Carta abierta a Laida, Leyre, Alicia y Pablo

Ayer fue la noticia más comentada en la edición digital de Diario de Navarra: cuatro jóvenes fueron multados en Pamplona por estar en la calle tocando música clásica. Eran estudiantes del Conservatorio, que quisieron compartir su arte con los viandantes. Pero dos agentes de la Policía Municipal les tomaron los datos, avisados por un vecino, por "perturbar levemente la convivencia ciudadana". Horas más tarde, quizá ante el revuelo montado, desde el Ayuntamiento negaron la mayor, diciendo que la denuncia no se iba a tramitar.

Por ELOY RABO

Prefiere a Vivaldi

Estimados chavales (dos puntos):

Ayer leí vuestra historia en la contraportada de Diario de Navarra. Es, para quienes no lo sepan, la historia de cuatro chavales de entre 19 y 16 años, alumnos del conservatorio, que tienen un cuarteto de cuerda y a los que les dio por tocar en el Pasadizo de la Jacoba a las siete de la tarde el 1 de septiembre. Aparecieron dos municipales ("agentes 660 y 661") cuando ya recogían sus instrumentos, y les identificaron para multarles, a razón de 150 euros por cabeza. 150 lereles por tocar a Pachelbel: ése debe ser el famoso canon. Sólo se me ocurre deciros, Laida, Leyre, Alicia y Pablo, que bienvenidos a Pamplona. Ahora ya sabéis algo más de dónde os jugáis los cuartos.

Porque quizá creísteis que habíais nacido en Barcelona, Roma o Amsterdam, ciudades cosmopolitas donde el talento se valora y donde cualquiera sale a la calle a mostrar lo que sabe hacer e incluso puede sacarse unos duros con ello. Pero no. Bienvenidos a Pamplona, donde el vecino que retira la cortina y os mira puede no estar admirando vuestra música, sino marcando el 092 con la otra mano para dar parte a la Policía Municipal. Bienvenidos a Pamplona, donde os identifican por llevar un arma tan peligrosa como un instrumento musical. Bienvenidos a Pamplona, donde os cascan una multa por hacer cultura por vuestra cuenta. Bienvenidos a Pamplona, donde la cultura es de pago y, además, se les paga siempre a los mismos.

Amigos Laida, Leyre, Alicia y Pablo: ésta es vuestra ciudad. Ésta es vuestra tierra. Y mirad: en lo ocurrido ayer, cuando se publicó la noticia, pudisteis sacar aún más claves de cómo somos, para aprender en vuestro proceso de formación.

Salió en la prensa, y llovieron los comentarios. Quizá porque, con más razón que un santo, habíais dicho que no era de recibo lo ocurrido en una ciudad que quería ser Capital de la Cultura. Vosotros, que sabeis tocar instrumentos, tocásteis la fibra sensible. Primera clave: nunca acertéis en el diagnóstico, u os lloverán las hostias. Decir la verdad escuece.

Segunda clave, para vuestro futuro: ¿qué respuesta oficial tuvisteis? ¿Os llamó la oposición política en el Ayuntamiento para pediros explicaciones sobre lo ocurrido, aunque fuera con el fin torticero de rascar votos? Me juego lo que queráis a que no. Unos estarían muy ocupados cortando cabezas en su casa, y los otros de resaca. ¿Os llamó alguien de la Policía? No creo: Simón andaría posando ante su espejo con el traje de gala, celebrando el día de las Fuerzas Armadas. ¿Os llamó el Ayuntamiento? Tampoco apostaría por ello; y, si lo hicieron, sería para acusaros de mentirosos, como dijeron al periódico unas horas más tarde, asegurando que se os había retirado la denuncia y que lo sabíais. E id ahora a luchar contra la propaganda consistorial.

Tercera clave. Elegísteis bien el medio de comunicación en el que sacar la historia. Más que nada porque el Ayuntamiento no se hubiera dado tanta prisa en responder si el papel no hubiera sido impreso en Cordovilla, sino en Areta. En ese caso, además, os habrían acusado de desórdenes públicos o, quien sabe, tal vez dirían que estábais tocando el Gora ta gora. Como poco. Y no sé si a Grande Marlaska le gusta Pachelbel, pero quizá hubieran intentado que lo comprobárais.

Pero bueno, da igual. Supongo que ya da igual. Porque el Ayuntamiento ha dicho que no se os tramita la denuncia. Que la habéis recibido en casa, sí, pero que no cuenta. La habrá condonado Barcina (que me perdone la alcaldesa por ese verbo tan feo y tan profiláctico). Qué majos. Y qué tarde, ¿no? Cuarta clave: si pueden acojonar, acojonan. Aunque sea de farol. Confiarán, imagino, que vuestro ardor juvenil se pase a base de golpes de este tipo, a ver si vais aprendiendo a que aquí se levanta la voz sólo cuando los directores de orquesta, que son ellos, mueven la batuta. Pero oye, quien sabe: con el favor mediático que le habéis hecho, aunque sea involuntariamente, a Barcina-la-salvadora-de-la-Cultura, lo mismo podéis empezar a pedir que os lo devuelvan. Que el año que viene hay elecciones y puestos que repartir, y conciertos que conceder. Y sí, ésa es la quinta clave. A veces, la única que sirve. Bienvenidos a Pamplona, muchachos.