
Técnica de Igualdad
Miembra de Saray
Soy una más de esas cerca de 300 mujeres a las que anualmente se nos detecta cáncer de mama en Navarra. Desde aquel octubre del 2000 han sido muchos los aprendizajes. A sobrevivir a la ansiedad, miedo, angustia, impotencia, rabietas, encariñamientos, dudas, pruebas, dolores, caídas de pelo, kilos de más, horas en hospitales para revisiones y más revisiones, listas de espera, inapetencia y vómitos. dieta, protecciones solares altísimas, tumbing en el sofá, cuidados del cuerpo y de la mente, marihuana transformada en mantequilla. A las pastillas todos los días y por años. Dolores de huesos. Miradas al brazo que se hincha. Renuncia a viajes por no encontrarte con fuerza suficiente. Estas cosas, entre otras, son las que siente una mientras y después de pasar un cáncer de mama.
A la muerte de amigas y compañeras que se han quedado en este camino. La entereza de algunas peleando una y otra vez por continuar en la vida, aunque el maldito tumor se reproduzca. Al miedo, EL TUYO y el instalado en las personas acompañantes. Conocer a personas que se dedican al autoapoyo. En definitiva, sobrevivir a un impacto o shock en tu vida, que te sitúa con la muerte pero también con la vida, haciéndotela apreciar y mirar de otra manera, ayudándote a comprender el sentimiento de pertenencia, autoapoyo, ayuda, solidaridad, amor, amistad….y la importancia de seguir hacia delante, cada cual a su manera, pero caminando, haciendo camino con el resto.

A encontrar complicidades con otras mujeres que han pasado por lo mismo. Ellas fueron mis mejores consejeras de trucos y cositas que te sirven y mucho. Aprendizajes sobre la amistad y el estar al lado de alguien. Renuncias a lo conocido y habitual y comienzo de nuevas aventuras de vida: En mi caso Tranquilidad, sosiego, dulzura, saber sentir y escuchar al cuerpo.
A la mirada de la gente clavada en tu pecho cuando te preguntan: "¿qué tal?". Y con ello, entender un poco más que significa para una mujer, el cáncer de mama y que tiene que ver con la imagen y el estereotipo que esta sociedad nos pide continuamente. Que el tener dos, una o ninguna teta no nos hace más o menos valiosas. A la sensación y miedo de no sentirse deseada. A vivir sin pelo y plantearte por que un hombre calvo es interesante y una mujer calva impresentable y debe de taparse a toda costa. O el brazo que se hincha de vez en cuando y se suma a las preocupaciones estéticas. Vivir la sexualidad de otras maneras, entendiendo que no solo hay penetración, tanbien erotismo aunque no haya una teta. A hacerte a consciente de que como dijo Simone de Beauvoir, una no nace mujer, sino que se hace mujer y que esta sociedad con sus arcaicas ideas consigue a veces que nos preocupe más los detalles, como los señalados que la verdadera preocupación por curarnos.

Es un momento excelente para poder dejar de ser esclavas del miedo al cambio. Imaginar que el mundo y una misma podemos ser de otra manera, que la diferencia es un placer y pensar, crear y recrear alternativas: Lo imposible es posible. Probar otra estrategia. No es verdad lo de “lo bueno por conocido”. Si haces lo de siempre, te saldrá lo de siempre. Es legítimo que te gustes de una manera u otra, pero jamás que ese hecho, nos domine, haga dependientes y nos impida una vida digna y placentera. La libertad de ser nosotras mismas y la participación en la riqueza de la vida no es un deseo arbitrario sino un derecho esencial de la personalidad: AMARNOS TAMBIEN EN TIEMPOS REVUELTOS.
Y a seguir viendo aquellas cosas que siguen siendo tan necesarias:
- La igualdad de oportunidades, o sea qué toda las personas hayan nacido o no en nuestra comunidad sean tratadas por igual también en la enfermedad.

- Que no nos hagan sufrir con la listas de espera. Que el trato de las personas que atienden sea profesional y humano. ¡Es tan importante! No permitir recortes en materia sanitaria que significan peor atención.
- Que la sanidad no nos trate como defectuosas o víctimas. Que nos mire como seres autónomos, con capacidad para decidir sobre nuestras vidas.
Y también he aprendido a dar las gracias a todas aquellas personas que han estado, que han hecho algo tan sencillo y difícil la vez: quererme y saber estar ahí cuando es necesario.
Por eso, como supervivientes, debemos de apostar por la vida digna para todas las personas y valorar lo que tenemos como seres humanos, recordando que con o sin tetas... también hay paraíso.
Por eso, como supervivientes, debemos de apostar por la vida digna para todas las personas y valorar lo que tenemos como seres humanos, recordando que con o sin tetas... también hay paraíso.
1 comentarios: on "Sin tetas también hay paraíso"
Bravo, Teresa. Un beso.
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