Por HARITZ PASCUAL
Vivió el sorteo en directo
“Una herencia no se reparte, se despedaza”, decía el amigo comerciante de Mafalda, Manolito. Esa frase me ha venido a la cabeza cuando ayer al mediodía, frente a la administración 146 de loterías de la madrileña calle de Bravo Murillo, veía la trastienda de las celebraciones de la lotería. Apenas tres personas se acercaron hasta la oficina lotera a celebrar, ante las incontables cámaras, “el gordo”. Y seguidamente han llegado ELLOS. Vestidos de traje, los representantes de los bancos han hecho su aparición en la calle; con paraguas de publicidad y repartiendo tarjetas a diestro y siniestro. Hasta yo me he llevado una.
A ellos sí que les ha tocado el gordo. Los representantes de los bancos se empujaban entre ellos, cada vez que una persona celebraba su suerte. Los intereses que ellos, y también Hacienda, sacan de esta lotería son su verdadera cesta de Navidad. Como cuando una bandada de buitres se encuentra una oveja desvalida.
El resto de la jornada para no olvidar, pero en plan positivo. El vivir en directo, desde el salón de la Lotería, el sorteo de Navidad es toda una experiencia. El lugar en sí está avejentado, como la mayoría del público y los personajillos que, cada vez menos originales, intentan captar la atención de las cámaras. Pena para ellos que Callejeros no ha aparecido. Cada premio era seguido de un enorme revuelo, de gritos de periodistas entrando en directo y de los afanados trabajadores de la lotería intentando repartir a la vez a todos, los datos sobre las administraciones agraciadas.
El resto de la jornada para no olvidar, pero en plan positivo. El vivir en directo, desde el salón de la Lotería, el sorteo de Navidad es toda una experiencia. El lugar en sí está avejentado, como la mayoría del público y los personajillos que, cada vez menos originales, intentan captar la atención de las cámaras. Pena para ellos que Callejeros no ha aparecido. Cada premio era seguido de un enorme revuelo, de gritos de periodistas entrando en directo y de los afanados trabajadores de la lotería intentando repartir a la vez a todos, los datos sobre las administraciones agraciadas.
La locura que han generado Yahaira y Alicia, las dos niñas que han cantado el gordo, entre los plumillas ha sido impresionante. Los diferentes redactores tiraban literalmente de las niñas, para ser los primeros en tenerlas en directo. Una pena. Las chavalas iban de lado a lado, más asustadas que emocionadas; y eso que los banqueros no han aparecido por el salón.
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