Las entrevistas txistorreras

Sea con preguntas de nuestros lectores o sea respondiéndonos a nosotros, no tienen desperdicio. Y hay quien se atreve a responder...

Entrevistas

Incorrección política

El análisis y comentario político, de cuestiones navarras y del resto del mundo, nos lo da sin tapujos el politólogo y escritor Juan José Domínguez

Juan José Domínguez

Hablemos de dineros...

Con lo que nos cuentan El Filibustero y Jesús Jiménez, "Er Jimi", entendemos de fábula las cosas de la Economía navarra y del mundo

Economía

viernes, 30 de julio de 2010

Los cuernos de Montilla

Por ELOY RABO
A porta gayola

Me encuentro entre el estoque y la pared, respetable público. Porque resulta que yo, que he visto torear a Paquirri, al Yiyo y al Soro, aunque no fuera en Pozoblanco, pienso hoy que lo mismo resulta que los políticos catalanes tienen razón. Que igual sí que son unos adelantados, unos avanzados a su tiempo, unos tipos capaces de vislumbrar cambios sociales antes incluso de que se produzcan. O sea, que tal vez vaya siendo hora de ser civilizados de verdad, plegar la muleta y el capote, dejar que se extinga el toro bravo salvo cuatro ejemplares confinados en Cabárceno (¿quién va a criar toro de lidia si no hay lidia?), reciclar a los toreros en carniceros y charcuteros y reconvertir las plazas en centros comerciales. Igual va siendo hora de hacer caso a Montilla y su ataque de cuernos.

Independientemente de esas dudas que tengo, ese ataque de racionalidad contra mis propios gustos artísticos y estéticos (ésos que, para muchos, me convierten en un asesino sádico y despiadado que merece una estocada), hay cosas de la votación del Parlament del miércoles que no me cuadran. Por unas razones u otras, se me cae de las manos la polémica montada. En plan enumeración, para que no se me pierda nadie, aquí disparo una parte.

1.- Los motivos del caso. Que alguien me diga, con sinceridad, a cuántos políticos catalanes les importan de verdad los animales, y cuántos han votado contra un presunto símbolo español. Y digo “presunto” porque, entre los aficionados taurinos, pocos habrá que vayan a la plaza en defensa de la “cultura nacional”. La soplapollez patriótica es más abundante entre los anti que entre los pro. Algunos prohibirían, por lo mismo que les ha impulsado a prohibir las corridas, al toro de Osborne o el traje flamenco.

2.- La politización. Relacionado con lo anterior, me toca las pelotas que unos vayan ahora de muy españoles por defender los toros y acusen de antiespañoles a los que somos tibios o matizamos. Igualmente, me toca las pelotas que haya antitaurinos que califiquen de “fachas” a los aficionados a las corridas (ya lo dijo por aquí un anónimo: “fascista” es el insulto de moda).

3.- Las excepciones. Creo que, precisamente por la presunta “españolidad” de las corridas, los catalanes han dejado claro que este festejo no está prohibido pero dejan abierta la puerta a toros embolados, toros en la calle, toros ensogados y otros festejos en los que el toro no muera. Guau. Es mejor dispararle con cerbatanas, supongo. ¿Nadie les ha explicado a los políticos catalanes la lidia portuguesa, sin suerte suprema? Hombre, da igual: cuando en 1991 prohibieron las corridas en Canarias (por cierto, impulsada la prohibición por el PP), también dejaron la puerta abierta a que se siguieran haciendo peleas de gallos. Mucho más civilizado, dónde va a parar.

4.- Los animalistas animales. Cierto es que no puedes valorar a un colectivo por los exaltados (y espero que nadie valore a los que nos gustan los toros por lo que dicen los exaltados, desde luego), pero parece que el animalista radical disfruta cuando el torero es corneado, cuanto más gravemente mejor (véanse, a modo de ejemplo, los comentarios de este vídeo). Y que incluso le encantaría un cambio de papeles viendo a los espectadores banderilleados y estoqueados. Postura respetable, pero que me parece tan incoherente como la de aquellos que no hacían la mili por no querer empuñar un arma… y luego se metían en los GRAPO o en ETA.

5.- La libertad de voto. Vamos a ver: resulta que en cuestiones como el aborto, la apertura de una comisión de investigación o las células madre, los partidos apelan a la representatividad de los partidos para imponer la disciplina del voto marcado desde la sede central. En los toros, sin embargo, cada cual dice sí o no en función de lo que le salga del ciruelo, representándose sólo a él mismo (o ella misma). ¿”Soberanía popular”? Siempre o nunca, pero no cuando se nos ponga en los cojones.

6.- La cuestión económica. Tampoco hay libertad de voto en los Presupuestos, que en tiempos como los que corren es algo básico para el ciudadano. La supresión de las corridas le costará a cada catalán 60 euros de su bolsillo. No me pregunten a santo de qué ni a quién se lo pagarán, pero el dato está ahí. En cambio, si no se hubiera prohibido, sólo habría pagado (y lo que hubiera querido) el aficionado. ¿Era estrictamente necesario hacerlo ahora, precisamente ahora, con el cerdito de la hucha escuálido? No, no voy a hacer chistes sobre catalanes.

7.- El debate de la voluntad popular. Dicen los antitaurinos que la sociedad clama mayoritariamente contra las corridas. Dicen los protaurinos que es una minoría. Y los datos dicen que, en Catalunya, se han recogido 180.000 firmas. ¿Son muchas, son pocas? Pues son las que son: 180.000 en una comunidad de 7.400.000 ciudadanos. En porcentaje, un 2%. En la Comunidad de Madrid (6.445.000 habitantes), El Refugio ha sacado 60.000 firmas. ¿Representativo? Que cada cual lo juzgue. Eso sí: según vemos en Youtube, muchas firmas se recogían en masa a la salida de las plazas, entre los turistas que habían visto por primera vez una corrida. Desde luego, un momento propicio. Si a mí me llevan a ver en directo la ejecución de un condenado a la pena de muerte en Estados Unidos, no firmaría nada al salir: me iría directo a buscar un captador de Al Qaeda.

Y ya ven, amigos y amigas. En estas dudas me encuentro. Insisto: es probable que tengan algo de razón los catalanes, y haya que ir cerrando el chiringuito, para ser asépticos, correctos, civilizados, incruentos. Que de paso evitaremos que la gente fume y beba en las plazas de toros y tendremos una sociedad mucho más sana. Que la tradición no es excusa suficiente para mantener la barbarie, etc., etc. Pero, teniendo en cuenta todo lo anterior, me pregunto: ¿por qué se ha legislado, en verdad, sobre los toros? Ni ecologismo, ni avance social, ni pollas. Parafraseando aquello de la economía, me da que "es la Política, estúpido".

1 comentarios: on "Los cuernos de Montilla"

Protomedicato Veloz dijo...

En ese dilema estamos muchos amigo Eloy. Es dificil entender que a quienes mas nos gustan los toros como animal, precioso, impresionante, también nos gusten las corridas de toros en las que se les martiriza una y otra vez. Por el mismo motivo es dificil de entender que a los cazadores les gusten los ciervos, los jabalíes o los conejos. Se podía argumentar muchas cosas a favor y en contra de las corridas de toros y todas serían verdades a medias. Es cierto que si no hubiese corridas no habría toros (¿para qué?) y la raza se extinguiría; es cierto que el toro de lidia es una animal que durante 5 años vive como un auténtico cura medieval (salvo que no conoce hembra). Del mismo modo es cierto que criar a un animal para luego hacerle sufrir parece que tiene un trasfondo sádico y que decir que el toro no sufre es cuando menos atrevido porque a veces da la sensación de que sí le duele lo que se les hace en la plaza. Dicho esto, y por si quedase alguna duda, tengo que decir que me gustan las corridas de toros y que yo no las habría prohibido, entre otros motivos poque no me gusta prohibir (es mas dificil convencer que prohibir pero es mucho mejor para la salud mental de quienes reciben la prohibición). No es menos cierto que en la decisión del Parlament ha pesado tanto la protección a los animales como plantar cara al enfrentamiento creado por Autonomías gobernadas por el PP. Autonomías que cuando se acordó votar este asunto en el Parlament, rápidamente se apresuraron a declarar la "Fiesta Nacional" como Patrimonio cultural. Quienes así obraron han conseguido lo que querían: dejar a los catalanes como antiespañoles. En el fondo les importaba un huevo las corridas de toros, la defensa de la tradición y todo tipo de zarandajas de esta índole. Por otro lado, me planteo una serie de preguntas a las que me gustaría que alguien me respondiera: ¿quienes han votado a favor de prohibir la fiesta de los toros ¿comen huevos, foie gras, o productos derivados del cerdo?. Si es así ¿han pensado cómo tienen a las gallinas con luz las 24 horas del día para que produzcan más y mas huevos? ¿han pensado que para comer un gustoso foie gras de oca o de pato se tiene que provocar una enfermedad en el animal a base de alimentarlos en contra de su instinto y su deseo con un embudo? ¿han visto lo bien que se lo pasa un tocino cuando le clavan un gancho en la garganta y lo desangran hasta que se muere?. ¿Han movido un sólo dedo para evitar que se abandonen miles de perros porque quizás sus hijos o gente "normal" como ellos no sabían lo que era un cachorro hasta que lo tuvieron en su casa?. Podrían plantearse muchas cuestiones pero sus respuestas nos llevarían al convencimiento de que tanto la mayoría de quienes han votado a favor de la prohibición como la de aquellos que ahora defienden a capa y espada la "fiesta nacional" han votado una u otra postura sin ser consecuentes con sus propios sentimientos, con sus propias convicciones y que detrás de sus votos estan intereses políticos bastardos muy alejados de los sentimientos que los animales despiertan a seres humanos normales, nos gusten o no las corridas de toros.