Por JAVIER DOMÍNGUEZ
Ración de nostalgias
La imagen es de la antigua estación de autobuses de Pamplona, hace unos días. Junto a uno de los servicios de señoras, se mantiene (es lógico, tampoco es cuestión de clausurarla) la puerta de un cubículo. Ese cubículo que antaño acogía a la limpiadora, portera y administradora de papel higiénico del WC.
Quien más, quien menos, tiene algún recuerdo de estas señoras que, con su bata blanca y su tarjeta identificativa del ayuntamiento, se colocaban a la entrada del baño. Papel, diez pesetas. Ó 25, que es la fase en la que yo las recuerdo, con aquella moneda grande y plateada. Aquel cubículo, tras su puerta con visillos, solía tener un transistor sobre una pequeña mesa; los más grandes, o quizá los de las más pudientes, creo recordarlos con tele en blanco y negro sobre una mesilla más grande cubierta por un tapete de ganchillo.
Eran horas y horas, no sé cuántas ni cómo se turnaban, viendo entrar a gente, con la rutina de la entrega del papel, la recogida de la moneda, la limpieza de los servicios públicos. Limpieza ordinaria, cuando lo establecían los cuadros en los que luego firmaban, y limpieza extraordinaria cuando alguien vomitaba, un niño se lo hacía fuera de la taza o algún graciosillo la liaba de alguna forma. Trabajadoras sufridas, empleadas municipales. Ese cubículo era una especie de portería, en un portal que servía para lo menos decoroso (y a la vez más necesario) del ser humano. Pero los “vecinos” cambiaban demasiado pronto, aunque algunos fueran más habituales; demasiada rotación para que hubiera lugar al sano cotilleo, el compadreo, el conocimiento mutuo y hasta el aguinaldo navideño.
Allí estaban ellas. En la Estación de Autobuses, en la Plaza de los Fueros, en el Paseo Sarasate... Ya no las he visto. Probablemente, es más cómodo dejar los rollos puestos, aunque sea más fácil que se acaben. Quizá perdieron sus puestos de trabajo con la externalización del servicio de limpieza de los urinarios públicos, igual que aquellos barrenderos de escoba, cubo y boina, que fueron desterrados por las barredoras automáticas de FCC. El cubículo sigue allí, pero ellas, su radio, su tele y su calceta ya no están.
Quien más, quien menos, tiene algún recuerdo de estas señoras que, con su bata blanca y su tarjeta identificativa del ayuntamiento, se colocaban a la entrada del baño. Papel, diez pesetas. Ó 25, que es la fase en la que yo las recuerdo, con aquella moneda grande y plateada. Aquel cubículo, tras su puerta con visillos, solía tener un transistor sobre una pequeña mesa; los más grandes, o quizá los de las más pudientes, creo recordarlos con tele en blanco y negro sobre una mesilla más grande cubierta por un tapete de ganchillo.
Eran horas y horas, no sé cuántas ni cómo se turnaban, viendo entrar a gente, con la rutina de la entrega del papel, la recogida de la moneda, la limpieza de los servicios públicos. Limpieza ordinaria, cuando lo establecían los cuadros en los que luego firmaban, y limpieza extraordinaria cuando alguien vomitaba, un niño se lo hacía fuera de la taza o algún graciosillo la liaba de alguna forma. Trabajadoras sufridas, empleadas municipales. Ese cubículo era una especie de portería, en un portal que servía para lo menos decoroso (y a la vez más necesario) del ser humano. Pero los “vecinos” cambiaban demasiado pronto, aunque algunos fueran más habituales; demasiada rotación para que hubiera lugar al sano cotilleo, el compadreo, el conocimiento mutuo y hasta el aguinaldo navideño.
Allí estaban ellas. En la Estación de Autobuses, en la Plaza de los Fueros, en el Paseo Sarasate... Ya no las he visto. Probablemente, es más cómodo dejar los rollos puestos, aunque sea más fácil que se acaben. Quizá perdieron sus puestos de trabajo con la externalización del servicio de limpieza de los urinarios públicos, igual que aquellos barrenderos de escoba, cubo y boina, que fueron desterrados por las barredoras automáticas de FCC. El cubículo sigue allí, pero ellas, su radio, su tele y su calceta ya no están.
10 comentarios: on "Aquel rincón, aquellas señoras, aquellos WC"
Se fueron jubilando. Como tantas cosas.
Esas trabajadoras merecen un homenaje
Homenaje.
Al igual que a un jugador de futbol se le hace un partido, ¿qué propone, un butiño de homenaje?
Mejor ponerles una placa.
En Paseo Sarasate y en los baños de la Ciudadela siguen. Así que si te quieres pasar por ahí...
Este año en San Fermin tambien estaban en los baños publicos que hay en la calle Arrieta,Aunque no eran esas mujeres que yo tambien conservo en la memoria,sino unas mozetas muy simpaticas.
¿Quizas se podria hacer un grupo en faceebok?
Quien sabe, igual alguien conoce a alguien, que conoce a alguien, que trabajo alli, y nos cuenta algun txismorreo jugoso jajajaj
¿Homenaje? Se podía hacer un diorama en el cubículo, con muñeco de cera representando a la señora y ambientando el cubículo: la radio, el ganchillo, los rollos de papel y los productos de limpieza.
Y los crucigramas, que parece que no se nombran por alguna oscura razón, cuando lo único oscuro que allí había era el agujero que cada uno trae de casa.
Los crucigramas y las revisticas, cierto. No hay oscura razón, sino olvido no voluntario. Saludos.
Y las gafas, con cadena atada a las patillas, para colgárselas sobre el pecho.
Si de olvidos se trata, también recuerdo,verlas haciendo ganchillo,que menudas obras de arte se veian,bueno por lo menos a mí me gustaban.
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