El nuevo Ministro de Trabajo tiene ante sí importantes retos. Lo de la paz social y esas cosas también, pero sobre todo está la reforma de las pensiones. Un asunto espinoso en el que aún no está claro dónde encontrará apoyos, si los encuentra. Más que nada porque, como apunta nuestro colaborador, Jesús Jiménez, andan esperándole con el colmillo afilado. De un lado y de otro.
No va a disfrutar de los cien días de margen que se da a la persona que acaba de tomar posesión del cargo. Ni cien ni uno. La situación es la que es y sólo hay que repasar la prensa del fin de semana para percibir que a Valeriano Gómez, el nuevo Ministro de Trabajo, le están esperando a la derecha y a la izquierda.
Se anuncia marcaje al hombre y al tobillo, donde hace daño. Así lo demuestra que las dos primeras polémicas en las que se ha visto envuelto el nuevo ministro han tenido que ver con su participación en la huelga general y su declaración de que el año que viene se va a crear empleo neto en España. Resulta triste que alguien tenga que justificarse y hablar más de lo que ha hecho o dejado de hacer, pero ahí estamos.
Si a esto unimos el desapego de los sindicatos así como la situación de interinidad y las primeras luchas internas que se han desatado en la CEOE para nombrar sucesor a presidente, me pregunto cómo lo va a hacer Gómez para reducir el fuego lo suficiente como para que pueda afrontar su proyecto estrella. Algo tan delicado como la reforma de las pensiones y que requiere justo del ambiente que no se vive ahora mismo en España: sensatez, visión a largo plazo y desapasionamiento.
Lo tiene muy difícil. A no ser que el nuevo ministro pretenda trasladar a las pensiones el mismo esquema de actuación que se planteó para el tema del mercado laboral: lograr el mínimo consenso para superar el trámite parlamentario. Así ocurrió hace ¡sólo un mes! con la citada reforma laboral que hoy parece más ajada y amortizada que nunca porque ¿alguien se la ha leido? ¿sabemos realmente de qué va?
Parece que no importa. El impulso es el que manda y esa primera pulsión irracional señala que lo que ahora toca son las pensiones (cuidado, insisto) y dar estopa al alcalde de Valladolid por su injustificada incontinencia verbal. En fin, vuelve el politiqueo y la brocha gorda. Venga, pues vale. ¿Esto es todo lo que nos espera hasta 2012? ¿Es lo que nos merecemos?
Apasionado de la txistorra de Arbizu
No va a disfrutar de los cien días de margen que se da a la persona que acaba de tomar posesión del cargo. Ni cien ni uno. La situación es la que es y sólo hay que repasar la prensa del fin de semana para percibir que a Valeriano Gómez, el nuevo Ministro de Trabajo, le están esperando a la derecha y a la izquierda.
Se anuncia marcaje al hombre y al tobillo, donde hace daño. Así lo demuestra que las dos primeras polémicas en las que se ha visto envuelto el nuevo ministro han tenido que ver con su participación en la huelga general y su declaración de que el año que viene se va a crear empleo neto en España. Resulta triste que alguien tenga que justificarse y hablar más de lo que ha hecho o dejado de hacer, pero ahí estamos.
Si a esto unimos el desapego de los sindicatos así como la situación de interinidad y las primeras luchas internas que se han desatado en la CEOE para nombrar sucesor a presidente, me pregunto cómo lo va a hacer Gómez para reducir el fuego lo suficiente como para que pueda afrontar su proyecto estrella. Algo tan delicado como la reforma de las pensiones y que requiere justo del ambiente que no se vive ahora mismo en España: sensatez, visión a largo plazo y desapasionamiento.
Lo tiene muy difícil. A no ser que el nuevo ministro pretenda trasladar a las pensiones el mismo esquema de actuación que se planteó para el tema del mercado laboral: lograr el mínimo consenso para superar el trámite parlamentario. Así ocurrió hace ¡sólo un mes! con la citada reforma laboral que hoy parece más ajada y amortizada que nunca porque ¿alguien se la ha leido? ¿sabemos realmente de qué va?
Parece que no importa. El impulso es el que manda y esa primera pulsión irracional señala que lo que ahora toca son las pensiones (cuidado, insisto) y dar estopa al alcalde de Valladolid por su injustificada incontinencia verbal. En fin, vuelve el politiqueo y la brocha gorda. Venga, pues vale. ¿Esto es todo lo que nos espera hasta 2012? ¿Es lo que nos merecemos?
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