una cosa es que cada cual tenga derecho a ser y a sentirse lo que quiera, y otra es que den tanta barrila para que los demás les tengamos que reconocer y certificar que son lo que dicen ser. El que quiera sentirse vasco, o navarro, o navarrrro, o más español que nadie, o paraguayo, perfecto, pero por favor, que lo haga en silencio. De cualquier manera, que algo sea molesto y pesado no quiere decir que sea ilegal y haya que enviar a la caballería.

3. La Policía Municipal está para prevenir, no para provocar alteraciones del orden público. En una ocasión como la del chupinazo, con cientos de personas apretujándose en la plaza consistorial, algunas de ellas en avanzado estado etílico, algunas intentando introducir botellas de cristal que suelen acabar hechas añicos por los suelos, no veo que la prioridad de los agentes deba ser evitar que haya una ikurriña a la vista, sea del tamaño que sea. Igual de improcedente sería que se ocuparan en esos momentos de perseguir a un catalán que lleve la bandera cuatribarrada o a un andaluz que exhiba la suya.

4. Los sujetos que suelen desplegar el material político reivindicativo, además de pelmas, ya se sabe (lo debiera saber la Policía Municipal), no suelen ser siempre pacíficos. Empeñarse en arrebatarles la ikurriña suele llevar a que se produzca un enfrentamiento y una alteración del orden público como la que se produjo. Intervenir en esas circunstancias suele ser la peor forma de prevenir y la mejor forma de provocar la alteración. Si suponemos que la Policía Municipal está al servicio del poder, si suponemos que la prioridad es evitar la reivindicación política de los adversarios o enemigos de los que mandan, no hay duda de que la intervención fue ejemplar. Pero si suponemos que la Policía Municipal está al servicio de los ciudadanos y su prioridad es protegerlos y prevenir daños, nos tenemos que hacer otras preguntas. ¿Mereció la pena? ¿Era tan importante que no se desplegara la ikurriña? ¿Damos por bien empleado el botellazo y el Daño Cerebral Sobrevenido con tal de haberlo impedido?

En unos meses la actual alcaldesa a lo mejor es presidenta y en lugar de cuatrocientos agentes municipales tendrá a su cargo a más de mil agentes forales. Echémonos a temblar.

5 comentarios: on "Policía provocadora"

Unknown dijo...

Os ánimo a hacer algún artículo sobre el acoso que ha sufrido un Policía Municipal en Pamplona. Que vergüenza de Jefatura, que vergüenza de Gobierno Local.

Soyamaiur dijo...

Comparto que los privilegiados a los que hay que dejar en paz cuando sacan su superikurriña son unos pesados. Pero también dan miedo. Y es ahí donde estriba la línea que separa su derecho con su privilegio.

Se saben más fuertes y más motivados que el resto de los mortales para los que el 6 de julio a las 12 es un momento de diversión y fraternidad. Pero no, ellos no. Ellos tienen que convertir ese momento en su perpetuo tiempo espacio de reivindicación política. Pues no lo sé.

No sé si la policía debe evitar que manipulen un tiempo y un espacio que es de todos en su beneficio particular, por aquello de “vamos a dejar al niño tonto que haga tonterías que sino se enfada y la monta”. Eso en mi pueblo es chantaje. Y de veras, Syldavo de Syldavia, estoy del chantaje hasta la boina.

El antihéroe dijo...

Joder Syldavo, me deja una sensación agridulce tu artículo. Por un lado estoy completamente de acuerdo con todo lo que dices, porque no hay vuelta de hoja. Es así. Lo que me preocupa es que, dejando de lado la acción policial, ¿tenemos que tolerar siempre? ¿qué podemos hacer? Tolerar es una palabra que no me gusta, porque significa aguantar algo aunque no te guste o no lo comprendas. Prefiero la palabra respetar. Y es precisamente lo que hacen estos individuos en un día, en un momento, que debería pertenecer a todos.

Me gustaría que alguien aportase soluciones, porque yo no las encuentro. Eso sí, como señalas en el artículo, el culpable del botellazo no fue ni Barcina, ni los municipales, fue el inconsciente que la lanzó.

Anónimo dijo...

Me alegro de que la policía impidiera el despliegue d euna enorme lona por encima d elas cientos de cabeza sque esperaban el chupinazo.

Cubrir un cuarto de la plaza consistorial a esas horas y con toda esa gente no parece la mejor forma de velar por la seguridad de toda las personas que allí se encontraban. ¿Y si alguien le da por prenderle fuego desde dentro por ejemplo?

Me alegro de que el responsable de la agresión que pordujo daños cerebrales a un joven que estaba diviertiéndose pueda ser juzgado por los hechos.

Esa lona podían haberla desplegado el el plan sur o en la vuelta del castillo un 15 de agosto, y ni los abuelos d ela meca les hubieran dicho nada.

Anónimo dijo...

Justificar como se hace una actuación ilegal y desproporcionada por parte de la policía municipal contra una serie de ciudadanos me parece un despropósito. Porque golpear con saña a ciudadanos con armas no reglamentarias, como son las porras extensibles, robar un objeto, la ikurriña, y,lo más grave, atropellar, prohibir, disolver y vetar la libre expresión de las personas es, además de inconstitucional, un delito muy grave en democracia. Pero ¿qué se puede esperar de una monarquía bananera como la que nos imponen aquí, cuando ya fue agredido un concejal en otro 6 de julio por la misma policía cuando intentó sacar una bandera?