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Juan José Domínguez

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Economía

lunes, 26 de julio de 2010

La polémica de la Comparsa "vetadora"

Con la verga sí, con el palo no

Han sido sus Sanfermines, por los 150 años y por lanzar el Chupinazo, pero en la Comparsa de Gigantes y cabezudos no parece haber sólo buen rollo y alegría. Los medios de comunicación navarros han publicado en los últimos días un buen número de cartas de sus lectores sobre una historia que puede empañar el buen hacer de la Comparsa, en general, por la actitud de una parte de su Junta Directiva. O, al menos, la actitud que denuncia una persona que se considera “vetada”.

Esta persona es Aitor Calleja, de 23 años, tamborilero del grupo de gaiteros Ezpelur. Un grupo que firmó un contrato ante los ojos del mismísimo presidente de la Comparsa, Mari Ganuza, en los días previos a San Fermín, para hacer bailar a los gigantes con su música. En ese contrato, aparecía reflejado como músico el nombre de Aitor; sin embargo, en fechas inmediatamente anteriores a San Fermín la Junta Directiva le vetó, aunque no se lo comunicó oficialmente. El mismo día 6, y ante numerosos testigos incluso entre el público congregado junto a la comparsa, un miembro de la Junta le abroncó en plena calle por presentarse junto al resto de músicos de Ezpelur. Una historia que el propio Aitor contaba en un escrito publicado en los medios.

El caso, de momento, está relatado sólo por una parte, puesto que, oficialmente, la Comparsa no ha realizado ninguna declaración sobre el asunto. Sí lo han hecho otras personas cercanas a Aitor, que han considerado lo ocurrido una caza de brujaso, directamente, un acto no democrático. Y todas ellas han destacado la razón presuntamente dada por la Comparsa, que no es otra que la publicación de un libro, del que Aitor Calleja es coautor junto a Unai Lako, titulado Gigantes de Navarra. Según dicen esos comentarios, la Junta Directiva de la Comparsa asegura que el libro “pisaba” uno que ésta quería publicar con motivo de sus 150 años de historia.

Dudas sobre el libro de la Comparsa
En realidad, de ese presunto “libro en ciernes” nada se sabe: ni se sabía antes de que ocurriera la polémica, y nada se sabe a día de hoy. No fue ni siquiera mencionado cuando, en abril, se presentaron los actos y acciones que se iban a desarrollar en el 150 aniversario. Pero hay más motivos para la duda. El Gran Hotel La Perla presentó el 1 de julio un blog sobre la Comparsa, autorizado y respaldado hasta en su presentación por la junta directiva de ésta. Para la elaboración de este espacio en Internet, se utilizó información de un libro publicado por la extinta Caja de Ahorros Municipal de Pamplona en el año 1984. Es decir: la Junta no pudo ofrecer nada más reciente, nada que estuviera preparado para ese presunto libro que saldría por los 150 años de las figuras.

Dicho sea de paso, el libro publicado por Aitor Calleja y Unai Lako no se limita a la comparsa pamplonesa y se refiere a los Gigantes de diferentes localidades de Navarra, hasta un total de 500. Arranca con los de Pamplona, precisamente por su aniversario (lo que les convierte en los más antiguos en activo de la Comunidad Foral), pero no se queda en ellos. Las fotografías proceden de diferentes fuentes, como el fondo Arazuri, y los datos han sido extraídos en su mayor parte de libros anteriores. Como ése de 1984. En definitiva, poco podía pisar que no estuviera ya escrito. El libro, además, según sus autores, contó con la autorización del consistorio pamplonés.

¿Personalismos?
El caso de Aitor Calleja ha despertado indignación entre muchos de los músicos contratados por la Comparsa. Porque hay que decir que, en la Comparsa, apenas hay gaiteros, txistularis o tamborileros que no sean contratados. Son grupos autónomos - como Ezpelur, en el que participa Calleja – los que ponen música a los desfiles de los gigantes. Grupos contratados por una Comparsa que baila unos Gigantes que no son suyos, sino del Ayuntamiento, y contrata a unos músicos que no son suyos. La comparsa, en un modelo similar al de la Cabalgata de Reyes, ejerce hoy de intermediaria y de gestionadora de fondos municipales pero sin que los munícipes tengan potestad sobre sus decisiones organizativas, como este presunto veto.

En las cartas publicadas en los medios se destaca también el hecho de que el presidente de la Comparsa, Mari Ganuza, firmara personalmente un contrato en el que se incluía la participación de Calleja, y que fueran otros miembros de la Junta los que, con posterioridad, se dirigieran más (y en peor tono) al tamborilero. Se preguntan, por ello, algunas fuentes consultadas por LTXD acerca de cuánto poder real tienen esos miembros directivos.

No faltan tampoco menciones veladas a otra cuestión: Aitor Calleja, además de músico, es constructor y restaurador de Gigantes y cabezudos. Entre sus trabajos de restauración de multitud de gigantes a lo largo y ancho de toda la geografía navarra figura, por ejemplo, la recuperación de las figuras de La Tarasca y La Doncella, de la Procesión del Corpus de Tudela; un trabajo de prestigio para un joven de apenas 23 años. No cabe duda que otros muchos maestros con muchos años de experiencia haciendo y restaurando estas figuras, como es el caso del propio Mari Ganuza (que también se dedica a ello), habrían estado encantados de recibir el encargo.

Ante la callada de la Comparsa, al menos de momento, sólo podemos juzgar lo ocurrido con una versión (la de Aitor Calleja), pero teniendo también en cuenta condicionantes y datos como los aquí comentados.

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