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Juan José Domínguez

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Economía

jueves, 8 de julio de 2010

Moverse en San Fermín

De papparazzis por la fiesta

Lo de moverse en San Fermín es una odisea auténtica. Es imposible moverse a pie en determinadas calles y en todos los bares, es imposible moverse en coche por una ciudad de sentidos cambiados (en todos los sentidos, valga la redundancia y el juego de palabras) y, encima, estas fiestas hay días en que es imposible moverse en villavesa. Cualquier alternativa es válida.

Ayer, día de San Fermín, al mediodía, estos tipos con pinta de turista se movían en los conocidos como segways, esa especie de plataforma con dos ruedas y un manillar. La imagen está tomada en la Plaza Príncipe de Viana. Seguro que más de un municipal llamó a la central por radio para preguntar si no tenían que llevar matrícula: esto parece muy "modelno" para lo que estamos acostumbrados en Pamplona. Ahora bien: como cunda el ejemplo, nos imaginamos a los concejales yendo en la procesión montados en estos artilugios. Lo mismo con ese signo cosmopolita sumábamos puntos para la capitalidad cultural.

Moviéndose también estaban estos jóvenes, que optaron por la barca en el Río Arga, a la altura del Puente de Curtidores. Una bella estampa, aunque es cierto que, sin barca contraria con la que picarse, parece más bien aburrido. Fotografía más propia del parque del Retiro en Madrid que de una Pamplona en fiestas. Pero bueno, tal y como están las cosas, quizá sea el medio más rápido para ir desde la Rochapea barraquera hasta ciertos puntos de la Comarca.

Y moverse es también lo que querían los de la pancarta marcada con un círculo. La enseñaban ayer en la Monumental durante el quinto toro, y en ella ponía: "¡Matalo ya! Queremos ver el futbol". Porque quizá no se enteraron pero ayer había un partido. Bueno, difícil no enterarse: banderas alemanas y españolas rivalizaron en los tendidos (curioso, sol con las germánicas, sombra con las rojigualdad) y, además, la Plaza del Castillo fue ayer futbolera. Se suspendieron hasta los tan tradicionales bailables, por mor del Mundial. Suponemos que, para muchos, el "esfuerzo" mereció la pena.

¿Qué cuánto costó el jolgorio futbolero? Pues sumen: los sueldos de los músicos, ya pagados, aunque no tocaran; los 60.000 euros de los derechos de emisión del partido (viva la SGAE y Telecinco); y lo que costara la realización de imagen que se hizo en la propia plaza para mostrar la multitud congregada. Vamos, futesas. Minucias. Menos que Bertín Osborne, que estamos siempre quejándonos. Que pasen luego la factura, que ya la pagaremos entre todos.

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