Por JAVIER DOMÍNGUEZ
Una de marketing político
El ex presidente Felipe González ha protagonizado la reflexión de la semana en materia de marketing político, al asegurar que la crisis le ha afectado físicamente a Rodríguez Zapatero, envejeciéndole. Una idea que circulaba, y eso es cierto, entre muchas de las personas que miramos la imagen de los políticos con cierto afán estudioso. Sin embargo, que sea González quien lo diga parece echar una mano al cuello a un presidente que ya se considera quemado mediáticamente (ya comentaba, hace algún tiempo, que en mi opinión se ha sobreexplotado su figura). Ahora bien: ni a Zapatero le han caído encima tantos años de golpe, ni el propio González se libró de ese envejecimiento. Y, además, los asesores del andaluz incluso consiguieron aprovecharlo para sus campañas electorales. Explicaré por partes estas afirmaciones.
El envejecimiento no es tanto
Comparando las fotografías de las campañas de 2004 (derecha) y 2008 (izquierda), se nota el paso de los años, es cierto. Cuatro años, sólo, pero cuatro años que para Zapatero van de los 44 a los 48. Básicamente, años de cambios físicos, de envejecimiento más acelerado que en los anteriores... que en el caso de Zapatero se unieron a dos cuestiones a tener en cuenta:
El envejecimiento no es tanto
Comparando las fotografías de las campañas de 2004 (derecha) y 2008 (izquierda), se nota el paso de los años, es cierto. Cuatro años, sólo, pero cuatro años que para Zapatero van de los 44 a los 48. Básicamente, años de cambios físicos, de envejecimiento más acelerado que en los anteriores... que en el caso de Zapatero se unieron a dos cuestiones a tener en cuenta:
- Cierto engordamiento, que le redondea la cara, le marca las mejillas y provoca más arrugas en la zona de las bolsas oculares;
- La formación de patas de gallo y ojeras explicables por el escaso número de horas de sueño que permite la agenda de un presidente de Gobierno.
Desde luego, en el pelo aparecieron, además, canas (pueden ser las naturales si antes estaban teñidas... o simplemente consecuencia de esos cuatro años) que envejecen más si cabe ese rostro... por otro lado, tal vez excesivamente joven en el cartel de 2004. Y eso, sin entrar en comentarios como el que en 2008 aseguraba que Zapatero se había puesto botox. A la vista parece estar hoy la respuesta negativa.
Pero, para ver si ese paso de los años es el lógico en un presidente de esa edad, se puede comparar con el que sufrió el propio González entre los 44 y los 48 años. Felipe, nacido en 1942, cumplió 44 en 1986 y 48 en 1990. De ese tiempo tenemos dos carteles electorales, el de 1986 (izquierda) y el de 1989 (derecha). González sufrió también los rigores de la edad con las canas avanzando sin piedad en las sienes y con un engrandecimiento de las bolsas oculares. Incluso da la sensación (aunque puede deberse al peinado de las fotografías) que el pelo nacía un poquito más atrás en su frente. Sin embargo, mantuvo su peso, al menos en apariencia, y eso le ahorró algunas arrugas extra.
González también envejeció
La primera legislatura de Felipe González, entre 1982 y 1986, llevó al andaluz de los 40 a los 44 años. También se le notaron los cambios: las sienes se platearon (además del cambio de la raya del pelo), aumentaron las bolsas bajo los ojos (se nota en una foto hecha en exteriores) y se abrieron hueco también las marcas de expresión en las mejillas.
El envejecimiento no sigue siempre la misma progresión, y entre sus 49 y sus 53 años, González sufrió menos cambios físicos. Se puede comprobar al comparar la imagen del cartel de 1989 y la imagen del debate televisado de 1993. Las sienes plateadas no avanzaron, fuera o no por efecto del tinte, y tampoco lo hicieron las ojeras, las patas de gallo y las bolsas.
Pero esa imagen fue positiva para un presidente candidato a la reelección, frente a un joven José María Aznar. Y aquí entramos en la tercera cuestión: ¿cómo se aprovechó esa imagen más madura de González?
Envejecer, muestra de sabiduría
No deja de ser una leyenda urbana, y no se encuentra en libros como las memorias de Julio Feo, la historia de que a Felipe le recomendaron teñirse canas en las sienes para contrarrestar su juventud al llegar a Moncloa. De todos modos, fueran o no naturales, fueran canas teñidas o fueran simplemente sus canas, descubiertas de cualquier tinte, aquellas sienes plateadas se convirtieron en una seña de identidad para Felipe, aprovechadas incluso por caricaturistas y humoristas gráficos. Y una seña de identidad que daba madurez a su imagen, aspecto de persona con experiencia.
Envejecer, muestra de sabiduría
No deja de ser una leyenda urbana, y no se encuentra en libros como las memorias de Julio Feo, la historia de que a Felipe le recomendaron teñirse canas en las sienes para contrarrestar su juventud al llegar a Moncloa. De todos modos, fueran o no naturales, fueran canas teñidas o fueran simplemente sus canas, descubiertas de cualquier tinte, aquellas sienes plateadas se convirtieron en una seña de identidad para Felipe, aprovechadas incluso por caricaturistas y humoristas gráficos. Y una seña de identidad que daba madurez a su imagen, aspecto de persona con experiencia.
Me dice Mikel (Eztabai) que aquellas canas, esas sienes plateadas, ganaron el referéndum de permanencia de España en la OTAN. Afirmarlo taxativamente me parece un exceso, pero sí es cierto que aquel presidente con aspecto de serio podía obtener más fácilmente “carta blanca” para ser un presidente serio fuera del país. Y esa baza se explotó en los siguientes años, especialmente a partir de 1989. Se le convirtió en un estadista. ¿Cómo se hizo?
- Se llevó a González a más actos al exterior: visitas de Estado, trabajo diplomático (como en los Acuerdos de Madrid)... Su altura física, elevada para sus coetáneos, y ese aspecto de madurez le otorgaban en las fotografías cierta superioridad de imagen.
- Se cambiaron los colores más utilizados por el presidente: de los marrones y grises claros se pasó a trajes y corbatas oscuras, menos juveniles y también más institucionales.
- No se peleaba por corregir en exceso las ojeras o las bolsas, ni siquiera en los carteles electorales, precisamente porque aportaban un plus de experiencia que el candidato rival (Aznar) no poseía.
Lo hecho por los asesores de González debería tomarse en cuenta en los equipos de comunicación actuales de Moncloa. El envejecimiento de Zapatero es natural, esté o no acrecentado por la crisis, y nada se puede hacer para contrarrestarlo. Es el momento de variar su actitud, su vestuario y su agenda. Hacerle más presidente y menos correcaminos de partido. Aprovechar su madurez como imagen en positivo. En definitiva: reposar la imagen pública para hacerla coherente con la imagen física.
1 comentarios: on "González y el envejecimiento de Zapatero"
El problema es que Zapatero no ha tenido esa madurez ni ha evolucionado en sus posiciones, ni en su entidad intelectual, ni nada, lo que le diferencia de aquel Felipe de los 90.
Felipe era otra cosa en el 94 que en el 82, y Zapatero es hoy lo mismo que era en el 2004. Intentar otra estrategia, por ejemplo, internacional, es ponerlo en un contexto que le viene grande.
¡Saludos!
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