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Economía

miércoles, 10 de junio de 2009

Breves memorias de una telefonista erótica

Por MÓNICA
Una historia real


“Hola, soy Mónica, ¿y tú?” Hubo un tiempo en el que la mayoría de mis conversaciones telefónicas empezaban así. Sentada en el suelo del salón, con un crucigrama entre las piernas y un atlas nacional al lado. Las llamadas que te pasan... procuran que no sean de tu provincia, y ahí es cuando empiezas a mentir. Te haces pasar por vecina de ciudad, si conoces los barrios o de algún otro pueblo de la misma provincia. Después vas moldeando, poco a poco, la voz hasta que alcanza un punto seductor. En este momento, es cuando el oyente intenta imaginarte. La silueta de la telefonista hay que imaginarla: hay que tocarla con el oído. Algunos te comentan cómo te ven y otros prefieren oír los detalles de tu boca. Dejando volar la imaginación, describiéndote, comienzas a seducir sus partes más íntimas con leves suspiros y cambios de respiración mientras intentas sacar esa palabra de 7 letras vertical.

La misma historia se repite una y otra vez, quizás dejas el crucigrama si quien esta al otro lado te inspira. En ocasiones, la imaginación de la telefonista también se pone en marcha y se ve seducida por la voz del oyente. Pero lo más normal es que acabes rayada y ya no sepas donde tienes la sensualidad, pero puedes serlo cuando te sientes un autómata. Es un sexo tan impersonal que a la quincuagésima vez, va casi sin variaciones. La voz desnuda, envuelta en las ondas, no comporta ningún encantamiento, todo se convierte en metáfora, volviéndose totalmente impersonal.

De todas formas, en este caso, la voz personaliza más que la presencia muda de tantos trabajos que se reducen al sólo hacer hablar de las máquinas más mecánicas o más cibernéticas. En este trabajo, te ves obligada a pintar cuadros llenos de erotización. Trabajas como una actriz, valiéndote solo de tu voz para improvisar esa fantasía que te solicitan. Actúas y juegas con la voz, empleando mil registros en una conversación, tratando de provocar en el oyente, duda, desconcierto, asombro, admiración, encantamiento, llegando a un embrujamiento pasional. Procuras convertirte en el deseo imposible.

A los 30 minutos de iniciar la llamada, se corta. Cosas de la ley. Algunos (muchos), vuelven a llamar para despedirse y otros para acabar lo empezado. En otros casos, da tiempo suficiente para despedirse y poder decir “Adiós, vuelve pronto o hasta cuando quieras”. También tiene su otra parte “mala”, cuando algunos clientes llaman insistentemente preguntando por ti, ya que piensan que estas las 24 horas del día disponible. Alguno consiguió que dejara a medias la cena con mi pareja. Pero no, no señores, no nos engañemos, cada una tiene su horario.

Las hora en las que más trabajo había era a partir de las 20:00 entre semana y los fines de semana al completo. Cada persona trabaja en el horario que puede y de ello depende, en parte, lo que ganarás (la otra parte es lo bien que lo hagas). No es muy romántico decirle a tu pareja, un viernes noche, que no vas a cenar con él porque tienes que “montártelo” con otros. Eso si sabe que trabajas en el teléfono, sino a inventarse excusas toca. Quizás en el horario que mejor te viene no hay mucho trabajo. Algún despistado y otro que ni le hace falta el teléfono, ya que nada más decirle “hola, soy Mónica, y tú?”, se corren. El tiempo que mantienes al cliente se transforma en dinero. Obligación, intentar enganchas a la persona y por supuesto, que pregunte por ti la próxima vez.

En este trabajo terminé descubriendo algunas fantasías y posturas que no se me habían ocurrido hasta entonces. A ser descarada a trabes del teléfono, tanto o más como ahora lo soy por Internet. Fetiches y juegos eróticos, que después puedes poner en práctica (si te quedan ganas), y si te van bien, los repites al teléfono.

Pero no olvidemos que todo es mentira, la “señorita” que les habla, ni tiene esos maravillosos ojos verde mar, ni esa cabellera espectacular. Muy probable es que esté fingiendo o pensando que cocinar. Si ella les dice “sí, sí, ya me estoy tocando”, seguramente esté pelando patatas o limpiando cardo. Y no se nos olvide: nunca se llamara Mónica.

2 comentarios: on "Breves memorias de una telefonista erótica"

uno que pela cardo dijo...

Muy buenas las memorias. Luego dicen que aquí no se folla:ajjajjjajja
Aquí se le da tanto o más que en otros sitios. Ahora bien, con label navarro: o sea, por teléfono.

Anónimo dijo...

Muy buena historia. ¿De dónde sacais a la peña?