La Txistorra Digital arranca su andadura diciendo, como el feriante del dragón, que "los globos se regalan", y que perdonen si no les toca el globo. Dicho lo cual, que lo es, nos gustaría hacer un balance de cómo ha ido el nuevo recinto ferial (vulgo barracas, o en "vascuence consistorial", Feria Lekua) instalado este año en el Parque de La Runa. Aunque, claro, llamar "parque" a un solar con 4 farolas y tres bancos es excesivamente complaciente.
El problema de este balance es que no sabemos a qué carta quedarnos. Una vez más, se demuestra que en esta Comunidad Foral sólo se "informa" el que lee un único periódico. El que lea el Noticias, se informará con él; el que lea el Diario de Navarra, con él; el que lea los dos, no tendrá ni repajolera idea de cuál es la realidad.
Porque el de Cordovilla se limitaba a dar la opinión de la alcaldesa, que decía (aparte del habitual "estoy encantada de conocerme") que había satisfacción por el nuevo recinto ferial. "Había", no "tenía"; o sea, que el conjunto de Pamplona andaba satisfecha del asunto (no habrán preguntado a los vecinos, que ya buscaban en EBay el kalashnikov que terminara con la murga de la tómbola y sus minimotos).
Sin embargo, leyendo el rotativo que sale de Areta (esto es, el Noticias), la sensación era distinta. Ni a los ciudadanos ni a los feriantes les ha hecho gracia el asunto. Y a los 400.000 visitantes esgrimidos por Barcina, sin decir cuántos habían ido en años anteriores a Yanguas y Miranda, los feriantes contraponían otro dato: quien compró 35.000 litros de bebida, se volvía a casa con 33.000. Vamos, el negocio del siglo. Y eso lo dijeron los que hablaban castellano, que a juzgar por las matrículas de los camiones debían de ser tres (uno de ellos, el speaker maldito de la tómbola).
Deficitario o no, ¡menudas barracas!
Quédense con la información que quieran. O no se queden con ninguna, qué carajo. Desde esta redacción nos quedamos con que no hubo noria, con que la Policía Municipal montaba guardia delante del recinto día, noche y madrugada, dejando al menos a 8 agentes en el lugar... y que luego, cuando algún vecino de la Rotxa llamaba para pedir que midieran decibelios en su casa, la respuesta era: "Estamos saturados, asóciense para hacer presión al Ayuntamiento". Literal.
También nos quedamos con la sensación extraída de conversaciones con padres y madres que decían eso de "pequeñas y viejas" (y no, no se referían a las dueñas de ningún establecimiento hostelero, sino a las atracciones de las barracas). Y nos quedamos con las colas en el ascensor Descalzos - Rochapea - Descalzos. Unas colas que la alcaldesa utilizará para ratificar que la nueva ubicación ha sido un éxito, pero que se debían en buena medida a que pocas horas funcionaron a la vez los dos ascensores: cuando no estaba escachuflado uno, se escachuflaba el otro... ¡o incluso los dos! En la prueba de fuego, se quemaron.
Del fuego al agua: la CHE (que aunque parezcan las siglas de CHunta de Extremadura, son las de Confederación Hidrográfica del Ebro) dice que tas tas en el culo al consistorio pamplonés, que poner ahí el ferial es invadir el terreno del río, y que eso no está bien, y que las quiten de ahí ipso-facto. Vamos: al final, quizá logre la CHE lo que no consiguieron unos feriantes rebotados, unos vecinos con que les devalúen sus pisos por una semana al año, y un movimiento social de padres cargados de silletas hartos de subir y bajar cuestas.
1 comentarios: on "Feriantes: ¡vaya encerRuna!"
Esas barracas eran surrealistas. Eran como un pedacito de Babaria incrustado en Pamplona. Con su feria de la cerveza y todo.¡Sólo faltaban los niños cantores del Tirol!
¡Que fuerte!
Publicar un comentario