El pez ha mordido el anzuelo

En estos días, se cumple el tercer aniversario de la llegada de Roberto Jiménez a la Secretaría General del PSN-PSOE, tras el octavo congreso del PSN-PSOE. Una llegada, por cierto, muy celebrada por los líderes de UPN de visita en la Expo de Zaragoza de 2008 al conocer la noticia. Coincidiendo con esta efeméride, los socialistas entrarán en un gobierno de coalición con UPN, volviendo a pisar el Palacio de Navarra, de donde salieron por la puerta de atrás en 1996, tras la dimisión de Javier Otano como presidente del Gobierno. Resumamos, si se puede, estos 36 meses de mandato y evolución.

Por EL PROFESOR MORIARTY
Me ponga un aniversario on the rocks

La andadura de Jiménez y los suyos –unos, los camisas viejas, viejos aliados del pitillés desde las batallas de su mentor, Iturbe, por el control de la agrupación socialista de Pamplona en los años de Lizarbe como secretario general del PSN; otros, los camisas nuevas, conversos que hasta junio de 2008 habían defendido un proyecto diametralmente opuesto al suyo pero que, paradójicamente, han sido de las voces más favorables en el PSN al acuerdo de gobierno con UPN-, se ha caracterizado en este tiempo por numerosas idas y venidas en varias iniciativas parlamentarias como la Ley de Policías, o la extensión del euskera a localidades de la Comarca de Pamplona: También por sonoras metidas de pata contestadas por la opinión pública navarra como las declaraciones del portavoz parlamentario, Caro, sobre los terrenos de Guenduláin, que luego el propio Secretario General hubo de matizar.

Asimismo, en estos años como líder socialista, Jiménez ha asistido a la derrota del proyecto de los socialistas navarros en las dos citas electorales celebradas hasta el momento. En las europeas de 2009 el PSOE quedó en Navarra por detrás del PP, a más de 13 mil votos, -por cierto, con los populares ya desligados de UPN, partido que dio libertad de voto a sus afiliados-.

La segunda cita electoral, hace poco más de un mes, supuso para el PSN recuperar el dudoso honor de ser el primer partido de la oposición -premonitorio el cartel de LTxD de hace casi quince meses, no es por echarnos flores pero, la verdad, es que tampoco tenemos abuela-. Aparte, los de Jiménez vieron como perdían poder municipal y algunas alcaldías importantes como Burlada, Cintruénigo y Olite. También se dejaron algo más de 25 mil votos en las forales del 22-M con respecto a 2007, cayendo más de diez mil votos con respecto a su suelo electoral de 1999, con Lizarbe de candidato.

Durmiendo con su enemigo... y amaneció meado
Una causa de este descenso en número de votos y de escaños es, sin lugar a dudas, por el acercamiento peligroso y el seguidismo de las políticas de UPN en numerosos temas, que han difuminado el papel del PSN como partido de la oposición. Para el elector medio, la diferenciación del proyecto político de UPN y PSN es cada día menor, si se exceptuamos pequeños detalles como la financiación de la UPNA o la interrupción voluntaria del embarazo.

La ejecutiva socialista ni siquiera se planteó esta observación en su análisis de los resultados del PSN. Desde la misma noche electoral, tenía claro que la única forma de condicionar la política de UPN era entrar en un gobierno de coalición a su lado, desechando cualquier otra opción, incluyendo la de quedarse en la oposición. Asimismo, obviando el papel que el 22M, con sus votos, los ciudadanos le habían asignado, que no es otro que el de partido de oposición a UPN.

Para el líder socialista navarro, la única salida posible era la huida hacia adelante, tal y como un periodista titulaba su columna. De este modo, vistos los malos resultados, en vez de dimitir y convocar un Congreso extraordinario, Jiménez vende entre sus afiliados y votantes que el PSN entrará en un gobierno de coalición, para condicionar las políticas de UPN y, así, que se note su mano en esta coalición y, de paso, intentar mejorar los mediocres resultados electorales del 22-M en la cita electoral de 2015.

También Jiménez obvia que, en un sistema parlamentario como es el nuestro, la forma de condicionar la acción de un gobierno puede hacerse desde el propio Parlamento. Precisamente, donde UPN no tiene mayoría absoluta, lo que posibilita a los partidos de la oposición condicionar la política de los regionalistas, alcanzando acuerdos en temas puntuales con el resto de grupos que conforman la Cámara.

Los socialistas también han obviado otro tema. Si este acuerdo no se explica bien a la ciudadanía, ésta va a ver él mismo como una mera, y burda, excusa para colocar a algunas personas en puestos importantes de la Administración.

Poder por puestos a repartir
En resumen, que el PSN entrega el gobierno de Navarra a UPN, quien iba a acceder de cualquier modo, porque era la lista más votada. Pero UPN, mediante un acuerdo de gobierno para los próximos cuatro años, da al PSN unos puesticos en la administración foral. Puestos para los que seguro que no faltarán candidatos, ya sean afiliados, exparlamentarios, sindicalistas o exsindicalistas y miembros del equipo más próximo a Jiménez.

Así que, con este panorama tan halagüeño en perspectiva, a ver quién era el que se atrevía a votar en contra en el comité del pasado día 18, con un 82% de los presentes votando a favor de hacerse el harakiri, agachando la cabeza y asintiendo como los bueyes.

En la sede de UPN de la plaza Príncipe de Viana todavía se frotan las manos. Nadie pensaba que la estrategia, que tan buenos frutos dio con el CDN, hasta hacerlo desaparecer del panorama político navarro, volvería a funcionar con el PSN. Habían sobreestimado la inteligencia del adversario. Otro pez, nuevamente, ha mordido el anzuelo.