Opiniones, las hay para todos los gustos: Edna Friedman, la concejala de Jerusalén por el partido religioso La Herencia Judía –que se considera moderado- espera que sea Netanyahu el encargado de dirigir a los ministros, puesto que así su partido pasaría a formar parte del gobierno. Cree que “todo en este país es muy evidente, o es blanco o es negro” (palabras textuales), y que es normal que la derecha haya ganado enteros en estas elecciones. “La única razón por la que hay gente que sigue votando a los laboristas es porque éstos decidieron apoyar las intervenciones militares de Israel, entendiendo que las armas son la única forma en estos días de tratar con los árabes. Y si no me crees, mira lo que ha pasado con Meretz (único partido israelí realmente de izquierdas), que casi ha desaparecido. ¿Por qué? porque sólo decidió apoyarlas en el último momento”, argumenta.
En el lado cisjordano, los pocos árabes que se han interesado por las elecciones se muestran indiferentes. La familia Jaber, de Hebrón, comenta con resignación que todos le parecen iguales. “La única diferencia entre Livni y Netanyahu es que Livni te da una mano y con la otra llama al tanque, y Netanyahu trae el tanque sin saludar.” Esta familia ha sufrido la demolición de su casa tres veces debido a que un buen día, tras la firma del tratado de Oslo, el lugar donde se encuentra su casa pasó a formar parte de una zona C, o lo que es lo mismo, zona de control israelí. Además de la casa, el ejército arrasó la montaña donde plantaban sus cultivos para construir encima un asentamiento, eliminando el 70% de sus ingresos. Durante estos acontecimientos traumáticos, la mujer de uno de ellos tuvo varios abortos debido a la angustia (aún guardan los informes de Médicos del Mundo que lo ratifican) y en el brazo de la abuela se distingue perfectamente una bala bajo su piel. Cuando se les pregunta por un posible tratado entre israelíes y palestinos, el pesimismo les nubla el gesto: “¿Cómo podría el tigre negociar con la oveja?”, contestan.
Samer Kokaly, habitante de Belén y director administrativo de la agencia palestina de turismo justo ‘Alternative Tourist Group’ lo tiene muy claro: “los acosos y asesinatos silenciosos de Kadima no nos han llevado a ningún lado. Creo que lo que necesitamos es que el gobierno de Israel sea lo más radical posible, que Netanyahu y Lieberman (en la imagen de la izquierda) formen gobierno y vengan a Cisjordania a hacer un estropicio como el de Gaza. Sólo entonces la comunidad internacional se verá obligada a intervenir y quizá entonces veamos algo de luz al final del túnel”.
Salvando las distancias, el presidente del Comité Israelí Contra la Demolición de Casas y antiguo candidato al Nobel de la Paz Jeff Halper, lanza su opinión en la misma dirección: “La población israelí se ha visto obligada a votar entre cinco Likuds, pero Livni, aunque en el fondo quiera lo mismo que Netanyahu, ofrecerá al mundo una imagen moderada que será difícil contravenir. Creo que el Gobierno de Obama está por la labor de hacer algo, pero con Livni las negociaciones se alargarán hasta el infinito. Un gobierno de Netanyahu y Lieberman sería demasiado extremo hasta para el lobby judío estadounidense, lo cual facilitaría la presión de Obama sobre el gobierno de Israel.”
En general, y gobierne quien gobierne, se puede decir que no se esperan grandes cambios. Meir Margalit ofrece un simil muy gráfico de la situación recordando un chiste que se contaban durante el servicio militar: “El capitán le dice al soldado: tengo una buena y una mala noticia para ti: la buena es que podrás cambiar tus calcetines viejos por otros. La mala es que los tendrás que intercambiar con los de otro compañero”.
1 comentarios: on "Desde Palestina (IV): Calcetines viejos"
¡Enhorabuena!.Ha realizado muy buen trabajo y con mucho valor
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