Las zapatillas bota para estos Sanfermines

Por ELOY RABO

Alpargatero de Angelita Alfaro

Sí que anda la gente estrujándose el cerebro para salir de la crisis, sí; pero a algunos se les ocurren cosas que son más chorrada que ideas de valor valor. Un ejemplo: lo que la marca ASICS prepara junto a otros gurús del diseño para estos Sanfermines. Son las zapatillas ZZZ, que no significa que sean para dormirse de pie sino que homenajean a la mítica marca pamplonesa de botas de vino.

Y esto no es coña, palabrita del niño Jesús. El 10 de julio tendrá lugar la presentación de estas zapatillas, que así con piel tienen que ser sucias de cojones y difíciles de limpiar. Vamos, ideales para unos sanfermines. Otra cosa es que se pueda llenar de líquido porque estén preparadas por dentro para ello, y sirvan lo mismo para ponérselas que para llevar vino a la Plaza de Toros. En ese caso, sin embargo, me temo que transpirarán lo justo, y acabarás con los pies caldosos y recocidos. Gustazo, guau.

Diría que estas zapatillas están diseñadas por alguien que no ha vivido nunca los Sanfermines, que no sabe cuánto pueden llegar a mancharse unas zapatillas sólo con las salpicaduras de la mierda acumulada en las calles. Aunque, claro, esto mismo se podría decir de algo tan clásico como la propia vestimenta sanferminera, que es blanca y radiante hasta que llevas cinco minutos en la calle y se te empieza a acumular la mierda en los bajos del pantalón. E igualmente se puede decir de las alpargatas, que hoy utilizan solamente los guiris engañados. Lo siento por Angelita Alfaro, que las hace monísimas para mandarlas a La Zarzuela o El Vaticano, pero la utilidad de un calzado blanco, blando y con suela de esparto queda en entredicho cuando uno tiene que pasar por encima de cientos de miles de botellas rotas o meterse en la guerra del pisotón que es cualquier esquina pamplonesa un sábado de San Fermín a la hora del aperitivo.

O sea, que San Fermín no es para la lógica. Ni siquiera en el vestuario. Antes muertos que sencillos, imagino. O eso, o es que nos gusta fardar de las condecoraciones "de guerra" de esos días: a más sucio después del chupinazo, más guay parecemos; un rasponazo negro en la rodilla puede venderse como una caída en el encierro; y a algunos les encanta que en la espalda y en el culo se note el yerbín verde después de haber retozado en los fosos de la Ciudadela. Lo dicho: medallas.

Alguno pensará que estas zapatillas se van a vender como churros de la Mañueta, y que no necesitaban ni la más mínima publicidad por mi parte, o incluso que es un tema estúpido como para desperdiciar tiempo leyendo este artículo insulso. Tendrán razón en ambas cuestiones. Pero, ¿qué quieren? Si no hablaba de esto, tendría que haberme metido en la sodomización de la Suiza de los bancos de evasión de capitales a la España hundida en la crisis y despistada por el fútbol un día del decretazo. O de Twitterentrevistas sin euskera. Espero que al menos uno o una de ustedes me agradezca que no les haya dado la murga con temas como ésos.