Por XABIER ETXEBERRIA
Colaboración enviada por email
Imagínate que tienes un vecino que te quita una parcela que es tuya. Una parcela que tú cogiste, pero que ya no te pertenece. Imagina también que esa parcela está habitada por inquilinos, pero que el nuevo dueño, que se la ha apropiado sin preguntarles, coge y les echa. E imagina por último, que una de las inquilinas de la parcela entra en huelga de hambre para que le devuelvan lo que le pertenece y que los demás vecinos, en lugar de luchar por devolverle la parcela; luchan por que coma. Hay un proverbio chino que dice que “cuando el sabio enseña el cielo, el tonto mira al dedo”. Y algo así ocurre cada vez que algún suceso nos encoge el corazón.
Es una imagen de lo que significa Aminatu Haidar para el mundo occidental. Y es una imagen de lo que será cualquiera que intente lo mismo mientras los fosfatos marroquíes compren el silencio de potentes estados como Francia o Estados Unidos. Y seguiremos los demás siendo cómplices de este genocidio del pueblo saharaui, que fue expulsado de sus tierras hace más de 30 años y vive actualmente en campos de Tinduf en Argelia, amparado por la caridad internacional. Porque, como bien dijo una amiga mía, la solidaridad se de entre iguales. Y aunque los “miembros” y “miembras” de este mundo seamos todos iguales, los estados no lo son. Por eso, algunos reciben la bula de los Estados Unidos, quien marca con regla y cartabón los países “malos” y buenos”, y otros la de China, Cuba o Venezuela, que hacen exactamente lo mismo. Me hace gracia escuchar a un “antisistema” (capitalista) hablar de los derechos de los palestinos, mientras que los ciudadanos cubanos poco importan. Al final acaban entrando en la misma contradicción que dicen atacar; callar las tropelías de los tuyos mientras embisten las de los “otros”. Muy humano.
En fin, el caso de Aminatu Haidar describe la miseria que vivimos en este mundo. Un mundo de contradicciones, en el que la libertad se confunde con el poder y sólo es libre quien tiene la posibilidad de serlo. Lo más jodido de todo es que quien ofrece una alternativa, o que se denomina alternativa, hace lo mismo y problemas como el del Sahara quedan pendientes por no entrar en uno de los dos bloques. Y así no avanzamos. Sobre todo, porque convertimos a personas en objetos de cambio y nos quedamos en lo superfluo: sus derechos como individuos. ¿Y los derechos como pueblo qué? ¿Por qué no podemos ser otro más en la comunidad de vecinos?
Es una imagen de lo que significa Aminatu Haidar para el mundo occidental. Y es una imagen de lo que será cualquiera que intente lo mismo mientras los fosfatos marroquíes compren el silencio de potentes estados como Francia o Estados Unidos. Y seguiremos los demás siendo cómplices de este genocidio del pueblo saharaui, que fue expulsado de sus tierras hace más de 30 años y vive actualmente en campos de Tinduf en Argelia, amparado por la caridad internacional. Porque, como bien dijo una amiga mía, la solidaridad se de entre iguales. Y aunque los “miembros” y “miembras” de este mundo seamos todos iguales, los estados no lo son. Por eso, algunos reciben la bula de los Estados Unidos, quien marca con regla y cartabón los países “malos” y buenos”, y otros la de China, Cuba o Venezuela, que hacen exactamente lo mismo. Me hace gracia escuchar a un “antisistema” (capitalista) hablar de los derechos de los palestinos, mientras que los ciudadanos cubanos poco importan. Al final acaban entrando en la misma contradicción que dicen atacar; callar las tropelías de los tuyos mientras embisten las de los “otros”. Muy humano.
En fin, el caso de Aminatu Haidar describe la miseria que vivimos en este mundo. Un mundo de contradicciones, en el que la libertad se confunde con el poder y sólo es libre quien tiene la posibilidad de serlo. Lo más jodido de todo es que quien ofrece una alternativa, o que se denomina alternativa, hace lo mismo y problemas como el del Sahara quedan pendientes por no entrar en uno de los dos bloques. Y así no avanzamos. Sobre todo, porque convertimos a personas en objetos de cambio y nos quedamos en lo superfluo: sus derechos como individuos. ¿Y los derechos como pueblo qué? ¿Por qué no podemos ser otro más en la comunidad de vecinos?
6 comentarios: on "Cosas de vecinos"
Excelente post. Muchas veces, los asuntos con tantas espinas y resquicios como este se entienden mejor contados así. Xabier, has dado en el clavo.
Nerea, eres la pelotilla de la Txistorra?
Todo te parece bien. De verdad, chica, nunca te he visto criticar nada?
Jajaja. Pues Anónimo, no hace mucho que criticaba a Eloy Rabo en un artículo sobre los jóvenes de hoy en día... Y también di mi opinión en contra de algunas cosas que se publicaban sobre el caso Nagore. Aunque sí, es verdad que la mayoría de cosas que publica La Txistorra me parecen bien. No veo nada de malo en que la redacción de este blog y yo estemos de acuerdo en muchas cosas, no se trata de nada raro.
Hay excepciones en ese pasotismo que tenemos.En Marruecos,en el Sahara,en Tinduf,en otros lugares del mundo hay gente que está poniendo el grito en el cielo. Una jovencica sevillana se ha puesto en huelga de hambre en solidaridad con Aminetu. Ojalá se haga Justicia.
Nerea, Rabo es mucho rabo para replicarle
Hoy varias personas ayunan en solidaridad con Aminatou Haidar en el aeropuerto de Hondarribi: http://www.abc.es/agencias/noticia.asp?noticia=202654
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