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Economía

viernes, 29 de enero de 2010

Ensayo sobre los tarugos institucionales

La arruga es taruga


Escribía el otro día L.F. Chivite un atinado artículo en el cual confesaba que “uno de los personajes de la sociedad humana que siempre me ha llamado la atención y me ha dejado atónito por su presencia constante en las distintas épocas y culturas es el tarugo con puesto. Ya me entienden: el tarugo al que nombran director general de algo o jefazo de lo que sea. No digo que abunde, pero todos conocemos a más de uno”. Aunque admitía su incapacidad para comprender el fenómeno, con gran perspicacia apuntaba que quizás a la Administración le viene bien contar con algunos tarugos y preguntaba si alguien es capaz de explicarlo.

No sé si soy la persona adecuada para responder a la cuestión, pero la verdad es que a lo largo de unos cuantos años de trabajar para diversas instituciones he conocido una buena diversidad de tarugos con puesto y el escrito de Chivite me ha hecho reflexionar al respecto. Creo que hay varias explicaciones al fenómeno del taruguismo con cargo porque también hay varios tipos de tarugos/as. Como mínimo se me ocurren los siguientes:

a) El tarugo pariente. El más obvio. El tarugo en cuestión proviene de una familia con influencias, una de esas de apellido bien representado desde hace siglos en las instituciones y empresas de la provincia e incluso en su callejero. Una vez que el niño o la niña, tras acabar los estudios con gran esfuerzo económico y moral por parte de sus progenitores, ha demostrado su incapacidad para aprobar unas oposiciones, poner un negocio o conseguir que le prorroguen cualquier contrato de trabajo por cuenta ajena más allá del período de prueba, es decir, una vez que se ha hecho patente su condición de tarugo sin remedio, se empiezan a mover los contactos y se le consigue colocar de asesor de algo o de gerente en alguna empresa pública. Eso sí, para evitar que haga algún chandrío es mejor que viaje mucho por toda Navarra y el resto del mundo y que se nombre un vicegerente bien capacitado para que en sus constantes ausencias lleve adelante la gestión de la empresa. O mejor dos vicegerentes, otro para que acompañe al gerente en sus viajes y lo vigile.

b) El tarugo afiliado. Muy extendido. Lleva años pagando la cuota del partido (del que gobierna, o del que pacta con el que gobierna, da lo mismo), quizás es uno de los fundadores, siempre se ha ofrecido generosamente para ir en las candidaturas aunque le haya tocado en los puestos donde no se saca escaño, ha estado siempre en primera fila de manifestaciones, mitines y asambleas, y siempre ha apoyado ciegamente a la dirección. Además es el líder indiscutible de su agrupación local, ya que en su pueblo los demás afiliados son todavía más tarugos que él. De algún modo hay que pagarle los servicios prestados. Se le busca un cargo con un nombre muy rimbombante pero donde no tenga posibilidades de tomar ninguna decisión.

c) El tarugo con encanto. Incapaz de hacer la o con un canuto pero con gran don de gentes. Cae bien a casi todo el mundo, tiene mucha labia e incluso buena presencia y tirón con el sexo opuesto. Tiene montones de amigos en todas partes. Le ofrecieron su primer cargo porque buscaban alguien bien capacitado para las relaciones públicas. Con el tiempo sus descubridores descubrieron su total ineptitud para desempeñar el puesto; no obstante hizo muchas amistades y pronto le ofrecieron otro puesto mejor donde también se requerían sus habilidades sociales; sus aliviados compañeros le hicieron una bonita fiesta de despedida y volvió a iniciarse un proceso que se repite cada pocos años. Eso sí, con cada cambio ha ido incrementando la retribución.

d) El tarugo que ha alcanzado su nivel de incompetencia. Ya lo explicaba el famoso principio de Peter; en una organización todo el mundo tiende a ascender hasta alcanzar su nivel de incompetencia, y llegado a él deja de ascender, con lo cual con el tiempo la mayor parte de los puestos están desempeñados por incompetentes. Nadie es tan tarugo que no sepa hacer algo bien. El tarugo en cuestión entró en la Administración para hacer un trabajo no muy exigente para el que sí estaba capacitado; quizás el único. Antes o después le ascendieron a otro puesto en la errónea suposición de que también sería capaz de desempeñarlo con éxito. Pronto se comprobó que no, que era un auténtico tarugo. Quizás se quedó ahí, porque los ascensos rara vez son reversibles, quien asciende a un incompetente se niega a reconocer su error públicamente. O quizás la cosa fue peor, sus jefes con tal de quitárselo de en medio le volvieron a ascender, lo que Peter denomina “sublimación percuciente” o falso ascenso. Se le paga más para que se lo crea, pero se le quitan responsabilidades para que no moleste.

e) El tarugo útil. En toda organización hay algunos puestos nada deseados que sólo un tarugo es capaz de aceptar. Puestos con funciones desagradables, ficticias o irrelevantes que todo el mundo, menos el tarugo, sabe que se mantienen por razones inconfesables. Porque hay que hinchar el organigrama y fingir que se hacen más cosas de las que se hacen para que no se recorte el presupuesto; porque hay que aparentar que se está ejecutando ese plan que no hay ninguna intención de llevar a cabo; porque hay que tener a alguien que sirva de pantalla para recibir a los afectados por alguna actuación administrativa, tratar con ellos y tenerlos distraídos sin que molesten a la gente que está trabajando de verdad; porque algún día volverá al departamento alguien a quien ofrecieron un cargo no sé dónde y hay que reservarle el puesto. En fin, hace falta un tarugo que se preste al paripé.

f) El tarugo que pasaba por allí. Hay un puesto con funciones de verdad, pero de momento no se puede proveer; hay varios aspirantes capacitados pero están en una situación de bloqueo, cada uno tiene apoyos distintos insuficientes para conseguir el nombramiento pero suficientes para vetar a los demás (y no me refiero a candidatos de distintos partidos; las guerras más crueles suelen ser las fraticidas). Mientras se resuelve la cuestión hay que poner transitoriamente en el puesto a alguien que no se entere de la fiesta y del que se pueda prescindir sin mayores problemas. Cualquier tarugo sirve.

Se me dirá que con esta clasificación se pueden entender los motivos por los cuales cualquier tarugo consigue llegar a tarugo con puesto. Pero, ¿cómo es posible que se perpetúe en tal condición? Esto es como en cualquier profesión. Lo difícil es entrar, pero una vez que estás dentro se te abren más posibilidades. El tarugo que consigue un puesto en cualquiera de las categorías descritas luego puede que obtenga otro incluso mejor en cualquiera de las demás. El tarugo pariente puede convertirse en tarugo afiliado (por muy tarugo que sea, alguien de su familia le aconsejará adecuadamente sobre dónde ha de afiliarse); el tarugo con encanto puede convertirse en tarugo pariente haciendo un buen matrimonio; el tarugo que pasaba por allí puede ser un tarugo útil en otro departamento. Y así sucesivamente. El taruguismo con puesto es como la energía, que no se crea ni se destruye, sólo se transforma.

22 comentarios: on "Ensayo sobre los tarugos institucionales"

Anónimo dijo...

Muy bueno Miguel, espero los comentarios de los que se ven identificados. En esta comunidad tenemos tarugos por todos los lados.

Eloy Rabo dijo...

Plas, plas, plas. Después de tanta tarugada, yo que pensaba que los peores eran los tarugos de partido... casi que no lo sé.

Anónimo dijo...

Por fin Izu escribe tras afeitarse mirándose al espejo. Enhorabuena.

Redacción LTXD dijo...

Insulto al colaborador... amarilla. Pero bueno, hay que reconocer que el anónimo lo ha hecho con clase.

pascual dijo...

Me reiría si no viera con claridad que esos y otros parasitismos forman una gran "sanguijuela DiPUTAcional",una "put. Administración-caparra" que,como una gran mafia politico-funcionarial,a la sociedad civil nos sangra,nos expolia,nos afixia,nos extorsiona,nos humilla. Hasta que todo reviente.

Pascual dijo...

El tinglao parasitario politico-funcionarial que se ha multiplicado como un cáncer durante estos ultimos 50 años no tiene legitimidad democrática ni moral para su existencia. Por tanto,cuando todo reviente y la sociedad se rebele,habrá que mandar por el riau a unos 2/3 de esas casta,los 2/3 claramente innecesarios.Por supuesto que sin indemnización ninguna,o incluso pidiendo devolución de lo parasitado.

libertario dijo...

Y los ciuadadanos de a pie,¿cómo podemos arrancarnos estas "caparras"? ¿tenemos que resignarnos a ser siervos,a mentenerlos de por vida?¿habrá que pensar en la rebelión fiscal?

Miguel Izu dijo...

Siento defraudar al Anónimo de las 12:54, pero cuando me afeito veo en el espejo a un tipo que no es jefe, ni jefazo, ni jefecillo de nada, lo más importante que hace es escribir en La Txistorra. Quizás sea un tarugo (lo típico del tarugo es no darse cuenta de que lo es, así que mejor que yo no opine), pero en todo caso un tarugo sin puesto. Que no sé si es mejor o peor, pero desde luego no es el tema sobre el que he escrito.

Anónimo dijo...

Entonces le recomiendo que se deje barba.

Redacción LTXD dijo...

Maremía, con lo de que lo más importante que hace es escribir en La Txistorra nos ha dejado helados, don Miguel. Un honor, oiga, aunque a alguno le gustase más barbudo.

Anónimo dijo...

Qué razzón tienes Miguel.Por ceñirme solamente a un lugar, la mayor concentración de tarugos por metro cuadrado está en el Consulado Chino del Paseo de Sarasate.El principio de Peter está sobrepasado en varios pueblos, sobretodo de la Ribera.

Sabino Jarana

pene en uve dijo...

Y Xabier Bilbao qué dice de todo esto? Y el Pnv. Ah, perdón, que este blog es de la coalición IU.PP.PNV

Anónimo dijo...

tarugos si, pero tarugos navarros y eso ya tiene una categoria si no que se lo pregunten a la Barci y a Miguelito

Redacción LTXD dijo...

Impagable lo de la coalición IU-PP-PNV... ¡Impagable!

libertario dijo...

lorezaharra,expliquese por favor

Anónimo dijo...

ser un tarugo navarro es ser una persona "entre comillas" que roza los límites , es decir que le falta un hervor. Pero ser tarugo navarro es mas mejor porque es ser tarugo con denominación de origen y la barci y el miguelito lo son si no hay mas que verlos, si se ve que andan perdidos en el camino del señor desde la época de las cruzadas y lo pior de lo pior no es ser tarugo navarro si no ser tarugo navarro consentidor, estos son los culpables de todas las desgracias que sufrimos por estas tierras

Anónimo dijo...

miguelizu: me siento identificado con el tarugo con encanto. saludos.

Txus Morris dijo...

Yo incluiría al tarugo o la taruga mamporrera. Ese-a que, puesto-a en el puesto por el andoba de turno y sin más méritos que lamerle el pistilo a tiempo completo, hace las veces de escudero, botillera, aguadora, correveydile, porteador, pagafantas, y lo que haga falta con tal de ser poco-mucho necesaria para el (san)Dios correspondiente.
De esas-os hay montonico también.

Anónimo dijo...

Conozco a Miguel. No es un tarugo.
Para el anónimo/la anónima de las 12:54 de otra anónima.

Anónimo dijo...

Anónima, espero que te hayas quedado más tranquila sabiendo que he leído tu comentario. Jajaja.

Este blog es del PNV-PP-IU dijo...

Txistorra, no os hagáis los inocentes: este blog lo forma una entente PP-IU-PNV. Desconozco por qué os molesta. Si por aquí nos conocemos todos

Redacción LTXD dijo...

¡Pero si no molesta, hombre! Reírse es muy sano. Saludos...