Por CIBERGWENZA
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A todos nos han entrado ganas, alguna vez, de tirarle un souvenir a la cara a alguien. O el libro tocho de tercero de carrera, que también tenía mucho de arma arrojadiza. Lo que pasa es que no se puede ir por la vida repartiendo mamporros, salvo que seas Van Damme. Y si el destinatario de las hostias es un primer ministro, te puedes meter en líos. Vale que sea un faldero juzgado por corrupción, y vale que sea un tipo que puede ser considerado de todo menos trigo limpio. Pero sigue llamándose Berlusconi. No ha hecho un programa de televisión desde su habitación hospitalaria, a lo Hermann Terstch, pero si nos mostraran el lugar podría parecerse a lo que nos pinta Cibergwenza. Dale duro, Silvio. Y recuerda no apretar mucho cuando te laves los dientes.
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