La votación celebrada el miércoles en el Parlamento de Bruselas, en la que los eurodiputados votaron en contra de "rebajarse" a ir en clase turista, ha provocado un revuelo en las redes sociales que ha hecho que los partidos se replanteen el sentido de su voto. A buenas horas, mangas green. Para nuestro colaborador Eloy Rabo, ese recular es un peldaño más en el descrédito de las instituciones europeas. Aunque es cierto que ese tipo de actuaciones no se llevan a cabo sólo en Bruselas.
Si tiene usted preparación, habla varios idiomas, tiene don de gentes, y es una persona con conciencia... no puede ser eurodiputado: le sobra la conciencia. Es lo que nos han demostrado nuestros representantes en la Eurocámara en la votación sobre sus prebendas y privilegios por el mero hecho de haber sido metido en unas listas para ir a Bruselas a fichar, que lo de trabajar está aún por ver. Sí, cómo no, hablo de haber votado en contra de recortarse cosas como lo de viajar en clase Bussiness, o como coño se escriba, en el avión que les lleve a la capital europea.
Vaya por delante que Europa me la refanfinfla en sí bemol sostenido, y que no veo aún el sentido a la Unión y mucho menos a tener un parlamento con la de Dios de lenguas oficiales, traductores a go-gó, y seiscientos gichos y gichas haciendo con el dedico p'arriba o con el dedico p'abajo. Y que me reafirman en mi escepticismo las cosas que salen ahora sobre parlamentarias que fichan y se largan de vacatas, cobrando el día, o de europarlamentarios engañados por falsos lobbies (aunque, a tenor de algunos comentarios a mi anterior artículo sobre el asunto, algunos poco menos que decían que le estaba haciendo una felación por escrito a Pablo Zalba), o de (y por ahí venía mi escrito sobre los grupos de presión) el poder que tiene cualquier lobby de influir en las leyes comunitarias. O sea, que lo que diga, pásenlo por el filtro del euroescéptico.
Pese a ese necesario filtro, recuerden un dato: los europarlamentarios cobran 13.000 euros al mes, con las dietas. Joder con las dietas. Entiendo que, para alguien que cobra 13.000 lereles cada 30 días, los 1.000 euros de diferencia entre el billete turista Madrid-Bruselas y el mismo billete en clase bussiness, con champán de bienvenida y prensa gratuita, es puta calderilla. Pero piensen los europarlamentarios en cuánta gente cobra 1.000 euros al mes para malvivir, o piensen en cuántos querrían cobrar 1.000 euros para, al menos, sobrevivir, y recójanse después la cara del suelo. Si es que tienen vergüenza. Aunque creo que la pueden tener en el perineo. O sea, entre el escroto y el ano.
De todas maneras, para mí lo peor del caso no es la votación en contra de recortarse sus derechos. No. Lo peor del caso es que tienen tan poco criterio que, después del revuelo montado, han decidido dar marcha atrás. Que si Twitter, que si Facebook, que si leches. Lo que ocurre aquí es que todos ustedes votan en función de lo que dicta un baranda, y a ese baranda le pasan cada día un informe de medios en el que ve lo que piensa la ciudadanía de sus desmanes. Para eso, podríamos poner seiscientos chimpancés dando al botón de las votaciones con un palito, y harían la misma función. Y, además, los chimpancés no protestarían por ir en clase turista. Ítem más, es probable que ni protestaran si los llevásemos en jaulas dentro de la bodega del avión. Y, para colmo, y puesto que no hablan idiomas, nos ahorraríamos los sueldos de los traductores. Chimpancés al parlamento: con ese eslogan, sí que ganarían los partidos animalistas.
Tras los ríos de tinta que han hecho correr con su decisión, los europarlamentarios tienen suerte de estar en Bruselas. Aquí, probablemente, y como somos menos cívicos que los belgas, los habríamos forrado a hostias.
3 comentarios: on "Eurodiputados bissness (an european disgrace)"
Vaya p*ta banda de hipócritas. A un campamento permanente a Siberia los mandaba. Vaya clase política que gastamos.
Sois jodidas alimañas ladronas de oxigeno!!!
"Para eso, podríamos poner seiscientos chimpancés dando al botón de las votaciones con un palito, y harían la misma función. Y, además, los chimpancés no protestarían por ir en clase turista. Ítem más, es probable que ni protestaran si los llevásemos en jaulas dentro de la bodega del avión. Y, para colmo, y puesto que no hablan idiomas, nos ahorraríamos los sueldos de los traductores. Chimpancés al parlamento: con ese eslogan, sí que ganarían los partidos animalistas".
Plas, plas, plas. Genial, don Eloy.
Pues si...
Y es que ningun tonto se machaca los coj... entre dos piedras.
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