Y es que el Fado, procedente de la palabra latina fatum, que significa “destino”, es interpretado por todo Portugal; en Lisboa concretamente los barrios de Alfama y Barrio Alto se llevan la palma en espectáculos de este tipo. Algo que antes caracterizaba la personalidad de los portugueses, hoy en el siglo XXI se ha convertido en un reclamo turístico para todos aquellos que vienen a Lisboa.
Se venden discos por muchos de los rincones más típicos de la ciudad, y siempre es Amalia Rodrigues la que se lleva la palma en ventas: fallecida en 1999, es su cantante de Fado más famosa. Pero no existe un lugar de venta de Fado más característico como el “Coche verde del Fado”. Situado en la Rua do Carmo, subiendo para Barrio Alto, se encuentra este curioso punto de venta de folclore portugés. Todos los días en el mismo lugar y a la misma hora se sitúa esta pequeña tienda andante de cultura portuguesa. Y ahí mismo Nuno Zamora, de 40 años, vende la famosa melodía del Fado a todos aquellos viandantes que se acercan a él.
Dice Nuno que, como ya no hay portugueses que compren folclore, son sólo los turistas los que se interesan por este tipo de música. “Es un porcentaje muy pequeño de lisboetas quien lo compra”. La “tienda” no se mueve de ahí en todo el día, ni siquiera para “almorçar” a las 13:30h. El camión se cierra pero la música sigue sonando, y eso hace que la Rua do Carmo tenga siempre una melodía de Fado como música de ambiente. Y es que, como dice el refrán: “Silêncio, cantam guitarras”.
3 comentarios: on "Retratos lisboetas: el fado-camión"
¿Sory, bailas?
La cara que se ilumina con el sol que poco a poco, y enorme, va cayendo en el Atlántico, inabarcable atardecer, tiene que ser melancólica a la fuerza. Una fachada de rojo decadente, como las otras, como las del puerto.
Y sentarse por las escaleras desvencijadas, piedra blanca, que te mojan los pies al llegar al océano el río, remanso de luz de media tarde jodiendo por ser noche, juntando cada sonido del agua con la frustración al oler notas que van llegando por el Tajo, y se van, abriendo la boca para decir adiós, con deje de taberna con vino verde haciendo cercos en las mesas.
De allí salieron barcos con velas que circundaron medio mundo, silencio de tristes partidas, partidas jugadas contra la certeza de que es más sencillo irse a pique que regresar, aunque te esperen toda la vida, aunque no dejes de esperar jamás.
Portugal siempre es una fatal despedida, por eso mola.
Este post ha sido bueno. Me ha gustado.
Conocí en Cadaqués, lugar de bohemios en la Costa, mientras trabajaba por esos lugares a un personje que me ha recordado el post, le llamaban "El Portugués", y es que lo era, nos cantaba cuando tomábamos copas juntos, después de toda una intensa jornada unos fados, con guitarra, buenos recuerdos me trae esa música!
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