En nuestro repaso breve a la historia de The Beatles, llegamos hoy a aquella vez en que los genios de Liverpool aterrizaron en una España franquista y en blanco y negro, donde muchos les decían, despectivamente, "los melenudos", y donde uno de sus mayores defensores aquí era un tipo de Caparroso apellidado Luqui. Es la segunda parte de nuestra sección para Beatlemaniacos.
Llamadle el 5º Beatle
Fugaz y ridículo. De forma tan escueta podríamos definir el paso por España de The Beatles a primeros de julio del 65, donde el cuarteto de Liverpool tuvo dos actuaciones; la primera en la Plaza de Las Ventas de Madrid y la última en Barcelona. Aunque no lo parezca, ambas con una pobre entrada y una estimación aproximada de apenas dos mil asistentes. Bien es cierto que hay que tener en cuenta los factores de que España estaba sumida en una dictadura y que por supuesto quedaba totalmente prohibido por ley cualquier tipo de reunión en grupos superiores a 20 personas. Esto último dificultó en exceso la posible buena entrada en los dos conciertos. Durante su estancia, la banda tuvo momentos memorables como las estrafalarias burlas que idearon hacia la Policía o a la Guardia Civil (recordamos a Ringo tocándole la espalda a un Guardia Civil y al darse la vuelta éste, el batería hacer como si la cosa no fuera con él mirando al cielo), sí además sumamos el ácido tono con el que tanto Lennon como McCartney criticaban a regañadientes el régimen de Franco en unas breves e insuficientes ruedas de prensa marcadas por su manager Brian Epstein.
Pero la historia de The Beatles con nuestro país se remonta poco antes a la llegada oficial del grupo en aquella veraniega semana. Exactamente un par de años atrás, cuando tras la primera salida oficial por los Estados Unidos, Lennon y Epstein viajaron de vacaciones a Almería para relajarse y cargar pilas después de agotadoras giras por todo el planeta. En aquella época se les acusó a ambos de mantener un idilio homosexual, alimentando rumores que durarían durante años (hasta la muerte de Epstein en 1968 por sobredosis) y que a la postre escandalizó al entorno del grupo hasta llegar al punto de violentas peloteras entre un colérico y borracho Lennon contra todo aquel que insinuara cualquier cosa al respecto. Cierto es que Epstein vivió enamorado del joven Lennon hasta el final de sus días. Tal fue la fijación del manager beatle por éste que las malas lenguas confirman que Epstein acabó suicidándose por una sobredosis al ver cómo Lennon pasaba de experiencias homosexuales y se decantaba por el amor conceptual y maternal que acabó sufriendo por Yoko Ono.
Fue en aquel verano cuando se ideó un plan de reserva doble. El grupo comenzaba a sentirse fatigado y deprimido tras atroces giras por diversos países que devoraban el humor e ingenio del que solía hacer gala la banda hacia los fans y los medios de comunicación. Ya no podían escucharse a sí mismos en directo (debido en gran parte al bullicio y griterío que se formaba en el graderío) y poco o más bien nada podían hacer por su progreso. George Martin, productor del cuarteto, diseñó aquel plan, en el cual durante 18 meses, la banda dedicaría grandes esfuerzos al trabajo en estudio y así poder experimentar y prosperar en línea ascendente en los capítulos de composición e instrumentalización, puesto que las giras habían mermado la capacidad de creación del cuarteto. El resultado fueron tres LPs de gran calibre todos ellos cortados por el mismo patrón: Rubber Soul, Revolver y Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Éste último considerado como el mejor álbum musical de la historia. Cuando se le llama plan de reserva doble es debido a que tanto Rubber Soul como Revolver fueron considerados uno. George Harrison afirmaría años más tarde a la salida en el mercado, “no encontrar gran diferencia alguna entre ambos, ya que podían ser dos partes de un mismo álbum”. Estaba en lo cierto, ya que tras el éxito sin precedentes de Rubber Soul, The Beatles creyeron ciegamente en su trabajo y continuaron por la senda de la experimentación, psicodelia y del rock progresivo. Quizás Revolver marcó el punto de no retorno del grupo, puesto que por aquel entonces la banda estaba ya muy adentrada en el mundo de las drogas: la Marihuana y el LSD eran los ingredientes idóneos para la receta perfecta que cocinaban en los estudios de Abbey Road la dupla Lennon/McCartney, mientras por otro lado Harrison prefería decantarse por el misticismo y la influencia de la música hindú.
En la actualidad, el álbum Revolver está considerado como único y pionero en técnicas de grabación, arreglos musicales y mezclas. Por primera vez en la corta historia de la música pop, pudimos escuchar canciones con el orden contrapuesto y sus correspondientes letras invertidas. Lennon quiso un sonido de marcha atrás (técnica ya empleada en el single “Rain” varios meses antes) y para ello ideó bajo los influjos de la hierba, la serpenteada “Tomorrow Never Knows”, absurdo título acreditado al especialista en rótulos disparatados, Ringo Starr (como ya ocurriera con “A Hard Day’s Night”) y una letra brindada a la causa tibetana o “I’m Only Sleeping”, donde el líder del grupo hace gala de una inflexión durmiente y deprimida, acompañado por un espectacular Harrison a la guitarra. El resto de la aportación de John al novedoso álbum es bastante simple y banal, afectado por una crisis sin precedentes en su estado anímico, algo que le causaría graves problemas emocionales y que a corto plazo lo sumergiría de nuevo en el alcohol y las drogas, siendo totalmente eclipsado por su socio McCartney.
Precisamente fue Paul quien acabó tirando del carro ante la falta de combustible del grupo. McCartney siempre supo lo que se hacía y no dudó un instante en tomar las riendas de la banda y servirse del buffet emocional que abarcaba la cruda situación psicológica que vivía John Lennon. Supo convencer una vez más al cuarteto para aventurarse por última vez al espectáculo en directo, haciéndoles cruzar el charco a cambio de una cuantiosa suma económica que bien pudo retirarles para las próximas reencarnaciones. Para entonces, el bajista ya tenía preparada su elenco de canciones (todas ellas acreditadas como Lennon/McCartney): “Eleanor Rigby” intensa balada lírica orquestada por Martin; “Got to Get You Into My Life”, bajo mi punto de vista, la perfecta canción aperturista en un concierto masivo como los del Shea Stadium en NYC, condicionada eso sí, con la exclusividad de raras influencias de viejos estilos como el soul y pinceladas varias de Broadway. Lennon acabaría afirmando en una entrevista concedida a Playboy en 1980, que la canción “For No One” de Paul era “la canción sobresaliente creada por Paul en toda su vida”. No sé qué se había tomado Lennon antes de posicionarse ante la grabadora aquella, pero cierto es que el cántico al que hace alusión John, queda lejos de varias obras maestras de Sir Paul. “Here, There and Everywhere” cerraría el capítulo de McCartney en Revolver con uno de los toques vocales de Paul más altos de la historia, célebre por su matiz agridulce, por su armonía y en gran parte debido a los tenues arreglos contrarestados.
Una vez más, Harrison quedaría relegado a un segundo plano algo despreciativo, pero en menor medida que antaño. George pudo ver incluidas en el disco tres canciones de su propia factura: "I Want To Tel You", "Love You To" y el single lanzado como primera canción del LP, “Taxman”, conocido por los amplios acentos en la guitarra de Paul McCartney. Cabe destacar el dato de la implicación del componente de la banda The Rolling Stones, Brian Jones, en los coros de la infantil “Yellow Submarine”, la cual acabaría siendo cantada por el baterista Ringo Starr. La mejora y progreso en el perfeccionamiento de estilos que experimenta el grupo, ayudó totalmente para acabar siendo número 1 tanto en EE.UU. como en el Reino Unido. El álbum es la antesala perfecta al desarrollo que posteriormente aconteció con Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Ban, el para muchos considerado como “la más perfecta creación musical de todos los tiempos”.
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