Por ELOY RABO
No es lo mismo estar que ser
Os van a llover las hostias. Así de claro. Ya os están lloviendo. Todo porque tuvisteis la mala suerte de que vuestro número salió, y os tocó pringaros en este caso. Porque alguien pensó que la democracia consistía en que la ciudadanía opinara de todo menos de lo de que el poder no quiere que opinen. Porque alguien creyó que el modelo estadounidense de dos siglos de antigüedad se podía traer a España así, sin más, alehop, triple salto mortal.
Vosotros sabéis de Justicia lo que sabemos todos, y ahí, se supone, está la grandeza del jurado popular (o el escabinado, que es lo que tenemos aquí). Fuisteis sacados del concesionario en el que vendíais coches, del hipermercado en el que reponíais, de vuestra ventanilla de funcionariado, y os colocaron delante de acusaciones y defensores. De 30, elijan nueve. Éste sí, éste no, éste a ver si al final lo tenemos que coger. Los nueve del patíbulo fuisteis vosotros. No había ni licenciados en Derecho ni periodistas, probablemente tampoco psicólogos (ningún abogado los querría), y espero que tampoco médicos (teniendo en cuenta la profesión del padre del acusado) ni miembros del Opus Dei. Seis mujeres, tres hombres.
Durante el juicio os enfrentasteis a cosas muy duras. Pudisteis también ver la tele, oír la radio, leer los periódicos... aunque, al final, os aislaran. Quizá alguno de vosotros pensara que todo el mundo esperaba un veredicto determinado por vuestra parte, y que por ello teníais que ser lo más “neutrales” posible. Tal vez por eso habéis tenido especial cuidado en que los hechos por los que se os preguntaban en el cuestionario de 36 preguntas estuvieran realmente probados. 36 preguntas en las que, sobre todo, se os cuestionaba por los atenuantes y los agravantes: que si estaba borracho, que si se había ensañado... Tras el alegato final del abogado defensor, sin embargo, todo quedaba inmerso en la neblina de la duda razonable. Quizá por eso ha salido lo que ha salido de vuestra reunión con sofás rojos y mesas wenge, en plan chill out.
Al final, la sensación que tiene un profano es que se cuentan las respuestas y da lo que da. Vamos: que es una puta hoja de cálculo, una suma de puntos como si fuera un test de la Cuore. "Hecho probado, un punto; no probado, cero. De diez a 20 puntos, homicidio. De 20 a 40, asesinato". Una coña marinera.
Vosotros “sois”, que diría Ortega y Gasset, y "habéis estado", pero no tenéis la culpa del sistema. Os lloverán las hostias como les llueven a los jueces que dictan una sentencia contra la voz del pueblo, porque la indignación no entiende la diferencia entre entogados y pringados por un sorteo. Luego llegará el juez, sí, a matizar vuestra decisión; pero, probablemente, le venga de narices para dictar su sentencia, y no os llevará la contraria. Habrá recursos después, a ver qué pasa con ellos. No espero nada bueno. Vosotros volveréis al concesionario, al hipermercado, a la ventanilla, y espero que lo hagáis creyendo que habéis hecho lo que debíais.
Vosotros sabéis de Justicia lo que sabemos todos, y ahí, se supone, está la grandeza del jurado popular (o el escabinado, que es lo que tenemos aquí). Fuisteis sacados del concesionario en el que vendíais coches, del hipermercado en el que reponíais, de vuestra ventanilla de funcionariado, y os colocaron delante de acusaciones y defensores. De 30, elijan nueve. Éste sí, éste no, éste a ver si al final lo tenemos que coger. Los nueve del patíbulo fuisteis vosotros. No había ni licenciados en Derecho ni periodistas, probablemente tampoco psicólogos (ningún abogado los querría), y espero que tampoco médicos (teniendo en cuenta la profesión del padre del acusado) ni miembros del Opus Dei. Seis mujeres, tres hombres.
Durante el juicio os enfrentasteis a cosas muy duras. Pudisteis también ver la tele, oír la radio, leer los periódicos... aunque, al final, os aislaran. Quizá alguno de vosotros pensara que todo el mundo esperaba un veredicto determinado por vuestra parte, y que por ello teníais que ser lo más “neutrales” posible. Tal vez por eso habéis tenido especial cuidado en que los hechos por los que se os preguntaban en el cuestionario de 36 preguntas estuvieran realmente probados. 36 preguntas en las que, sobre todo, se os cuestionaba por los atenuantes y los agravantes: que si estaba borracho, que si se había ensañado... Tras el alegato final del abogado defensor, sin embargo, todo quedaba inmerso en la neblina de la duda razonable. Quizá por eso ha salido lo que ha salido de vuestra reunión con sofás rojos y mesas wenge, en plan chill out.
Al final, la sensación que tiene un profano es que se cuentan las respuestas y da lo que da. Vamos: que es una puta hoja de cálculo, una suma de puntos como si fuera un test de la Cuore. "Hecho probado, un punto; no probado, cero. De diez a 20 puntos, homicidio. De 20 a 40, asesinato". Una coña marinera.
Vosotros “sois”, que diría Ortega y Gasset, y "habéis estado", pero no tenéis la culpa del sistema. Os lloverán las hostias como les llueven a los jueces que dictan una sentencia contra la voz del pueblo, porque la indignación no entiende la diferencia entre entogados y pringados por un sorteo. Luego llegará el juez, sí, a matizar vuestra decisión; pero, probablemente, le venga de narices para dictar su sentencia, y no os llevará la contraria. Habrá recursos después, a ver qué pasa con ellos. No espero nada bueno. Vosotros volveréis al concesionario, al hipermercado, a la ventanilla, y espero que lo hagáis creyendo que habéis hecho lo que debíais.
10 comentarios: on "Carta abierta al jurado del caso de Nagore"
Yo estuve un par de años en la especie esa de nevera, de que te pueden llamar a un tribunal (ni soy militar no policía ni político en ejercicio, tampoco consta que haya estado en la cárcel y se presupone que sé leer y escribir) Menos mal que se pasó el tiempo.
A mí no me ha tocado pero pregunto, por si alguien puede explicármelo: el otro día, leyendo las preguntas del cuestionario ése, publicadas en DN, tuve la duda de si el jurado sabe qué pregunta o "hecho" es favorable o contrario al acusado.
Recomiendo la lectura-estudio del cuestionario. Es acojonante. Sobre todo, por las respuestas. ¿Cómo se puede ser tremendamente cauteloso para considerar "probadas" unas cosas, y luego se considere PROBADO que "Nagore amenazó al acusado con destruir su carrera"?
JD: es la palabra del acusado contra la defensa. Y en este caso, el Código penal....pro-reo....
In dubio... no, si ya lo sé. Pero considera "no probado" ni lo uno ni lo otro, ¿no? Es que el que los términos de una "discusión" estén "probados" siendo sólo la palabra del acusado, no estando la víctima para dar su versión...
JD: Soy el anónimo anterior:
Aunque joda, ante la duda la más tetuda
Según ha podido verificar Elrumorforal, ayer por la tarde cundía un angustioso temor entre el conocido "clan de los calvos" vinculados y asociados a promotoras de la construcción y la metalurgia.
Este pájaro es un asesino. Si tiene necesidades a nivel de sexo que pague como nosotros.
Puteros somos y en el camino nos encontraremos.
Lo coherente con el corazón "cristianísimo" de este individuo sería confesar como fue todo,explicarlo para que no queden dudas, admitir lo que hizo,y,para suavizar el dolor de la familia de Nagore,aceptar el máximo castigo posible,cargar con el peso de la justicia. Es indignante que alguien que es cristiano cristianísimo,cobardemente se agarre a triquiñuelas legales para buscar el mínimo castigo posible. No cuadra con sus supuestas ideas cristianas.
Estoy de acuerdo con todo lo que dice Eloy Rabo aquí, menos en una cosa: Espero que quienes hayan decidido que al tipo que mató a esa pobre chica le salga tan barato; no se les olvide nunca.
Está bien que los demás medios de comunicación informen, pero por lo menos que citen a la fuente que da la primicia. Nos referimos a los colegas de Navarra confidencial.
Nosotros ya la dimos en La Txistorra dejando un comentario.
Nos referimos a los alojamientos de los sindicalistas de la UGT en el Hotel La Perla
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