Por JAVIER DOMÍNGUEZ
Periodista encierrista
Quienes amamos el encierro hemos oído (y dicho) en más de una ocasión que uno de los riesgos que tiene la carrera es el de morir de éxito. La concatenación de hechos sería algo así: primero, el acto de aquí se internacionaliza y los corredores foráneos abundan (pasó); después, el acto tiene más corredores foráneos que de casa (está pasando); y, más tarde, el acto se convierte en algo sólo de foráneos, acaba perdiendo su esencia y su lógica y los propios locales acaban por renegar de él (¿pasará).
No soy de los que meten en el mismo saco a todos los corredores de fuera y afirman, rotundos, que no sepan correr. Hay muy buenos corredores de fuera de Navarra (opino que el propio Daniel Jimeno, que en paz descanse, lo era). Lo que sí me parece obvio es que, en un encierro masificado, hay más “participantes” (desconocedores de la carrera y, por ende, peligrosos para sí mismos y los demás) que “corredores”. Y sí: la mayoría de esos “participantes” son de fuera. Los de aquí respetamos el encierro, o al menos sabemos que tiene peligros que hemos visto desde pequeños en vídeos y fotografías. Tal vez esa conciencia de riesgo, unida a la percepción de que “hay mucho que no sabe”, retraen a los pamploneses de correr el encierro.
Pero la ausencia de mozos y mozas pamploneses tiene otra explicación, que incluso puede ser complementaria de la anterior: la ausencia de una “cantera” de corredores. El de aquí que quiere correr quiere hacerlo bien, con conocimiento de causa. En esta ausencia de “cantera” puede tener que ver, creen algunos, la ausencia de algo similar a aquello que conocíamos como “encierro txiki”. Aquello, que fue más que un experimento y menos que una tradición, duró nueve años. Comenzaron en 1979 y, tal como recuerda el compañero Ignacio Murillo en su Diario de San Fermín, los últimos se celebraron en 1987. La prohibición de correr a menores de 14 años (según la ley de 1982) suponía, en la práctica, que estos encierros txikis perdieran su sentido. En 1992, el decreto foral 249/1992 aumentaba esa edad a los 16 años (y permitía que “la empresa”, que en Pamplona es el Ayuntamiento, la elevara hasta los 18).
No soy de los que meten en el mismo saco a todos los corredores de fuera y afirman, rotundos, que no sepan correr. Hay muy buenos corredores de fuera de Navarra (opino que el propio Daniel Jimeno, que en paz descanse, lo era). Lo que sí me parece obvio es que, en un encierro masificado, hay más “participantes” (desconocedores de la carrera y, por ende, peligrosos para sí mismos y los demás) que “corredores”. Y sí: la mayoría de esos “participantes” son de fuera. Los de aquí respetamos el encierro, o al menos sabemos que tiene peligros que hemos visto desde pequeños en vídeos y fotografías. Tal vez esa conciencia de riesgo, unida a la percepción de que “hay mucho que no sabe”, retraen a los pamploneses de correr el encierro.
Pero la ausencia de mozos y mozas pamploneses tiene otra explicación, que incluso puede ser complementaria de la anterior: la ausencia de una “cantera” de corredores. El de aquí que quiere correr quiere hacerlo bien, con conocimiento de causa. En esta ausencia de “cantera” puede tener que ver, creen algunos, la ausencia de algo similar a aquello que conocíamos como “encierro txiki”. Aquello, que fue más que un experimento y menos que una tradición, duró nueve años. Comenzaron en 1979 y, tal como recuerda el compañero Ignacio Murillo en su Diario de San Fermín, los últimos se celebraron en 1987. La prohibición de correr a menores de 14 años (según la ley de 1982) suponía, en la práctica, que estos encierros txikis perdieran su sentido. En 1992, el decreto foral 249/1992 aumentaba esa edad a los 16 años (y permitía que “la empresa”, que en Pamplona es el Ayuntamiento, la elevara hasta los 18).
Sea como sea, y aunque este verano se levantara de nuevo la polémica sobre la presencia de menores en espectáculos taurinos, se puede hablar ya de cierto movimiento por la recuperación del encierro txiki. Para ello, sería imprescindible derogar la ley actual y la prohibición de correr con menos de 18. El corredor Juanjo Martínez Gilabert se ha lanzado a la calle a recoger firmas (necesita 7.000 para llevar el asunto al Parlamento Foral), y ha creado un grupo en Facebook al que cualquiera puede unirse.
Juanjo, que hoy tiene 39 años, sí llegó a correr en los encierros txikis, y es de los que piensa que estas carreras ante la becerrada favorecería el relevo generacional entre los corredores de aquí: “Fomentarían una formación y llegar a tener una experiencia desde pequeños, aprendiendo lo que es tener el respeto al animal, el miedo, el estrés y soltar toda la adrenalina, lo que les servirá para cuando sean mayores”, argumenta. César Ibarrola, otro defensor de la idea y nuestro contacto con Juanjo, es de la misma opinión: “La falta de eventos para los pequeños impiden que le cojan el gusto al encierro, a sentir el gusanillo... o por el contrario a saber que no les gusta eso. Simplemente tienen que estar esperando a aparentar los 18 para poder meterse en el encierro grande sin ningún tipo de experiencia”. Y esto último, desde luego, es uno de los mayores peligros de la carrera.
Menores y seguridad
Pero, "en pleno siglo XXI", ¿sería tolerable un encierro con animales de verdad, corredores menores y posibles contusiones... habiendo visto accidentes como el que le costó la vida a un joven este verano en Cabanillas? Tanto Juanjo como César comprenden la posición de quienes argumentan cuestiones de seguridad para que no se recuperen los encierros txikis, pero aseguran, como dice Juanjo, que “cada uno es libre y responsable”, y que “el peligro existe en todo lo que te rodea”. Como ejemplo ponen la participación de menores en un espectáculo como el toro de fuego.
Las firmas serán llevadas al Parlamento de Navarra cuando sumen 7.000, y la recogida se está viendo perjudicada, dice Juanjo, por el mal tiempo. “Hay que seguir poco a poco y con paciencia”, cuenta. También se están recogiendo firmas a través de un formulario en Internet. De momento, Juanjo no se ha puesto en contacto con los partidos políticos, pero sí ha ido recabando la opinión de otros corredores de aquí, y todos coinciden en que es una idea interesante. Lo cual, dicho sea de paso, podría favorecer que esta idea llegara a plantearse en la Mesa del Encierro, algo que podría dar el impulso definitivo a la propuesta. “Esperemos sacar las firmas necesarias y poder darles a nuestros hijos la posibilidad de experimentar las sensaciones que un día experimentaron sus padres”, remata César.
Algo tienen claro los dos: nunca obligarían a sus hijos a correr el encierro txiki, pero desde luego sí les animarían. ¿Y si se lanzaran al encierro grande? César responde reafirmándose en la propuesta: “Me gustaría que previamente hubiera adquirido una experiencia; como todo en esta vida, se tiene que aprender a andar antes que a correr”. Y nunca mejor empleada la expresión. Y los lectores de este blog, ¿cómo lo ven?
11 comentarios: on "El encierro txiki y la imprescindible cantera"
En estos tiempos ninis, de sobreprotección a los menores, veo bastante chungo que ningún político tenga huevos a poner esto en marcha.
Yo corri de txiki y supuso que me acojonara para correr de mayor.
Es mi opinión
Muy buenas.
El encierro está en decadencia y lo mejor es que desaparezca.
Ahora resulta que lo que empezó como una gamberrada a tomado visos de arte y saber hacer. Si se puede llamar arte a abrirse paso a tortazo limpio con el más absoluto desprecio (mutuo) del que está a tu lado para, al fin y al cabo, jugarte la vida de la manera más tonta bajo el pretexto de un inventado sentimiento.....
Y no hablemos de los divinos y toda esa recua de iluminados, de los que se piensan que eso es el rodeo, del afán de protagonismo...Cuánto se aburre el ser humano!
Que conste que soy de aquí "de toda la vida" y jamás animaré a un hijo mío a hacer el mangarrán delante de ningún animal.
Los sanfermines ya son sólo para los de fuera.
Los Sanfermines no importan más que a cuatro nostálgicos de la bota vino. Por fortuna, ahora, ya se puede follar todos los sábados, no es necesario comportarse maleducadamente con tu vecino y, zas, por arte de magia, ponerte de buen rollo el día 6; no, gracias a la multiculturalidad, hay más mestizaje y las navarras no nos ponemos la faja y nos tiramos al que nos da la gana.
En definitiva, se acabó "Por San Fermín..."
Ni de coña ponen algo para crios, que luego te denuncian (y posiblemente con razon).
Si la gente quiere entrenar, pues que se vaya a las vaquillas de los pueblos no?
Ni puñetera falta que hace resucitar el encierro txiki/chiqui (ojo, que Pamplona es zona mixta), que quedó perfectamente prohibido. La idea de crear una cantera de corredores es ridícula, salvo que se contratara a unos cuantos cientos de valencianos/madrileños/guiris (con sus porcentajes correspondientes de ebrios y resacosos) para correrlo y masificarlo y así nuestros chavales aprenderían a utilizar los codos y las zancadillas.
Los sanfermines han muerto. El encierro tiene los días contados.
Vamooosssss, ¿Que se han muerto los sanfermines? Jajajajaja, Claro, claro, es mucho mejor irse con la parienta y los crios a Salou, dónde va a parar!!!
Viva San Fermín!!!!
Gora Sanfermín!!!!
Aupa el encierro txiqui!!!
Y porque esto es internet, que si no te cantaba el riau-riau a la oreja. Riau - Riau!
Como por aquí somos muy vascos, el LELO, LEhendakari LÓpez, ha leído la Txistorra, y mira lo que ocurrió ayer:
El Gobierno de Patxi López quiere emitir programas de toros en ETB
Ares, Mendia y Surio se reunieron ayer en Bilbao con el empresario Pablo Chopera
Con lo amantes que somos aquí de la cantera (de la nuestra y de la otros que no dudamos en saquear), ya tenéis un apoyo para que los chavalitos vean por la tele el noble arte de Cúchares y después deseen fervientemente correr delante de los astados.
Ah, y poniéndonos irreverentes e iconoclastas, ya que los mayores dedican los Sanfermines a emborracharse por las patas, sería adecuado "inventar" el "poteo txiki", con zonas habilitadas para que los menores de edad pudiesen..., espera, alguien lo explica mejor que yo:
“Me gustaría que previamente hubiera adquirido una experiencia; como todo en esta vida, se tiene que aprender a andar antes que a correr”
Eso, primero pequeñas borracheras que las grandes kurdas ya las harán de mayores, al fin y al cabo aquí el peligro no se llama cuerno sino cirrosis y hay que saber hacerle quites.
Cuando se realizó el encierro txiki en los años 80, desde luego que no había un límite de participación como ahora se podía introducir, acotando por ejemplo una edad mínima para participar, unos 12 años con la máxima de 16.
Uno de los mayores problemas que hubo fue desde luego que podían entrar chavales muy pequeños, acompañados de sus padres y que originaban más problemas de los debidos.
Este corredor de 39 años, si paricipó en las carreras contando que se dejarán de realizar los encierros txikis en el año 87, como mucho tendría 16 años ese año y luego se habría enganchado al grande (haundi).
No me parece para nada una idea descabellada, aunque debería ser para toda Navarra, cosa que sólo quiere para Pamplona.
Los que estáis resabiados de los Sanfermines, creo que estáis equivocados, pero de pequeños tambioen os gustarían los encierros, el txupinazo o los gigantes. Nuestros hijos tambien tienen derecho a seguir disfrutándolos, a involucrase más de pequeños que ahora cuando tienen la "edad del pavo", sólo quieren salir de empalmadada hasta el amanecer, tomando el alcohol y las drogas como único recurso para pasárselo bien.
Un saludo a todos
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