Bum

Por JURDAN ARRETXE

Acostumbrado a analizar

Acostumbrados. Vivimos de esto y vivimos así. Los comunicadores recién licenciados conocen bien la propuesta de la CEOE. Seis meses, un año feliz en un medio de comunicación para que, 365 días después del día de los nervios, la puerta de los toriles se abra: "Muchas gracias por todo". Un nuevo becario ocupa la silla que el ex becario deja libre. Sin tiempo a que se enfríe. Como en las minas de La Arboleda que, a turnos de ocho horas, cada día dormían tres mineros en cada catre. Era el sistema de trabajo de las camas calientes.

No pregunten por el ex becario que cruzó la puerta: rastro perdido. Tampoco le cuestionen cuándo piensa irse a vivir con su novia o si le gustaría irse de alquiler a un estudio coqueto del 13, Rue del Percebe. "Estamos por la estabilidad y no por la precariedad", declara el ministro Blanco. A favor de que la tasa de más del 40% del paro juvenil permanezca estable. Lo dice en Noruega -país con unos cuantos serios por kilómetro cuadrado, incluidos los ríos congelados- y lo hacen salmón.

No hacía falta que vinieran Díaz Ferrán o Rodríguez Zapatero para demostrar que España se dirige hacia el desarrollo insostenible -e ingobernable, aunque la impericia facilitó que la ingobernabilidad llegara por delante-. Los escándalos que salpican a los agentes políticos y sociales son menos tangibles pero tan o más tóxicos que el chapapote del Prestige. Y al que dice algo "raro", patada en la boca.

El coste del despido y la lenta burocracia a la hora de contratar personal o crear empresas ("jóvenes emprendedores", ah..., oh...) hacen del laboral un mercado rígido. Que un joven, sea en esas condiciones o en otras mejores -si es posible-, tenga la oportunidad de meter el morro en la empresa no es, ni mucho menos, malo. No habría muchas diferencias respecto a la situación de ayer, hoy o mañana. Uno de los dos problemas ya existe: en una plantilla de 50 empleados, haya contemplados por sistema 10 becarios como forma de ahorrar costes, en cuanto uno acaba, entra otro, como prisioneros de un campo de concentración. Este es problema del empresario, no de la ley. Lo segundo reprobable, que la CEOE extienda la barrera del contrato hasta los 30 años. Pero no, en España no hay sitio ni para el debate. Solo para el cuarto "divorcio" de la Esteban (el de Jesulín y los tres con el barman) y la décima del Real Madrid.

Porque al buscar en Google "propuesta de la CEOE" aparecen entradas fechadas en noviembre de 2008, febrero y abril de 2009 y, la última, la de este mes. La que no es "impresentable", "no es adecuada" o habría que "sepultarla bajo mil toneladas de tierra". La última, globo sonda de José de la Cavada, fue una buena ocasión para que todos se pronuncien (en contra, claro). Habrá abierto la boca hasta la asociación de Jubilados Adolescentes Pandereteros de Villabajo de Perroverde. El remate, promovido por la UGT catalana, que un "centenar de jóvenes" se bajaran sus pantalones ante la sede de la patronal en Barcelona. Que el sindicato sea quien lo promueva no tiene culos: tiene pelotas.

Porque para este tipo de cosas y para debatir furibundamente sobre el futuro (¿?) de la tauromaquia España va sobrada. Un país que aborrece su pasado, desconoce las coordenadas en las que se mueve su presente y ni se preocupa por el futuro. Los jóvenes (da igual su ideología, su sentimiento de pertencia a España, Euskal Herria o Ikea) quieren marcharse. Como el adolescente malauí que no tiene qué echarse a la boca, el recién licenciado quiere escapar a Washington, a Londres. Ir, aprender y volver para intentar mejorar la tierra o la superficie comercial donde nació no se acepta ni como animal de compañía. Huir. En lenguaje gallardo: dar media vuelta y seguir avanzando. Hasta que España, Euskal Herria o Ikea dejen de existir. La elite califica esto como "fuga de cerebros". No se dan cuenta de que son ellos los que llevan años con la sesera abierta.

Como cualquier debate de la esfera pública, el texto presente tampoco termina con la misma idea que la que empieza. Méndez habla de una "sepultura de mil toneladas de tierra". Justo lo que tanto unos, genuinos incalificables especuladores del rumor irresponsable, como otros, desagradecidos escapistas sin memoria en Washington o Londres, están haciendo con su país. Sea el que sea este, llámese como se llame: enterrarlo, pero lanzando el féretro desde las alturas. Donde caiga. Bum.