En otras épocas los carteles que indicaban que se estaba haciendo unas obras solían durar lo mismo que la obra. Al acabar, el cartel se retiraba poco después de desaparecer las vallas, la maquinaria y el material de obra sobrante. Ahora ya no. La obra acaba, el edificio, o la calle, o lo que sea, se inaugura, se pone en funcionamiento y el cartel, si es de una obra pública, estatal, foral o municipal, ahí se queda por tiempo indefinido.
No está muy clara la explicación del fenómeno. Puede que se haga para aparentar por parte de los gobernantes que se está trabajando mucho más de lo que en realidad se hace. O puede que en tiempos de crisis simplemente no haya dinero que gastar en la retirada de los carteles, que como suelen tener un tamaño requieren de unos cuantos operarios y de maquinaria pesada. Sin ir más lejos, en la normativa que regulaba las obras del Plan E, que ha tenido la virtud de sembrar de carteles anunciadores todo el país, se exigía que el cartel, proporcionado por las Delegaciones o Subdelegaciones del Gobierno y que tenían la obligación de colocar los Ayuntamientos como requisito para cobrar la subvención, estuviera colocado desde el inicio hasta, al menos, la finalización de la obra. Pero, claro, nada se decía de su retirada ni de quien iba a pagarla.
Así que puede que estos carteles hayan venido para quedarse eternamente. Lo que puede representar claras ventajas; imaginemos que los constructores de catedrales góticas, de puentes romanos o de castillos medievales hubiesen tenido una normativa como la del Plan E. Siglos después, los carteles indicadores todavía colocados nos darían una precisa información sobre el momento de su construcción, el promotor, el arquitecto y el presupuesto en reales, sueldos o maravedíes. Los organismos competentes en materia de cultura y turismo no tendrían que dedicarse ahora mismo a poner rótulos informativos sobre los monumentos histórico-artísticos. Nosotros podemos hacer ese favor a las generaciones futuras y no obligarles a gastar en rótulos.
Aquí ponemos algunos pocos ejemplos de esta nueva tendencia. En primer lugar tenemos el Parque Central de Bomberos de Navarra ubicado en Cordovilla. Hace más de un año (mayo del año pasado, para ser exactos) que fue inaugurado y entró en servicio, pero ahí sigue el hermoso cartel que nos informa sobre su construcción.
Pero sin duda el ejemplo más venerable, el que prueba que este fenómeno ni es reciente ni se debe solo al Plan E, es el cartel situado en la Avenida de San Jorge y que nos anuncia obras del Plan Integral del Río Arga. No conocemos la fecha exacta, pero teniendo en cuenta el escudo de Pamplona ovalado que aparece arriba a la izquierda, que es el utilizado en tiempos del tripartito municipal y que fue abolido al llegar el barcinato, por lo menos hace once años que se instaló.
3 comentarios: on "Obras de nunca acabar"
Pues las pancartas estas no sé cómo no las retiran. Pero si son un monumento al despropósito!
Menuda colección de obras inútiles en tiempo record.
En mi pueblo, abertzale y progresista como el que más, levantaron un campo cojonudo de césped para sustituirlo por hierba artificial. Taco-millones porque las criaturas "se manchaban de barro". Como no teníamos nada mejor en qué gastar...
¿Y la euskocomisión quién se la habrá llevado?
Pero ké me dices anónimo. ¿Comisiones? ¡Qué horror!
¿Pero eso no era cosa de UPSN solamente?
Publicar un comentario