Pamplona 2016, símbolo del Barcinato

Por SYLDAVO DE SYLDAVIA

No está afiliado al PP/PNV/IU

Aunque el Ayuntamiento de Pamplona es el único que no se ha enterado y sigue dispuesto a malgastar dinero en una aventura que no lleva a ninguna parte, es cada vez más evidente que la candidatura de Pamplona para ser capital europea de la cultura en 2016 es un fracaso. Ni interesa en la propia ciudad, ni recibe apoyos externos, ni está bien situada en las encuestas. En la que hace la Asociación de Ciudades Candidatas (a la que Pamplona con gran visión de futuro no pertenece) va en último lugar entre las 15 candidaturas que compiten en España.

Pero dando por hecho que la candidatura ha fracasado antes de formalizarse oficialmente, algo que si Dios no remedia se hará este año, esta iniciativa municipal puede servir como un expresivo síntoma de lo que han sido estos doce años de alcaldía de Yolanda Barcina (doce parece que van a ser, ya que en las próximas elecciones se ha fijado objetivos más altos). Por dar sus características, éstas serían: autobombo a tope, ideas escasas, gestión chapucera, "todo para el pueblo pero sin el pueblo", y "trabajar lo justo".

a) Autobombo a tope

Lo importante es el marketing, la publicidad, la propaganda, estar siempre en el candelabro. Inaugurar todo lo inaugurable, poner primeras piedras hasta donde no haya segundas piedras, sacarse fotos con todo chichifú y tener presencia constante en los medios como si se estuvieran haciendo muchas cosas. Aunque, con frecuencia, no se esté haciendo casi nada, o no se esté haciendo nada nuevo que no se estuviera haciendo ya antes, o que no hagan otros sin tanto ruido.

Llevamos ya cuatro años largos con la cantinela de Pamplona 2016, y sólo ahora que faltan seis meses para presentar la solicitud se nombra un equipo de expertos para, a todo correr, hacer el plan que se va a presentar. Entonces, hasta ahora, ¿qué se ha hecho? Vender humo. Se decidió lanzar la candidatura sin saber qué se iba a ofrecer; y esto es una competición no para que se elija a los más guapos o los más simpáticos, sino para elegir un programa cultural específicamente diseñado para el año en que se pretende obtener la capitalidad.

b) Ideas escasas
La escasez de ideas propias que se revela en la candidatura Pamplona 2016 no un hecho aislado. Pese al martilleo constante de la propaganda oficial que ha hecho creer a la gente que Barcina y su equipo han lanzado una enorme cantidad de iniciativas para transformar la ciudad, la verdad es que se han especializado en ejecutar las ideas de otros o en inaugurar lo que otros habían empezado.

En contra de lo que piensan hasta sus enemigos (la desmemoria es contagiosa), la reurbanización del Casco Antiguo no procede de su inexistente laboratorio de ideas. Se aprobó en la época de Jaime (1991-1995) y se empezó a ejecutar en la época del Tripartito CDN-PSN-IU (1995-1999). Tampoco la construcción del Baluarte; se debe al Gobierno de Navarra, que la pactó también con el Tripartito. El Plan Municipal vigente aprobado en 2002 también lo elaboró el Tripartito, y después de dejarlo un tiempo en el cajón Yolanda Barcina decidió aprobarlo ya que no se le ocurría nada mejor. La planificación de Buztintxuri, Lezkairu, Arrosadia... proviene del Tripartito. Los Civivox, aunque entonces se llamaban centros socioculturales, también estaban previstos desde entonces, aunque cuando ha habido dinero para hacerlos ha sido durante el barcinato (gracias a que el Tripartito gestionó la Carta de Capitalidad y sacó a Pamplona de su incapacidad de inversión anterior).

La nueva Estación de Autobuses responde a un proyecto de la época de Jaime que se rescató del cajón (y del que ahora sabemos que no se hizo con las cuentas claras). El Corte Inglés, obviamente, es una idea del Corte Inglés. El Parque Fluvial del Arga se inició también en la época del Tripartito, como la Zona Azul. La recogida neumática de basuras que se va a instalar ahora está prevista también desde que IU presidía la Mancomunidad. Y los Sanfermines se vienen celebrando desde 1590.

c) Gestión chapucera
Alguna idea propia sí que ha tenido Yolanda Barcina; aunque sus iniciativas no pueden ponerse como modelos de buena gestión, pese a que se venda tal cosa. Iniciativa suya fue el aparcamiento bajo la Plaza del Castillo, que además de tener que concluirse contra diversas sentencias judiciales y apoquinando dinero de más a la empresa que lo construyó, conllevó la destrucción de los restos romanos y medievales que allí aparecieron (una buena tarjeta de visita para ser capital ¿de la cultura?). También la peatonalización de Carlos III y Roncesvalles, que si en sí misma no es mala idea, se ha ejecutado sin una previa planificación del tráfico, lo que ha llevado a una situación de colapso permanente del centro que perjudica no sólo a la circulación de vehículos privados sino sobre todo al transporte público, lento hasta la desesperación.

Y qué decir del Museo de los Sanfermines, por el que ya hemos pagado tres proyectos distintos en tres ubicaciones diferentes; una dudosa inversión que lleva once años de andadura sin que se pueda poner fecha a su inauguración. La privatización de servicios sociales, como el de asistencia a domicilio, también es una idea propia del equipo Barcina; la empresa que lo lleva se retira porque no salen las cuentas, los usuarios se quejan de la calidad del servicio, los trabajadores de las condiciones en que trabajan.

d) Todo para el pueblo, sin el pueblo
El equipo de Barcina heredó un reglamento recién aprobado donde se preveía la creación de unos consejos de barrio donde podrían participar los vecinos a través de las diversas asociaciones y colectivos. Once años más tarde siguen siendo una asignatura pendiente. Se prefirió nombrar unos concejales de barrio sin competencias específicas con la misión de pasear de vez en cuando cada uno por su barrio para apaciguar los ánimos. Como la cosa no funcionaba últimamente es la propia alcaldesa la que se desplaza por los barrios para dar un speach a los vecinos desde las alturas de un estrado.

La participación se ha reducido a una caricatura, de la que es buena expresión unos supuestos “presupuestos participativos” que consisten en una raquítica partida presupuestaria que cada año se adjudica graciosamente a un barrio para que por votación popular se le dé destino. Por no hablar de la persecución de todo el que sin ser afecto al régimen se mueva sin permiso, sea para organizar Olentzeros o fiestas de barrio.

Lo gracioso es que entre los criterios para elegir la capital europea de la cultura se encuentra el de “estimular la participación de los ciudadanos que vivan en la ciudad y sus alrededores y despertar su interés y el de los ciudadanos extranjeros”, y “ser sostenible y formar parte del desarrollo cultural y social a largo plazo de la ciudad”. Pamplona 2016 ha sido una iniciativa impulsada a espaldas de los ciudadanos, en la que no ha participado nadie, y que se va a solventar con un equipo de expertos que con toda celeridad redactarán algo para presentar al Ministerio. La participación consiste en que tenemos la ciudad llena de vallas publicitarias con el eslogan.

e) Trabajar, lo justo
Como la mayor parte de las energías se consumen en el autobombo, pocas quedan para trabajar en otras cosas, y eso se acaba notando. Con lo de Pamplona 2016, a diferencia de otros temas donde se puede disimular más (e incluso engañar, como con el carril bici, donde se venden muchos kilómetros inexistentes), las comparaciones son especialmente odiosas. Porque basta con visitar las páginas web de las demás ciudades candidatas (Alcalá de Henares, Burgos, Cáceres, Córdoba, Cuenca, Donostia-San Sebastián, Las Palmas de Gran Canaria, Málaga, Murcia, Oviedo/Gijón/Avilés, Santander, Segovia, Tarragona y Zaragoza) y luego visitar la pobre web de Pamplona para darse cuenta que hay quien se lo está currando y hay quien está haciendo un triste paripé. Algunas llevan muchos años de rodaje y han captado muchas adhesiones, tanto en lo cuantitativo (miles o cientos de miles de firmas), como en lo cualitativo (instituciones importantes y personajes relevantes), otras hace tiempo que crearon algún organismo específico para llevar adelante la candidatura.

Que sí, que vale, que tenemos los Sanfermines. Pues eso, mejor cambiar por un lema que nos salga más barato. Sanfermines 2016. Que eso sí llegará.