Por CRISTINA ÁLVAREZ
Haciendo zapping por el foro
Cuando me enteré de que a Risto Mejide le habían dado un programa en Tele 5, no podía dar crédito. Me indignaba profundamente que un personaje cuyo mayor mérito consiste en ser el más polémico miembro del jurado de OT tuviera el privilegio de conducir, él solito, un programa de televisión. Y más aún me entristecía la sospecha de que no lo haría por cuatro perras.
La otra noche tuve la oportunidad de ver G-20 en Tele 5, y ahora sí estoy en disposición de emitir un juicio de valor. Sí, es cierto que hay personajes públicos (políticos, artistas, famosetes, etc.) que merecen un abucheo por sus conductas o salidas de tiesto verbales. Este programa pretende precisamente ser látigo de esos sujetos. Y digo “pretende”, porque considero francamente que no consigue ese objetivo.
G-20 consiste en una especie de ranking en el que se van enumerando, al más puro estilo “Del 40 al 1”, a los desafortunados protagonistas de la crónica social más aberrante. Cada puesto lo ocupa un personaje a quien, a través de un vídeo, se critica por la conducta que le ha llevado a ocupar dicho puesto. Bien, estos vídeos carecen de originalidad técnica. Se intercalan imágenes del personaje criticado con otras recurrentes que, prácticamente en todos los casos, no vienen a cuento ni aportan notas humorísticas. Por otra parte, el guión es mediocre, el lenguaje utilizado es vulgar, chabacano, y en ocasiones roza lo obsceno echando mano de manidos recursos sexuales fuera de lugar. Además, la voz femenina que locuta los vídeos es chirriante y sobreactuada.
Supongo que es la voz de la pseudorreportera a la que vemos entre puesto y puesto del ranking, asaltando a “famosos” con preguntas que manifiestan claramente que su supuestamente fingida ingenuidad no es tan fingida como parece.
La otra noche tuve la oportunidad de ver G-20 en Tele 5, y ahora sí estoy en disposición de emitir un juicio de valor. Sí, es cierto que hay personajes públicos (políticos, artistas, famosetes, etc.) que merecen un abucheo por sus conductas o salidas de tiesto verbales. Este programa pretende precisamente ser látigo de esos sujetos. Y digo “pretende”, porque considero francamente que no consigue ese objetivo.
G-20 consiste en una especie de ranking en el que se van enumerando, al más puro estilo “Del 40 al 1”, a los desafortunados protagonistas de la crónica social más aberrante. Cada puesto lo ocupa un personaje a quien, a través de un vídeo, se critica por la conducta que le ha llevado a ocupar dicho puesto. Bien, estos vídeos carecen de originalidad técnica. Se intercalan imágenes del personaje criticado con otras recurrentes que, prácticamente en todos los casos, no vienen a cuento ni aportan notas humorísticas. Por otra parte, el guión es mediocre, el lenguaje utilizado es vulgar, chabacano, y en ocasiones roza lo obsceno echando mano de manidos recursos sexuales fuera de lugar. Además, la voz femenina que locuta los vídeos es chirriante y sobreactuada.
Supongo que es la voz de la pseudorreportera a la que vemos entre puesto y puesto del ranking, asaltando a “famosos” con preguntas que manifiestan claramente que su supuestamente fingida ingenuidad no es tan fingida como parece.
También facilitan un teléfono para que, quienes lo deseen, se explayen con lo que les dé la gana. Insertan algunas de las grabaciones recogidas en el contestador, entre las que abundan las críticas hacia Risto. Y lo que pretende ser un acto por la libertad de expresión, queda reducido a una soberbia conducta que se basa en el “Decid de mí lo que queráis, que me la suda”.
Y por último, el presentador. No voy a dudar de su profesionalidad en el campo publicitario, pero para conducir un programa en televisión le faltan todavía unas cuantas fotocopias que hacer. No es analista político, ni economista, ni politólogo, ni monologuista, pero, usando posturas corporales que sólo acostumbramos a ver en la casa de “Gran Hermano”, se autoerige como un juez supremo que está por encima del bien y del mal sobre un sofá desde el que lanza sus comentarios. En sus intervenciones, es el único ser humano en pantalla, salvo por las discretas apariciones de un público al que parecen haber convencido a base de bocadillos de mortadela de que todo lo que diga Mejide es susceptible de ser jaleado. Desconozco si es él mismo el autor de sus textos (sospecho que sí), pero en cualquier caso, comparten carencias con los de los vídeos. La ironía brilla por su ausencia. Su ego le hace creerse con derecho a permitirse ataques directos y gestos obscenos que él considerará muy ingeniosos, pero que no son más ocurrentes que los diálogos de un patio de instituto.
No está muy claro cuál es el objetivo de este programa. Si pretende analizar la actualidad informativa, no lo consigue. Eso lo hace Gabilondo. Si pretende hacer gracia, no lo consigue. Eso lo hacen mejor hasta los Morancos. En definitiva, ni informa, ni hace gracia, ni informa haciendo gracia. Y si, como decía al principio, pretende ser azote de quienes merecen un abucheo, lo único que consigue es dejar en evidencia sus propias carencias. Por eso dejé aquella noche de ver la “cadena amiga” y me pasé a la “cadena enemiga” para ver el programa de Buenafuente, conducido en esa ocasión por Berto Romero, que si de algo pueden presumir es de talento.
Y por último, el presentador. No voy a dudar de su profesionalidad en el campo publicitario, pero para conducir un programa en televisión le faltan todavía unas cuantas fotocopias que hacer. No es analista político, ni economista, ni politólogo, ni monologuista, pero, usando posturas corporales que sólo acostumbramos a ver en la casa de “Gran Hermano”, se autoerige como un juez supremo que está por encima del bien y del mal sobre un sofá desde el que lanza sus comentarios. En sus intervenciones, es el único ser humano en pantalla, salvo por las discretas apariciones de un público al que parecen haber convencido a base de bocadillos de mortadela de que todo lo que diga Mejide es susceptible de ser jaleado. Desconozco si es él mismo el autor de sus textos (sospecho que sí), pero en cualquier caso, comparten carencias con los de los vídeos. La ironía brilla por su ausencia. Su ego le hace creerse con derecho a permitirse ataques directos y gestos obscenos que él considerará muy ingeniosos, pero que no son más ocurrentes que los diálogos de un patio de instituto.
No está muy claro cuál es el objetivo de este programa. Si pretende analizar la actualidad informativa, no lo consigue. Eso lo hace Gabilondo. Si pretende hacer gracia, no lo consigue. Eso lo hacen mejor hasta los Morancos. En definitiva, ni informa, ni hace gracia, ni informa haciendo gracia. Y si, como decía al principio, pretende ser azote de quienes merecen un abucheo, lo único que consigue es dejar en evidencia sus propias carencias. Por eso dejé aquella noche de ver la “cadena amiga” y me pasé a la “cadena enemiga” para ver el programa de Buenafuente, conducido en esa ocasión por Berto Romero, que si de algo pueden presumir es de talento.
5 comentarios: on "El programa de Risto Mejide... Me Jode"
Tú eres nuestra Cris??? Pues mira, voy a estar de acuerdo contigo. Cuando vapuleaba a los fracasitos me parecía un buen producto televisivo y de hecho era de lo mejorcito de Operación Truño, pero ahora se ha pasado de rosca. Su último libro también es curioso, igual que el anterior, de esos manuscritos que parecen gritarte desde sus páginas: ¿pero todavía sigues leyéndome?
Buen análisis, Cris, pero te queremos oír.
yo tengo un amigo que se pajea pensando en María Teresa Campos. El ardor y la pasión es libre.
Curri: I Love you...mmmmmm...honey, honey,mmmmmmmmmmmmmmmm
Sí, Mikel, soy "vuestra" Cris, gracias por recordarme. Me podéis leer y sí, también me podéis oír, y no muy lejos en el dial.
Un placer el "reencuentro", saludos!
¿UPN dará a una empresa la atención ed los sintecho?, esto es una irresponsabilidad o dejadez de funciones ¿qué entiende esta gente por función pública?. A una mala mejor que se lo de a una ONG, que si tienen tantas ganas de currar, pues venga, a currar!
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