El musical Chicago, en Baluarte

Llega a Navarra una de las sensaciones de los escenarios en los últimos meses, tras cosechar buenos resultados en el arranque de su gira, en Bilbao. Y resulta que, por fin, una empresa de relaciones públicas nos ha dirigido un correo con el dossier de prensa y hasta una invitación al pase gráfico (o sea, para sacar fotos). Aunque no vayamos, y como a veces nos ponemos incluso culturetas y encima han tenido la delicadeza de escribirnos, contamos lo que nos parece, a priori, este musical.

Por LA TXISTORRA DIGITAL

Vestidos de cabareteros

No sabemos por qué, ya que se parecen como un huevo a una castaña, pero tenemos tantas ganas (muchas) de ver Ramplona 2016, de Iluna Producciones, como de asistir a la función de Chicago que se estrena hoy en el Baluarte de Pamplona. Quizá porque estamos todavía cegados por aquella versión peliculera con Renée Zellweger (la chica del Diario de Bridget Jones, pero sin complejos), Catherine Zeta-Jones y Richard Gere, lo cierto es que esperamos mucho del musical que viene por estos lares.

De acuerdo: las protagonistas, Marta Ribera y María Blanco, no salen en Sálvame ni en La isla de los famosos... pero quizá por ello nos gusten más. Y Carlos Lozano, pese a que muchos sólo lo identifiquen como "el de los hoyitos de OT", tiene una amplia carrera como actor... y a las señoras les encanta. Y la crítica, que de esto sabe (o dice saber) asegura que el musical merece la pena. Hombre, no está el bolsillo para muchos estipendios en estos tiempos de crisis, pero a veces conviene gastarse unos leuros en ver buenas historias. La de Chicago, con sus tristes años 20 como telón de fondo, lo es.

Pero bien, vale. Para que no se nos quejen demasiado del publirreportaje, tendremos que contar alguna chorrada, de esas que pasan desapercibidas. Y nos quedamos con los abanicos. Nos cuentan en el dossier de prensa que cada uno pesa 2 kilos (que ya es pesar), y que están hechos con plumas de avestruces criadas en granjas. Quizá alguno piense que destacar esto es demasiada chorrada, hasta para nosotros, pero quédense con el dato: como esas plumas de avestruz sólo pueden importarse con su correspondiente certificado de origen, el proceso de fabricar los abanicos, transportarlos y liberarlos de las aduanas lleva... ¡2 meses! Vamos, como para que alguna se los pida para la campaña electoral...