Nuestro colaborador Er Jimi no entiende que los fondos del FROB, esos dineros públicos que se les dan a los bancos para sanear sus cuentas, los vaya a usar Banca Cívica para pagar prejubilaciones y así ajustar su plantilla. Y lo entiende menos cuando tira de hemeroteca y encuentra, en memorias antiguas de Caja Navarra, frases grandilocuentes sobre el capital humano de la entidad. Todo aquello pasó a mejor vida.
Un artículo de ER JIMI
Apasionado de la txistorra de Arbizu
Sic transit gloria mundi, esto es, Así pasa la gloria del mundo. Me acordaba yo de esta sentencia latina repasando el apartado dedicado al empleo dentro de la Memoria de RSC elaborada por Caja Navarra en el año 2007. Os invito a que lo leáis porque aparece que "los profesionales que forman Caja Navarra constituyen su principal capital, el humano". También, añade, "el crecimiento del trece por ciento que ha experimentado la plantilla durante 2007, situándose en mil novecientos trece empleados frente a los mil seiscientos noventa y dos al cierre de 2006, se ha basado en el compromiso de la entidad por la contratación fija, de calidad y en la que exista una proporción equilibrada entre hombres y mujeres". ¿Qué habrá sido de todo esto?
Entonces se anunció la creación de doscientos setenta y ocho nuevos empleos fijos, "un once por ciento más del compromiso adquirido para este periodo por Caja Navarra". (¿Se supera el objetivo en un once por ciento y nadie dice nada?). Insisto, hace solo tres años, el 91,2 por ciento del total de la plantilla, mil setecientas cuarenta y cinco personas, eran fijas. Se vivían, sin duda, tiempos de vino y rosas en los que Caja Navarra, además, destacó por su política de contratación expansiva que le llevó a ofrecer trabajo a mujeres mayores de cuarenta años. ¿Y ahora, qué?
Sin embargo, la CAN no ha sido la única. Como bien apunta el consultor Jorge Burgaleta esta película ha sido muy popular dentro del tejido empresarial de Navarra de los últimos años. ¿Su nombre? "Sobredimensione su empresa, caballero". Ahora es cuando sobran, primero, los medios técnicos y productivos; y, luego, las personas. Hay que restructurar, sí. Lo que no me queda tan claro es por qué nuestro sistema laboral solo ofrece dos alternativas cuando se llega a este extremo. O estás activo o estás jubilado. No hay término medio. Por eso, para perder peso y para que el Ferrari siga compitiendo lo que se hace es quitarle gasolina. Menos cotizantes para pagar las pensiones, menos talento e innovación dentro de las organizaciones. No sé. Igual es tarde, pero me cuesta asumir que todos tengamos que pagar sin más un pastizal para que unas personas, seguramente en la flor de la vida y totalmente capacitadas, dejen de trabajar.
Ésta es, por lo tanto, la crónica de una desilusión sobredimensionada. Sobre todo, por las veces que he escuchado eso de que se iban a desincentivar e, incluso, penalizar las prejubilaciones. Vamos. Todavía resuena en mis oídos el retintín de la importancia de retener el talento, de involucrar a las personas, de desarrollar organizaciones cada vez más humanas, ... Palabras y pronunciamientos que quedan archivados donde corresponden, en la P mayúscula de Papelera.
La pena es que dicho contenedor imaginario cada vez es más grande. Por ejemplo, a lo de las prejubilaciones hay que sumar el rescate mil veces negado y hoy confirmado de Irlanda o ese desideratum que afirma que todo buen negocio que se precie se asienta en un plan estratégico razonado y razonable, conocido y compartido por todos y con unos objetivos y un plan de actuación claros, concretos y asumibles. Ya veo. Por cierto, ¿alguien sabe ánde vamos? Yo, tampoco...
Entonces se anunció la creación de doscientos setenta y ocho nuevos empleos fijos, "un once por ciento más del compromiso adquirido para este periodo por Caja Navarra". (¿Se supera el objetivo en un once por ciento y nadie dice nada?). Insisto, hace solo tres años, el 91,2 por ciento del total de la plantilla, mil setecientas cuarenta y cinco personas, eran fijas. Se vivían, sin duda, tiempos de vino y rosas en los que Caja Navarra, además, destacó por su política de contratación expansiva que le llevó a ofrecer trabajo a mujeres mayores de cuarenta años. ¿Y ahora, qué?
Sin embargo, la CAN no ha sido la única. Como bien apunta el consultor Jorge Burgaleta esta película ha sido muy popular dentro del tejido empresarial de Navarra de los últimos años. ¿Su nombre? "Sobredimensione su empresa, caballero". Ahora es cuando sobran, primero, los medios técnicos y productivos; y, luego, las personas. Hay que restructurar, sí. Lo que no me queda tan claro es por qué nuestro sistema laboral solo ofrece dos alternativas cuando se llega a este extremo. O estás activo o estás jubilado. No hay término medio. Por eso, para perder peso y para que el Ferrari siga compitiendo lo que se hace es quitarle gasolina. Menos cotizantes para pagar las pensiones, menos talento e innovación dentro de las organizaciones. No sé. Igual es tarde, pero me cuesta asumir que todos tengamos que pagar sin más un pastizal para que unas personas, seguramente en la flor de la vida y totalmente capacitadas, dejen de trabajar.
Ésta es, por lo tanto, la crónica de una desilusión sobredimensionada. Sobre todo, por las veces que he escuchado eso de que se iban a desincentivar e, incluso, penalizar las prejubilaciones. Vamos. Todavía resuena en mis oídos el retintín de la importancia de retener el talento, de involucrar a las personas, de desarrollar organizaciones cada vez más humanas, ... Palabras y pronunciamientos que quedan archivados donde corresponden, en la P mayúscula de Papelera.
La pena es que dicho contenedor imaginario cada vez es más grande. Por ejemplo, a lo de las prejubilaciones hay que sumar el rescate mil veces negado y hoy confirmado de Irlanda o ese desideratum que afirma que todo buen negocio que se precie se asienta en un plan estratégico razonado y razonable, conocido y compartido por todos y con unos objetivos y un plan de actuación claros, concretos y asumibles. Ya veo. Por cierto, ¿alguien sabe ánde vamos? Yo, tampoco...
1 comentarios: on "¿Ánde vamos, pues?"
¿Y de mí relojico que pasa pues...?
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