La representación de una mala práctica

Por ER JIMI

Apasionado de la txistorra de Arbizu

Ésta es la "otra crónica" del encuentro protagonizado el pasado jueves por el exsecretario general de Comisiones Obreras, José María Fidalgo, en Pamplona y que estuvo organizado por el think thank Institución Futuro.

Aquella noche asistí a un encuentro empresarial en el que, una vez más, se apuntó la urgencia de no mezclar lo económico con lo político. Pensándolo fríamente, me hizo gracia esta referencia del invitado teniendo en cuenta que las primeras filas, y con carteles de “reservado” bien visibles, estuvieron plagadas de cargos públicos. No me malinterpretéis, por favor. No pido que se tiren los trastos a la cabeza. Sin embargo, sí estaréis conmigo en lo clarificador que puede ser una escena en la que se pide “independencia de actuación” justo cinco minutos después de haber empezado tu alocución con un “afectuoso saludo a mis amigos" presidente del gobierno, alcaldesa, etc…

La culpa, por supuesto, no la tiene el ponente en cuestión ni tan siquiera la entidad encargada de organizar el evento. Nada de eso. Es más un detalle que, aunque estoy seguro de que no se encontró en ninguna de las crónicas que se hicieron sobre esta cita, para mí es muy importante en la medida en que refleja y resume muchas de las penalidades que atravesamos en estos momentos.

Me explico. Describe perfectamente la forma que tienen algunos de actuar y actuarse en sus negocios (y en la vida) y, por lo tanto, constituye un ejemplo de “mala práctica” que habría que desterrar porque, sencillamente, es el origen de demasiados actos caracterizados por la discrecionalidad y el compadreo. Asimismo, si sólo "me entiendo, hago negocios y trato de no disgustar a mis amigos", luego pasa lo que pasa: que soy el protagonista de una conferencia en la que eludo nombres y, sobre todo, añado a la parte del discurso con más enjundia coletillas del tipo: “y no me voy a extender más” o “voy a ser escueto y no voy a decir ni una palabra más”. Cuando la realidad es que personajes como Fidalgo han llegado a un statu quo en el que perfectamente pueden extenderse y tratar sobre todos los temas que quieran. Pueden y deben porque la situación así lo demanda y porque a eso fuimos muchos a la conferencia de ayer o, al menos, eso es lo que me parece: a oir cosas "más prácticas".

Lógicamente, no es cuestión de ser ni un kamikaze ni un maleducado, y tampoco es recomendable en la vida y los negocios rodearte de los que no te quieren bien. Ya se sabe que, como reza el dicho popular, “del enemigo lo primero que hay que evitar es el consejo”. Pero sí sería deseable que antes de sugerir volver la vista "a los principios fundacionales de Roma", tal y como hizo el exsecretario general de CC.OO., todos tratáramos de aplicarnos un gesto mucho más cercano y sencillo. Por ejemplo, saber distinguir entre relación profesional y relación de amistad. ¿Cuántos problemas nos evitaríamos de este modo, verdad?