Los lavados de cerebro

Por EL FILIBUSTERO

Hoy se nos pone filosófico, válganos el cielo

Hoy hemos decidido apartamos del mundanal ruido y sumergimos en el misterioso mundo de los lavados de cerebro, con la ambición de adentrarnos un poco más en el “sistema de pensamiento” de los políticos de nuestra comunidad. Para ello, y basándonos en el libro del doctor Jorge Erdely, titulado Cómo identificar una secta, intentaremos establecer algún sistema que nos permita analizar el tratamiento que se realiza tanto al militante como al votante foral.

Nos dice el libro en cuestión que “El Dr. Robert Lifton, eminente psiquiatra y sociólogo, definió en su obra La reforma del pensamiento y la psicología del totalitarismo ocho criterios para detectar los legendarios lavados de cerebro que inmortalizaron algunos filmes de guerra. Su investigación inicial se basa en las técnicas utilizadas sobre los presos políticos durante el régimen dictatorial de Mao, en China, para convertirlos bajo coerción a la ideología comunista (Lifton, 1989).

Actualmente, muchos médicos, psicólogos clínicos y sociólogos, toman estos criterios como referencia para identificar si un grupo religioso o de otra índole, instrumenta medidas coercitivas para manipular la conducta de sus adeptos a través de una estrategia graduada de reforma de pensamiento. La utilización de estas técnicas de coerción psicológica constituye para muchos especialistas, hoy en día, el criterio clave para llamar secta a una determinada agrupación.”

Si bien nosotros no tenemos ni potestad académica, ni ínfulas de psiquiatras (que por estas tierras ahora tienen bastante mala reputación) como para dar la razón a ningún doctor, sí que empezamos a poder interpretar algo cuando nos dicen palabras como “Mao”, “políticos”, “manipular” o “agrupación”. Así que sigamos adelante con el señor Lifton.

Los ocho criterios de Lifton
Primero: Control de la atmósfera social y de la comunicación humana.
Según el autor esto implica coartar la comunicación entre los seres humanos a los que se desea controlar. Incluye obstaculizar la comunicación del individuo consigo mismo (por ejemplo, que cuando tenga que votar, esté ya todo hablado o le denieguen su tiempo para opinar o intentar transmitir su opinión a los demás)

Segundo: Manipulación “mística”
Se construyen premeditadamente atmósferas que parecen espontáneas, pero que en realidad son artificiales y están planeadas y estudiadas para producir un efecto (en este caso podemos hablar de mítines, campañas electorales o cosas peores…)

Tercero: Redefinir el lenguaje
Según el autor, emplear un nuevo lenguaje para poder abusar de métodos como el decir “solo los elegidos pueden entender lo que sucede en el interior de nuestra agrupación”. Según nuestra libre interpretación, por ejemplo el empleo de tecnicismos de estudiantes de primero de derecho, para intentar apabullar a viudas desinformadas y ganarse su voto.

Cuarto: La doctrina es más importante que la persona
Este dice que “No importa lo que un ser humano pueda estar experimentando en la realidad, la creencia en el dogma es lo más importante”. Así, ya te puedes estar muriendo, que como te toque a Zapatero de médico de guardia, te intentará convencer de que estás sano.

Quinto: La ciencia sagrada
El dogma es incuestionable. Es decir, no hay lugar al debate. Este principio resume la tendencia última al pensamiento único de todo partido político.

Sexto: El culto a la confesión
Se abusa para denigrar y controlar a las personas a través de la información obtenida en la confesión. Lo que podíamos llamar chantajear. O haces lo que te digo o empiezo a contar tus chanchullos…

Séptimo: Demandas de pureza inalcanzables
Se crea un estándar inalcanzable de perfección para crear culpabilidad y vergüenza en los adeptos. Así, aquel que haya tenido una multa por conducir en estado de bebercio, se sentirá inferior a los impolutos políticos de la esfera superior, quienes siempre le podrán reprochar a la cara que es un borracho, mientras ellos se encuentran en el camino de la santidad.

Octavo: La dispensación de la existencia
No hay ninguna alternativa legítima, sino el pertenecer a un grupo en particular. El famoso “O estás conmigo o contra mí”. Qué os vamos a contar.

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Hemos visto los ocho criterios, y podríamos recurrir a muchos más apuntes de este curioso manual, para seguir analizando a nuestra chusma particular. Pero de momento ya tenemos bastante como para poder decir que si bien igual algunos grupúsculos políticos (algunos caben en un taxi) no acumulan todos los criterios, sí que emplean bastantes de ellos en su práctica habitual.

¿Son los partidos políticos sectas o están manejados por gentes que actúan como ellas? ¿Deberían auditarse los métodos y las prácticas que se utilizan dentro de los partidos? ¿Cree usted en la democracia, sabiendo que es posible que en los partidos no exista democracia interna y estén dirigidos por sectas? ¿Se imagina a estos señores en otra época, si en lugar de la política les hubiera dado por la religión?