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Economía

viernes, 27 de noviembre de 2009

En Palestina... también hay fútbol

Por ERIKA J.
Txistorrera en Palestina


Mi amiga tunecina Nadia, que trabaja en una ONG en Yenín, me llamó para decirme que el miércoles pasado, por la tarde, a las 3, se celebraría un partido de fútbol entre la selección de su país y la de Palestina en Ram, un pueblo pegado a Ramala, así que decidimos ir a hacer el hincha por un día, para variar un poco.

Ella llegó desde Yenín y yo fui desde Belén con Samia, una amiga marroquí. Debido a que el conductor del autobús que nos llevaba a Ramala se paraba en cada pueblo para aprovechar a hacer sus compras, llegamos con media hora de retraso al partido. Al llegar, el personal de seguridad nos indicó la entrada para mujeres, medida que tenía poco sentido puesto que toda la grada de al lado, sin separación, era una de hombres.

El estadio estaba a medio llenar (aunque un sonriente Arafat con unas Rayban coronaba un palco desde un panel publicitario) y en el campo (de hierba sintética, que no hay agua) no había nadie, ni siquiera los jugadores calentando. Nadia, que había venido con un grupo de adolescentes de su asociación, llevaba la cara pintada con los colores de su país y nos comentó que la cosa iba con retraso.

Al cabo de unos 20 minutos, un señor con un micrófono salió al centro del campo y nos anunció que un ministro tunecino y el primer ministro palestino Salam Fayad se encontraban en el palco. Después presentó al equipo de Túnez; y todo el mundo aplaudió. Y luego al palestino, como si fuera un combate de boxeo. Al mismo tiempo que la escuadra local hacía su entrada, apareció por uno de los córners a toda velocidad una furgoneta que se plantó en el medio del campo. De ella se bajaron dos operarios que empezaron a instalar una pantalla eléctrica. Tras la presentación, los jugadores se pusieron a calentar alrededor de la pantalla y por la megafonía empezó a sonar una música a tal volumen que era imposible comunicarse con el de al lado.

Al rato, el señor del micrófono anunció que el partido iba a empezar y pidió a los cámaras y periodistas que saliesen del terreno de juego. Los operarios desmontaron la pantalla y se la llevaron al córner en la furgoneta. Finalmente, el partido empezó a las 4:15.

Comienza el encuentro
Palestina puso el balón en juego, y la hinchada de Túnez (unas 10 personas si se me incluye a mí; como había buen ambiente decidí pasarme al bando tunecino sólo por armar un poco de jaleo) comenzó a animar a su equipo. Los primeros minutos fueron caóticos: los palestinos corriendo como gallinas sin cabeza hasta el punto en que era difícil saber si un jugador era defensa o delantero, y los tunecinos, un poco más organizados, por lo menos mantenían la posesión del balón.

El primer gol no se hizo esperar: en el minuto 15, el número 16 del equipo visitante (el nombre no lo sé porque nadie se molestó en presentar a los jugadores y en sus camisetas no se había impreso el nombre) se quedó sorprendentemente solo en el punto de penalty y chutó a placer. Tan fácil fue marcar el gol que el jugador ni siquiera lo celebró. Eso sí, al minuto siguiente volvió a meter un gol desde el mismo sitio sin nadie que se lo impidiese. Esta vez ni siquiera los compañeros fueron a abrazarle.

Mientras tanto, nos dimos cuenta de que en la grada de al lado los hombres palestinos estaban más apelotonados que en el graderío sur del Reyno en el último partido de liga del año pasado; sin embargo nosotras teníamos tres filas casi libres por delante y por detrás. Los adolescentes de la asociación de Nadia se acercaban de vez en cuando para bromear, pero instantáneamente aparecía un segurata que los mandaba de nuevo a la grada de enfrente. Daban ganas de llevarse a uno de estos a Marengo (sin acritud hacia los lectores masculinos pamploneses de La Txistorra... je je) Cuatro filas más arriba aparecieron un grupo de hombres con la bandera de Túnez.

Como anochecía y empezaba a hacer frío, le compré una infusión calentita al niño de los cafés y los tes que pasaba por los asientos con una bandeja. En la grada de enfrente empezaron a cantar “¡Túnez, sois buenos, pero nosotros somos mejores!” La hinchada de Túnez, pequeña en tamaño pero escandalosa en volumen, contrarrestaba con “¡Túnez, queremos el tercero!”

En el minuto 40, el jugador 9 de Túnez lanzó el balón al área con la intención de centrar; ninguno de los delanteros fue a por el balón, pero al portero palestino, al intentar atraparlo, se le escapó de las manos y le cambió la trayectoria, así que el esférico acabó en el fondo de la red. Fue el 3-0, con el cual llegamos al descanso.

Empieza el jaleo
Como ya no había entretenimiento en el campo, los de la grada de enfrente concentraron sus esfuerzos en pasar a nuestro lado sin ser interceptados por el atento segurata. Varios se nos acercaron y nos dijeron que durante el segundo tiempo iban a apoyar a Túnez con nosotras, porque Palestina estaba siendo un desastre. Entre bromas, alguien sacó el tema del campo de fútbol de Al-Bireh, otro poblado pegado a Ramala. Se trata de un estadio financiado por la FIFA en el marco de un proyecto para promocionar el fútbol palestino. Posee capacidad para 8.000 personas y una empresa israelí se ha encargado de la construcción, junto con una empresa holandesa y una subcontrata palestina. Los gobiernos de Francia y Alemania pagan los stands y el ayuntamiento de Al-Bireh ha instalado la ilumanción y las pantallas eléctricas.

El primer ministro palestino Salam Fayad y el mismísimo Joseph Blatter en persona pusieron la primera piedra. Pero de pronto el 1 de noviembre se les entregó en mano a los operarios una orden de paralización de las obras bajo amenaza de demolición porque el campo “no tiene los permisos necesarios para la construcción.” Parece ser que una esquina del estadio entra en zona C (zona palestina bajo control israelí) lo cual resulta ridículo si pensamos que es el ayuntamiento palestino de Al-Bireh el que proporciona los servicios municipales en esa zona y que incluso parte de la residencia de Abbas se encuentra en esa área. Algunos deducen que es un castigo a Abbas por haber dimitido, pero nadie se aclara realmente. Como rezan algunas camisetas cómicas que se venden en Jerusalén Este con los colores militares israelíes: “Mi misión es tan secreta que ni siquiera sé lo que estoy haciendo.”

Para cuando empezó el segundo tiempo sólo quedaba una fila libre por detrás de nosotros. Hombres, mujeres y las dos aficiones se habían casi mezclado y comenzaron a lanzar cánticos conjuntos del tipo “¡¡Viva Palestina y viva Túnez!!" Misteriosamente, empezaron a aparecer decenas de banderas de Túnez. Dos seguratas subieron a las gradas para intentar separar a las aficiones, pero estas se lo estaban pasando en grande juntas, así que empezaron a cantarles a los policías y los policías acabaron riéndose y cantando con ellos.

En el campo, Palestina parecía estar un poco más inspirada e incluso se acercaba a la portería contraria. En el minuto 31, el jugador local número 7 se encontró totalmente sólo en el punto de penalti con el balón en sus botas y el portero a por uvas, y sin embargo hizo lo más difícil: tirar el balón fuera. La grada llegó a cantar gol (incluidos algunos con banderas de Túnez) y al ver que la pelota se iba fuera, incluso los hinchas visitantes más ruidosos se apenaron y les dijeron a los palestinos de alrededor que lo sentían, que tenía que haber sido gol.

"Casi que nos vamos"
Diez minutos antes de que acabase el partido, Samia y yo decidimos irnos porque temíamos perder el último bus a Belén, así que entre aplausos de la grada y ruegos para que nos quedásemos, buscamos la puerta de salida. Cogimos un taxi compartido a la estación que llevaba la radio encendida, y pudimos seguir los últimos minutos del partido junto con los palestinos que iban dentro. Túnez estuvo a punto de marcar un cuarto gol y nosotras lo coreamos, así que los cinco palestinos del taxi, incluido el taxista, se pusieron a corear el nombre de Palestina mientras nosotras gritábamos: “¡¡3-0, 3-0!!” Acabamos todos partidos de risa y uno de ellos se ofreció a indicarnos el camino más corto a la estación una vez el taxi compartido terminó su recorrido.

El otro día venía en la prensa una declaración del secretario general de la Comisión Musulmana-Cristiana en Jerusalén, Hasan Khater, en la que hacía referencia a la euforia que despertó el partido de fútbol Egipto-Sudán entre los aficionados, y decía que “podrían poner la misma energía para montar protestas contra el muro en Palestina.” Sin duda hace mucho tiempo que este señor no se pasa por los poblados de Bil´in o Ni´lin donde cientos de palestinos se juegan la vida todos los viernes manifestándose contra el muro frente a los soldados. Pero sí es cierto que una reflexión me vino a la cabeza: “¿Y una intifada deportiva...?"

3 comentarios: on "En Palestina... también hay fútbol"

Anónimo dijo...

Jojojojo... ese segurata en Marengo, en efecto, no duraba ni dos sesiones.

Anónimo dijo...

Si les separan hasta en las gradas del campo de fútbol, fijo que en Palestina se pilla aún menos que en Pamplona!!!!

Anónimo dijo...

jeje la selección de palestina. Q grande!!!! ojala comercializasen sus camisetas, yo me compraba hasta la tercera indumentaria!!!