Por JAVIER DOMÍNGUEZ
Periodista analizante
Periodista analizante
Desde 2004 a hoy, el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, ha pasado de ser un valor positivo para su partido en toda España, capaz incluso de mejorar los resultados de elecciones autonómicas en las que él nada se jugaba, a ser considerado por algunos relevantes socialistas como una carga para los líderes regionales. Del “factor ZP” se ha pasado al “lastre ZP”, reconocido en petit comité por algunos de los principales ideólogos del PSOE. La valoración de Zapatero ha caído desde los 6 puntos de 2004 a los actuales 3’71, siempre según los datos del CIS. Pero, ¿cuáles son los motivos profundos de que el antes líder indiscutible sea hoy un problema en el seno de su formación?
1.- Una excesiva personalización del Partido
La comunicación del PSOE de estos seis años se ha centrado demasiado en Rodríguez Zapatero. El motivo oficial era la construcción de un liderazgo personal acorde con la comunicación política actual. Un motivo oficioso en 2008 pudo ser separar al Partido del candidato a la reelección, por si los resultados no eran los buscados: el posible daño se desviaba así al candidato, intentando salvar a la formación.
Ejemplo de esto eran las enormes proyecciones que detrás de su figura aparecían en los mítines de hace dos años: en vez de repetir el logotipo del partido, era su nombre (o mejor dicho, su segundo apellido) el que se resaltaba. ¿Aprovechamiento de su imagen pública? Sí, pero no sólo: también podía ser una medida de autoprotección del aparato del partido.
2.- Una excesiva personalización del Gobierno
En la comunicación de Moncloa, se ha repetido un error ya observado con Felipe González, el anterior gran líder socialista: todo lo adoptado por el Ejecutivo, absolutamente todo, parecía pivotar en torno a la figura del Presidente. Lo bueno, para ensalzarle; lo malo, confiando en que su carisma salvara los muebles y consiguiera vender los problemas como menores.
Así, Zapatero ha dado la cara para apuntarse tantos pero también, y demasiado, para intentar apaciguar los ánimos de la población cuando venían mal dadas. La ruptura de la tregua de ETA, las medidas económicas más agresivas, los malos datos del paro... no han pasado por la imagen de otros ministros, sino directamente por la del Presidente. Y en malos momentos como los que vivimos, esto supone quemar su imagen de una forma rápida y probablemente irremediable.
Además, esa personalización excesiva tiene una segunda derivada. Porque, ocultos por el “líder carismático”, algunos ministros han pasado desapercibidos hasta extremos de grave desconocimiento social. Y esto ha provocado la sensación de una ausencia de equipo, la identificación de toda la política gubernamental en el propio Zapatero y en sus apetencias personales. Claro: quemado el líder, no hay grandes segundos espadas en buena posición (salvo José Blanco, que no sólo está actuando de apagafuegos sino que puede haber comenzado ya su propia campaña).
3.- Una sola cara, una sola diana
Era precisamente el número dos del PSOE, Blanco, quien hace unos días venía a decir que había una conspiración para culpar al Presidente de todos los males de la economía española. Sin entrar a valorar si el presunto complot es cierto o no, lo que parece claro a tenor de lo ya mencionado es que atacar la imagen de Zapatero resultaba básico a la hora de desgastar al PSOE. Es más: por las propias políticas de comunicación antes mecionadas, prácticamente no había más frentes por donde hincarle el diente. Desaparecidos muchos ministros, con un portavoz parlamentario (Alonso) eclipsado por completo por el gran líder, y con una secretaria de organización (Pajín) de bajo perfil, bastaba con atacar al jefe del Ejecutivo y Secretario General para dañar la imagen del partido casi al completo. Lógicamente, el ataque dirigido contra Zapatero acaba centrando la agenda de los medios y conduciendo al ciudadano a bajas valoraciones.
4.- El elevado peso de la economía
4.- El elevado peso de la economía
El terrorismo de ETA ha sido una preocupación sociológica considerable a lo largo de toda la Democracia, y ocupaba una posición muy importante cuando comenzó la última tregua hasta ahora, en marzo de 2006. Mostrar a Zapatero como un hombre dialogante y en la búsqueda de la paz, pese a las manifestaciones de la derecha en contra de "la claudicación", suponía un crecimiento de su nota entre los votantes de otros partidos. Pero, al romper ETA el alto el fuego, el terrorismo era el cuarto problema para los españoles, siendo el paro lo que más preocupaba a la sociedad. Y, desde entonces, las cuestiones relacionadas con la economía han sido las que se han llevado la palma en este tipo de ranking.
Con ese panorama social, es la fluctuación económica la que marca, fundamentalmente, la valoración de un Presidente del Gobierno. En épocas de bonanza, éxitos de la lucha antiterrorista, mejoras en las políticas sociales o cualquier avance en diferentes campos (por ejemplo, la ley de parejas de hecho) suponía un repunte de la nota puesta a Zapatero. Hoy, todo pivota en torno a los dineros. Y eso es medible: la EPA, el Ibex, las recomendaciones de la Comisión... cada dato negativo amartilla la gráfica de la valoración. En esto, no es posible vender ilusión o imagen. La economía es cuantificable, y no hay talante ni carisma que levante las cifras y, con ellas, la calificación ciudadana.
La solución a este delicado momento que atraviesa Rodríguez Zapatero no es sencilla. Su valoración, por los suelos tras las medidas de austeridad anunciadas la semana pasada, no crecerá si no mejora la economía. E, incluso en ese hipotético escenario, la imagen del recorte social pesará más en los ciudadanos que los datos macroeconómicos. Zapatero ya ha dicho que piensa más en el futuro del país que en el suyo propio.
Pero en el PSOE deberán tener presente que les quedan dos años para separar su imagen como partido de la de un Presidente que ya no levanta pasiones ni maquilla resultados. Más bien al contrario. Y el año que viene hay elecciones municipales. Para que en ellas ZP no sea un lastre, el PSOE deberá empezar a destacar un equipo, una imagen sólida como formación, algo más que unos ojos azules y una sonrisa franca. No me cabe duda de que veremos a Zapatero muy institucional y muy poco de partido. Tal vez, antes de 2011, haya un nuevo líder en el PSOE. Tal vez no se consiga un “efecto Pepe Blanco”, ni un “efecto Rubalcaba”, ni un “efecto Chacón”... pero se evitará el peso negativo de un líder nacional claramente venido a menos. Quemado, en buena medida, por la propia política comunicativa de su Partido y su Gobierno.
Con ese panorama social, es la fluctuación económica la que marca, fundamentalmente, la valoración de un Presidente del Gobierno. En épocas de bonanza, éxitos de la lucha antiterrorista, mejoras en las políticas sociales o cualquier avance en diferentes campos (por ejemplo, la ley de parejas de hecho) suponía un repunte de la nota puesta a Zapatero. Hoy, todo pivota en torno a los dineros. Y eso es medible: la EPA, el Ibex, las recomendaciones de la Comisión... cada dato negativo amartilla la gráfica de la valoración. En esto, no es posible vender ilusión o imagen. La economía es cuantificable, y no hay talante ni carisma que levante las cifras y, con ellas, la calificación ciudadana.
La solución a este delicado momento que atraviesa Rodríguez Zapatero no es sencilla. Su valoración, por los suelos tras las medidas de austeridad anunciadas la semana pasada, no crecerá si no mejora la economía. E, incluso en ese hipotético escenario, la imagen del recorte social pesará más en los ciudadanos que los datos macroeconómicos. Zapatero ya ha dicho que piensa más en el futuro del país que en el suyo propio.
Pero en el PSOE deberán tener presente que les quedan dos años para separar su imagen como partido de la de un Presidente que ya no levanta pasiones ni maquilla resultados. Más bien al contrario. Y el año que viene hay elecciones municipales. Para que en ellas ZP no sea un lastre, el PSOE deberá empezar a destacar un equipo, una imagen sólida como formación, algo más que unos ojos azules y una sonrisa franca. No me cabe duda de que veremos a Zapatero muy institucional y muy poco de partido. Tal vez, antes de 2011, haya un nuevo líder en el PSOE. Tal vez no se consiga un “efecto Pepe Blanco”, ni un “efecto Rubalcaba”, ni un “efecto Chacón”... pero se evitará el peso negativo de un líder nacional claramente venido a menos. Quemado, en buena medida, por la propia política comunicativa de su Partido y su Gobierno.
5 comentarios: on "El "lastre" Zapatero"
Muy bien, Javi. Muy bien!
Eres un geniecillo.
¿Que consejo se puede dar a Rajoy y a Zapatero?
Miren,por favor,el video con consejos de la gente de la calle a ambos politicos.
http://www.dameunconsejo.es/?videoid=1
gran curro :) muy bien analizado pero jodido no les des pistas XD XD XD y menos gratis que como estan los tiempos....
Totalmente de acuerdo con el análisis que haces Javi.Ya vale de imagenes personalistas. En el PSOE hay mucha gente valida, así que les dejen hacer. Por el bien del país y del propio partido. Un saludo.
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