Por SERGIO
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En el proceso del nacimiento de esta nueva Ley de Policías de Navarra es curioso cómo se han producido algunos hechos de carácter político que sorprenden. Por un lado a nadie se le escapa que el Partido Socialista de Navarra aprobó unas enmiendas que daban la vuelta completamente a todo lo negociado con la hasta entonces representante de su mismo partido para la redacción de la ley, Amanda Acedo, provocando incluso la dimisión de Amanda de su cargo al verse desautorizada, y la posterior reacción del partido negándole la condición de negociadora cuando era nada menos que la presidenta de la comisión de Interior (qué mejor interlocutora se podía tener).
Por supuesto todos los que más o menos llevamos unos años alrededor de la política o mejor aún de los políticos, conocemos casos en los que personas que se dedican a lo público desconocen total y absolutamente lo que votan en un pleno o en una comisión, es la cruz de la moneda del sistema partitocrático; la cara es que es cierto que para todos es imposible saber de todo y el hecho de estar integrado en una organización te permite que siempre haya alguien que sepa de cada uno de los temas a tratar y puedas confiar en ése para no equivocarte. En este caso, está claro que nadie se había leído las enmiendas o, por lo menos, nadie había estudiado las consecuencias de lo que votaba.
La prueba más evidente está en que alguna de esas enmiendas, todos la tenemos en mente, perjudicaba directamente a quienes estaban votándola; pero lejos de rectificar y reconocer errores, y éste es otro de los pecados de los políticos, la solución se buscó en la huida hacia adelante: "ya retiraremos lo que nos perjudica y maquillaremos la ley en el propio parlamento, in voce". Esta solución era la menos mala puesto que al aprobar las enmiendas no se buscaba mejorar la ley (nadie había estudiado el impacto de las mismas sobre el texto negociado), sino que se trataba de un intercambio de favores por otros intereses políticos “superiores”.
Pero está claro que las enmiendas no salieron de la nada, alguien sí que se había leído la propuesta de ley y había preparado las enmiendas, pero no fueron los políticos de UPN que las presentaron, que estaban en similar situación que el PSN: no se las habían leído. Confiaron en quienes se las habían preparado para su presentación y resultó que sin saberlo abrieron un melón a pocos meses de las elecciones que les estalló a todos por igual.
Diferencias entre Policías
En un principio en UPN algunos (los menos, o por lo menos los menos listos) se frotaban las manos pensando que al reventar el melón el gran perjudicado era el PSN, y optaron por el silencio, quedarse quietos agazapados esperando a que escampe; pero pronto se dieron cuenta del polvorín que se había encendido, sobre todo al sumarse las policías locales a las movilizaciones. La Policía Foral está más dispersada geográficamente, dividida en grupos de trabajo más pequeños, menos relacionados, es más fácil que muchos ni se conozcan o no coincidan en mucho tiempo. Sin embargo en la Policía Municipal de Pamplona los ánimos estaban caldeados de hace ya tiempo, y ahí sí que la sensación de grupo es mayor y por eso pretendieron, eso sí, sin echar marcha atrás (que eso en política desgraciadamente no es nunca una opción, reducir las consecuencias del desaguisado, convocando de inmediato a los representantes de los afectados (por un lado a los mandos y por otro a los sindicatos de Policía Municipal) para explicarles que las consecuencias de la ley no les iban a afectar.
Por un lado, y eso es cierto, la ley no es tan gravosa para las policías locales como para la Policía Foral; está claro que un cambio de destino en Policía Municipal puede suponer pasar de motos a coches o de denuncias a proximidad, con tan solo una consecuencia económica o de horarios y turnos. Sin embargo para un Policía Foral puede suponer tener que cambiar la localidad de residencia de toda su familia, pero no es menos cierto que no por ello pasa a ser en ningún caso beneficiosa para la Policía Municipal.
Por otro lado, en los aspectos que pudiera afectar la ley a los agentes municipales, se comprometían a que la interpretación de la misma se iba a realizar de modo que el impacto en el colectivo fuera inexistente o cuanto menos minimizado al máximo. Así mismo se comprometían a intentar que se redactara un reglamento que también minimizara el efecto negativo de la ley aunque evidentemente no podían garantizar su aprobación. Esto pareció ser suficiente para algunos (sobre todo mandos, y de entre ellos sobre todo interinos) pero la pega surgió de inmediato: los que ahora se comprometían a aplicar en estos términos la ley, solo podían garantizarlo durante unos pocos meses. Después, según el resultado de las elecciones, podía desaparecer esta dirección “tan comprensiva” y quien viniera podía aplicar la ley en toda su crudeza o incluso, no olvidemos que hablamos de políticos y cargos de designación directa, podían cambiar de criterio tras las elecciones una vez asegurado el puesto otros cuatro años.
Denuncias a Phaeton y expedientes
Tras esto, se producen hechos que, a pesar de su repercusión mediática, no pasan de ser meras anécdotas: se denuncian unos vehículos oficiales y lo que hubiera podido acabar ahí, decayendo por sí mismo, (si no hubiera pasado nada más, aunque se hubieran seguido denunciando coches oficiales, pronto hubiera dejado de ser noticia y se hubiera olvidado), de repente tiene unas consecuencias que suponen una radicalización de las posturas y probablemente un mayor desgaste político de quien, realmente hasta ahora no había tenido mayor implicación ni en la redacción ni en el proceso de presentación de las ya por todos reconocidas como funestas enmiendas: la Alcaldesa de Pamplona y futura candidata a la Presidencia del Gobierno de Navarra.
Tras esto, se producen hechos que, a pesar de su repercusión mediática, no pasan de ser meras anécdotas: se denuncian unos vehículos oficiales y lo que hubiera podido acabar ahí, decayendo por sí mismo, (si no hubiera pasado nada más, aunque se hubieran seguido denunciando coches oficiales, pronto hubiera dejado de ser noticia y se hubiera olvidado), de repente tiene unas consecuencias que suponen una radicalización de las posturas y probablemente un mayor desgaste político de quien, realmente hasta ahora no había tenido mayor implicación ni en la redacción ni en el proceso de presentación de las ya por todos reconocidas como funestas enmiendas: la Alcaldesa de Pamplona y futura candidata a la Presidencia del Gobierno de Navarra.
Y es por eso que comenzaba este escrito diciendo que es curioso cómo se han producido algunos hechos de carácter político que sorprenden: lo que iniciaron unos técnicos (todos tenemos en mente quienes son y cuánto tienen de técnicos y cuánto de meros redactores de las indicaciones de algún político) redactando unas enmiendas, termina afectando a todos menos a quienes realmente la han liado.
Los perjudicados por la ley son evidentemente los policías y la sociedad navarra, pero lo curioso es que los perjudicados por cómo se ha gestado y desarrollado la aprobación de la ley han sido los propios políticos. Por un lado el gran perjudicado ha sido el PSN, que en principio no solo no tenía nada que ver sino que incluso estuvo durante un año negociando una modificación que, en líneas generales, si bien no colmaba las aspiraciones de los policías, si que era vista como algo beneficioso, para los agentes y para el servicio a la sociedad y al final éste partido está pagando el pato o por lo menos el foie, la parte más cara del pato, por atender a más amplias miras políticas.
Por otro lado la otra gran perjudicada ha sido la próxima candidata a la Presidencia del Gobierno, que ésa sí que no ha tenido nada que ver personalmente, pero que se ha encontrado con que se la han preparado en su propio partido, primero en el Gobierno y más concretamente en Interior, donde se gestaron las enmiendas objeto del conflicto y después en el mismo ayuntamiento que preside donde se ha producido la radicalización de las movilizaciones, y es ella quien ahora mismo tiene la pelota en su tejado para iniciar la solución del desaguisado o permitir que siga creciendo la bola de nieve que ya corre ladera abajo.
Desde su posición como presidenta de UPN, partido que inició el conflicto, Yolanda Barcina tiene la capacidad de tener un gesto de autoridad y promover modificar de nuevo la ley en el Parlamento y antes o después librarse de los lastres que le han llevado a esta situación. O puede permitir que todo siga como está por la parte política con lo que evidenciará, sea o no cierto, que está al tanto de todo el proceso desde el inicio y probablemente, según se vayan acercando las fechas electorales, todo este altercado le suponga un coste electoral. Los hechos del futuro serán los que nos den la respuesta.
1 comentarios: on "Ley de Policías: ¿qué pasó y qué pasará?"
parece que la Barcina tiene el enemigo dentro, y es que ha llegado a la cabeza del partido señalada por el dedo y eso al final crea enemigos. La niña bonita de Sanz ha ido arrancando todas las hiervas que habían crecido a la sombra del árbol del anterior presidente (Ezpeletas Catalanes y adláteres) para crear su propio jardin y eso es muy duro para quienes ya tenían su futuro vislumbrado en alta definición. Para algunos puede resultar más beneficioso que su propio partido pierda unas elecciones y recuperar su poder que perder para siempre su posición a cambio de que su partido gane, ya sin ellos las elecciones. Es muy posible que lo que dice Sergio sea así, tienetoda la pinta, porque si no, ¿a qué viene abrir semejante melón y armar semejante cristo con las elecciones a la vuelta de la esquina?
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