Esperanza, Esperanza, sólo sabes cantar chá-cha-chá

Por RISTO MEJODE

De profesión, deslenguado

Por muy colega que seas de quien te toca las pelotas cuando estás de vacaciones, el hecho en sí es lamentable. Así que, ya que los de La Txistorra me piden sopitas, hagamos un trato ustedes y yo: servidora escribe cuatro chorradas, que no me da la gana de hacer mucho más, y luego ustedes me ponen a parir. Si he sobrevivido a dos pedazo de homosexuales como Ángel Llácer y Jesús Vázquez, todo lo que vayan a hacerme será un juego de niños.

El caso es que los txistorreros me piden que hable de Esperanza Aguirre, que esta semana ha dado la nota y el cante por dos veces, además consecutivas, y en registro bien distinto. Primero le cantó a Alberto Contador el himno español, tratando así de enjuagar la afrenta del himno danés en el podio parisino. La Marcha Granadera es todo un clásico orquestral que, ante la falta de letra, puede cantarse en clave de "chundachunda" o en clave de "tiroriro", a elegir. Esperanza desentonó y probablemente Carlos III aboliría el himno si lo escuchara cantado por la presidenta madrileña.

No contenta con eso... cambió de registro y se pasó al infantil Cumpleaños feliz para regalarle una corbata a Rubalcaba. Cuando digo lo de infantil, lo digo con conocimiento de causa: si alguien esperaba ver la reedición rubia de aquel Happy Birthday, dedicado por la Monroe a Kennedy, se quedaría con un palmo de narices. Más que garganta, Aguirre tiene un tubo de carne por el que pasa el aire. Pero a ella le da igual. No tiene vergüenza torera, y si hay que cantar se canta, y si no hay que cantar también. Probablemente sus berridos servirían, por sí solos, como arma de los antidisturbios cuando se le subleva la cosa pública. Debería estudiarlo.

Esperanza Aguirre es una de esas tipas a las que la mejor recomendación que se les puede dar es que no hagan lo que hacen. Y de ésas en Navarra tenéis unas cuantas, que entre portavoces con acento ribero y encefalograma de contrarreloj del Tour y delegadas lectoras empedernidas de sus propios discursos, podéis hacer un máster. El máster Manolete, Manolete, si no sabes torear pa' qué te metes. Cuando tenga mi propio programa, ése en el que ya he anunciado que me meteré con los políticos, me paso un día si quieren y hablamos más largo y tendido.