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Juan José Domínguez

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Economía

viernes, 14 de mayo de 2010

Carta abierta a Bill Gros

Poniendo a parir al que pone a parir


Hay más clases de terrorismo además de aquel que emplea la destrucción y la violencia física para alcanzar sus objetivos. Bill Gros, máximo responsable de Pimco, se ha despachado a gusto sobre la economía española en los últimos días, en un alarde de prepotencia, y lanzando un mensaje claro y contundente: España es la siguiente Grecia. ¿Por qué lanza el mensaje? ¿Quizás exista algún interés en que España entre en bancarrota? Como no estoy del todo de acuerdo con él, he querido transmitirle, a modo de carta, unas reflexiones sobre lo que me parecen él y la banda de cernícalos que representa. Ahí queda.

Estimado Bill:

Si bien me produce una amplia sonrisa escucharte que las agencias de rating están plagadas de “idiotas expertos en matemáticas sin ninguna idea de cómo aplicarlas” (cosa que no es exactamente cierta, pero que tampoco carece de sentido), no es menos cierto que tú representas la quintaesencia del movimiento especulador que ha descalabrado las finanzas internacionales.

No me parece mal que dudes de España, con datos objetivos como la tasa de desempleo y el déficit de las arcas públicas, medidas suficientes para sacar tus dineros de este país. De hecho no necesitas ningún motivo para sacarlos, no hay nadie que te impida hacer lo que te dé la gana. Lo que no me acaba de gustar es que hables de otra justificación consistente en que la economía española “ha hecho default 13 veces en los últimos 200 años”, porque, si lo ha hecho, ¿por qué metiste el dinero cuando llevaba 12 veces en 190 años?

Querido Bill, entiendo que no conozcas las circunstancias históricas que hemos vivido en este país, pero te aseguro que lo que es raro es que solo hayamos hecho “default” 13 veces.

Tampoco me gusta tu visión económica del mundo. Según nos cuentas, tras el hundimiento, ahora ves el mercado inmobiliario como uno de los refugios de la rentabilidad en el futuro. Aquí no estamos por eso, y aunque somos muy tontos, esperamos haber aprendido alguna lección después de todo este chandrío. Pero vamos, si quieres invertir en ladrillo, tu mismo.

La cosa, Bill, esta cambiando. Esto quiere decir que estamos en un proceso de cambio profundo y largo. Sabemos que nos va a costar, y que nuestros políticos hacen todo por impedir lo inevitable, como quien maneja una barquita en un mar gobernado por el caos. Pero el caos es necesario. El caos es creación, y eso es lo que está pasando en este momento, se están creando unas nuevas reglas de juego. Estamos al inicio de un proceso transformador que conllevará varias crisis económicas, pero que debe terminar, no sé cuándo, con un nuevo modelo de orden económico y social.

Y en ese nuevo modelo, la verdad es que creo que la gente como tú no va a tener mucho trabajo. Así que aprovecha el momento y especula lo que puedas, porque si bien es fácil cuestionar la credibilidad de los mercados, en defensa de tus propios intereses, más sencillo es cuestionar la necesidad de que existan especuladores.

Es un debate que existe, y que con un poco de suerte podría liderar la vieja Europa, dentro de lo que sería la transformación más radical de los últimos tiempos. El día en que los ciudadanos nos pongamos de acuerdo y veamos la fragilidad del sistema bursátil, su inconsistencia; el día en que nos preguntemos cómo es posible que una empresa valga tanto un día y tan poco al siguiente, y hallemos como respuesta que todo es debido a los movimientos de la especulación... ese día, quizás nos planteemos que la bolsa no es más que un contenedor virtual de humo, que está transformando el mundo en un vertedero tóxico.

Así que disfruta lanzando mensajes desestabilizadores, pero ten en cuenta que el juego de “poner a parir” se inventó en España, y a eso no nos gana nadie.

2 comentarios: on "Carta abierta a Bill Gros"

Anónimo dijo...

jojojojojojo el Osinaga!

Anónimo dijo...

Qué sitio más raro ese que llamais España. Cuanto peor le va las cosas más patriotas os volveis. A España que no la toquen, y menos los de fuera.